Cincuenta y cinco

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Finn:

Sábado por la noche, estaba reunido con mis amigos en casa de Zeligh. La atmósfera era relajada, un respiro de la tensión constante que nos rodeaba. Andrea había organizado una reunión con las mujeres en nuestra casa, mientras nosotros, los hombres, decidimos dejar de lado las preocupaciones laborales por una noche.

Había sido una semana intensa, y aunque la batalla con los empresarios noruegos seguía en nuestras mentes, esa noche queríamos alejarnos de todo eso. Incluso invitamos a Marco y Franco, sabiendo que sería una noche tranquila, solo amigos compartiendo una cena sin presiones.

El lunes por la mañana, tendría que viajar a Nueva York para controlar algunos temas con María y la clínica, asegurándome de que todo estuviera en orden. Mientras tanto, Andrea y Gia se irían a Berna junto a Elijah y Gina.

Habíamos logrado lo que parecía imposible: conseguir el permiso de la escuela y la bendita asistente social para que Gia pudiera viajar. No fue fácil, especialmente porque esa mujer parecía cuestionar cada movimiento de Andrea, pero lo habíamos logrado.

Esta vez, Andrea y Gia estarían solas durante una semana. Mientras yo estaba en Nueva York, ellas se quedarían en Suiza. No era la primera vez que nos separábamos por algunos días, pero algo en esta despedida me hacía sentir un nudo en el estómago.

Tal vez era la responsabilidad de todo lo que dejaba en manos de Andrea, o quizá era simplemente la necesidad de estar cerca de ellas.

Después de Nueva York, iría directo a Suiza. La idea de encontrarlas allí. Sabía que Andrea sabría manejar todo con la fortaleza que siempre había demostrado, pero no podía evitar sentirme inquieto.

— Lena está súper entusiasmada, pero a mí me pone nervioso. Ella está casi de siete meses, ¿y si algo sucede? ¿Si mi hijo nace allí? No quiero que sea un suizo antipático — bromeó Zeligh , aunque su preocupación era evidente.

— Nada de casi, está en su sexto mes. Nada va a pasar, y si así fuera, estás rodeado de médicos. Mi padre, Elijah, Zoe, Franco, el italiano, yo... Tenemos una clínica allí. Relájate, la cesárea de Lena está programada para cuando llegue a los ocho meses — lo tranquilicé, notando su tensión.

Zeligh asintió, pero aún parecía intranquilo. Elijah, siempre dispuesto a aclarar las cosas, intervino.

— Además, no será suizo, ya quisieras... Ni tú ni tu esposa son suizos, olvídalo. Por más que nazca allí, la nacionalidad suiza es muy estricta. Debes estar casado con un suizo o tener residencia allí. Uno de los padres debe ser suizo, y aun así no es tan fácil. Por ejemplo, si yo soy suizo y Gina no, tengo que hacer un montón de trámites para pedir la ciudadanía. En cambio, si la madre es suiza, aunque el padre no lo sea, al niño se la dan sin problemas. Toman a la madre como soltera— explicó Elijah a grandes rasgos.

— ¿O sea que aunque tu hija nazca allí, no será suiza? ¡Están locos! — Johann preguntó asombrado.

— No automáticamente, pero puedo pedir su filiación — respondió Elijah con calma.

— Pero Finn dijo que cuando Andrea sea madre, su hijo nacerá en Suiza y será suizo. ¿Es lo mismo? ¡Andrea es italiana! ¿Por qué ellos sí y ustedes no? — Jiro estaba desconcertado, y yo no pude evitar sonreír.

— Porque Finn hizo el paso a paso, antes de su boda — intervino Arthur, siempre informado.

— Te explico — comenzó James, siempre dispuesto a mostrar su conocimiento

— Finn y Andrea me pidieron que iniciara el trámite de ciudadanía suiza para Andrea hace más de un año, y ya está en curso. La obtendrá el día de su boda, así que ambos serán suizos. Además, la casa de Berna, Finn la puso a nombre de Andrea, y también pudimos alegar que ella vivió allí durante dos años, con entradas recurrentes al país. Cada vez que Finn viajó a Suiza, fue con ella. Incluso cuando estuvieron separados, Andrea seguía yendo. Así que fue sencillo. Ellos van y vienen, son dueños de una casa y dos clínicas, una en Zúrich y otra en Berna. Se casan allí y tienen domicilio allí... Está todo en orden. Cuando Andrea tenga su hijo allí, será suizo por naturaleza, sin necesidad de hacer ningún trámite legal. El apellido de Andrea, sus hermanos y su padre ya estará cambiado para el lunes, Ya hice todo, porque, bueno, hago magia — explicó James en detalle, haciendo reír a todos con su tono arrogante.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora