Difícil

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Andrea:

La semana con Finn en Nueva York había comenzado bien. Al principio, me reunía con Alessandro para trabajar, lo cual era cierto. Mi amigo me estaba ayudando con el centro de atención que querían abrir mis suegros, pero Finn se molestó en un principio porque no le gustaba la idea. Básicamente, le daban celos, solo que sus celos eran más controlados que los míos. Sus escenas no eran explosivas. Mi objetivo era que sintiera lo que yo sentía, pero de repente, se puso comprensivo.

Trabajaba en la clínica por la mañana con Finn, almorzábamos juntos, y por la tarde me iba a la empresa de Alessandro. Finn, con una dulzura increíble, me decía que me cuidara, que me esperaba para cenar. Y no solo eso, cuando llegaba al departamento, me escuchaba con paciencia, me halagaba por mi forma de trabajar y me ofrecía algún consejo. Todo le parecía genial y eso me estaba desesperando. No se enojaba, reíamos como siempre, incluso salimos una noche a cenar. Era como si todo para él fuera perfecto.

El sábado llegó y almorzábamos en casa de Paola junto a Elio. Hoy por la tarde yo regresaba a Roma, así que me fui temprano a casa de Paola para ayudarla y disfrutar de la pequeña Isabella, mientras Finn debía pasar por la clínica para verificar algunas cosas.

Al llegar a casa de Paola, la encontré en la cocina, ya preparando la comida. Isabella jugaba en el suelo con un montón de sonajeros y muñecos de colores.

- ¡Hola! -dije, agachándome para saludar a la pequeña Isabella, quien me recibió con una sonrisa y un balbuceo alegre. Luego me levanté para abrazar a Paola-. ¿Necesitas ayuda con algo?-

- Siempre -respondió Paola con una sonrisa cansada-. ¿Podrías picar las verduras para la ensalada?

Me puse manos a la obra, disfrutando del ritmo doméstico y relajado. Mientras cortaba las verduras, charlábamos sobre todo y nada, sobre la semana que habíamos tenido y los planes para el futuro.

- Entonces, ¿cómo va todo con Alessandro? -preguntó Paola, lanzándome una mirada inquisitiva.

- Bien, realmente me está ayudando mucho con el proyecto del centro de atención -respondí, intentando sonar despreocupada.

- ¿Y Finn? ¿Cómo está manejando la situación? -insistió Paola, conociendo demasiado bien a su amigo.

Suspiré, deteniéndome por un momento.

- Está siendo... demasiado perfecto. No se enoja, me apoya, me escucha... Es como si todo estuviera bien y eso me desespera. Quería que sintiera un poco de lo que yo siento, pero parece que no le afecta -

Paola soltó una risa suave.

- Finn es más fuerte de lo que crees. Te ama, Andrea, y está dispuesto a demostrarlo de una manera que no esperabas. Quizás deberías hablar con él directamente en lugar de intentar provocarlo. Creo que tu plan no va a funcionar-

Asentí, sabiendo que tenía razón, pero no iba a rendirme.

- ¡Ayúdame! Tengo que ser más agresiva. ¡Algo que le sacuda el suelo! Maldito suizo, cuando quiere es más frío que el polo. No es frío conmigo, pero con el tema de Alessandro sí. Es como si le diera igual- Finn y yo teníamos una relación sólida, pero a veces nuestras maneras de manejar las cosas eran muy diferentes.

- ¿Más agresiva? ¡Mátalo entonces! -se burló Paola, y yo la golpeé suavemente en el brazo.

- ¿Finn ya vio a Ale? A ver... Tu suizo es mil veces más atractivo que Ale. Finn tiene un no sé qué, su porte, tiene presencia -dijo Paola.

- ¡Y todo en él se ve hermoso! ¡Es como si hubiera sido tallado a mano! -exclamé, y ambas reímos.

- Sí, es verdad, Finn es un hombre demasiado atractivo. Pero Ale, aunque no sea como tu suizo, tiene lo suyo. Es un hombre lindo y simpático... Eso suma. Ponlo frente a Finn. Si con eso no reacciona, deberás darte por vencida. Está bien que quieras darle celos, en eso te apoyo, pero con límites, Andy. No los traspases, porque Finn es un hombre digno, y no va a soportar estupideces de esas. Te mandará a volar, cuidado-

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora