Finn:
Ya estábamos apostados alrededor del viejo granero. Elijah y James negociaban la entrega del viejo Bertolucci. Kirril y Arthur eran nuestros ojos y oídos; antes de la entrega, habían ocultado cámaras y micrófonos en el lugar.
A través de los intercomunicadores que llevábamos en los oídos, nos relataban todo lo que sucedía en tiempo real.El aire estaba cargado de tensión y un leve olor a tierra mojada. Ryoma, Jiro, Stephan y yo avanzábamos cautelosos por las afueras, moviéndonos de árbol en árbol, aprovechando cada cobertura. Teníamos que eliminar discretamente a los hombres que Tasarov había puesto para vigilar el lugar. Cada movimiento era calculado; un paso en falso y todo podría desmoronarse.
Podía sentir la adrenalina en mis venas mientras me deshacía de un guardia, observaba cómo Ryoma neutralizaba a otro con precisión letal, dejándolo inconsciente detrás de un matorral.
Jiro y Stephan se movían en sincronía, cubriéndose mutuamente y eliminando cualquier amenaza con eficiencia.
Kylian y Gerard se habían dispersado por otro lado, colocando explosivos estratégicamente en los puntos críticos del granero. El plan era detonarlos en el momento preciso para crear una distracción o abrir una vía de escape si las cosas se complicaban.
A través de los intercomunicadores, escuchábamos sus susurros mientras contaban los segundos y describían sus posiciones.
Johann y Zelig se encargaban del otro costado, deshaciéndose de los guardias que encontraban en el camino. Johann, con su fuerza bruta, se encargaba de incapacitar a los enemigos rápidamente, mientras Zelig utilizaba su agilidad para moverse como una sombra, dejando un rastro de cuerpos inconscientes a su paso.
Era un trabajo físico y mental extenuante. Cada músculo en mi cuerpo estaba tenso, cada sentido estaba alerta. Sabíamos que debíamos hacerlo en silencio, rápidamente y sin errores, para no ser descubiertos.
El más mínimo ruido podía alertar a los demás guardias y desatar el caos. Teníamos que asegurarnos de que, si había problemas y se desataba una guerra, no nos superaran en capacidad numérica. La clave era la precisión y la coordinación, y confiábamos en nuestras habilidades y en el plan.
La voz de Arthur resonó en mis oídos a través del intercomunicador:
- Suizo, hay movimiento cerca de la entrada principal. Prepárense- Asentí, aunque sabía que no podía verme, y señalé a Ryoma y Jiro para que se prepararan.
-¿Gente de Tasarov o Vladislav? -preguntó Stephan en voz baja, su tono era grave.
-La gente de Vladislav está a unos metros de nosotros, escuchando todo. No han desplegado a nadie, aún -respondió Arthur, su voz también contenía un matiz de preocupación.
-No identificamos quienes eran, pero no son de Tasarov. Liquidaron a sus guardias. En tres minutos me uniré a ustedes, me estoy preparando. Arthur será quien nos guíe -agregó Kirril con determinación.
Oculto detrás de un árbol, observé a Stephan que estaba a unos metros de distancia. Nos intercambiamos una mirada de entendimiento.
-¿Por qué se me hace que es el joven maravilla? -preguntó Stephan, y asentí a lo lejos, confirmando su sospecha.
-Lo que sea, busquen posiciones dentro. El viejo Tasarov no acepta al viejo, está presionando al Inglés y a Romeo para que le entreguen al joven maravilla... ¿Escucharon? ¡Muévanse, todos, rápido! -nos informó Artur con urgencia en su voz.
Mientras avanzábamos, Ryoma, Jiro, Stephan y yo nos movíamos con cautela por las afueras del granero, eliminando discretamente a los hombres de Tasarov. Kylian y Gerard se habían dispersado y ya estaban entrando.
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Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro II
RomansEn ocasiones, las ataduras que nos aprisionan nos sumergen en una oscuridad intrincada, donde solo los secretos más profundos de nuestros corazones encuentran refugio. Es entonces cuando el orgullo y la vanidad irrumpen, desatando la destrucción a s...