Desesperación

1.8K 234 1.1K
                                    

Andrea :

Habíamos salido a caminar esa mañana, María llevaba a Jeremy en sus brazos mientras me mostraba el rancho. Tuono, su perro, trotaba a su lado, y no pude evitar pensar en Freddo. El sol brillaba cálido sobre nosotras, y el aire fresco hacía que todo pareciera más sereno, más tranquilo. La paz que se respiraba en aquel rincón de Texas me hacía sentir desconectada de cualquier problema.

Mientras recorríamos el sendero hacia los establos, María me hablaba sobre su vida allí, cómo disfrutaban de los días en familia, de la rutina sencilla, pero llena de momentos felices.

-Me dices todo a medias, Andrea-soltó de repente, mirándome de reojo con una sonrisa pícara

- ¿Qué es eso de "algo" con Finn? Tú me cuentas a medias, y él... bueno, he intentado de todas maneras sacarle una palabra, ¡pero el hombre es un témpano de hielo! ¡Inamovible!-

No pude evitar soltar una carcajada. Finn y su típica manera de manejar todo con tanta firmeza y discreción.

Ni siquiera después de tanto tiempo juntos dejaba de sorprenderme lo difícil que era sacarle información, especialmente a personas fuera de nuestro círculo más cercano.

-Es que Finn no es fácil de descifrar -le respondí riendo, mientras acariciaba la cabeza de Jeremy-. Pero te prometo que lo de "algo" es bueno. Solo que no es tiempo de hablarlo aún. Te lo contaré todo cuando sea el momento-

María me lanzó una mirada divertida, claramente intrigada, pero no insistió más. Sabía que Finn era reservado, y yo respetaba su manera de ser.

-Anoche lo observaba y es tan caballero... Es como si siempre supiera qué decir y cómo actuar. ¡Es increíble! -comentó María, con admiración en su voz-. Nataly dice que es una eminencia, y la verdad, conmigo, tanto como médico como persona, fue increíble- Asentí, sonriendo.

María veía lo que todos veían en Finn: su seriedad, su amabilidad, y esa capacidad de decir lo justo en el momento perfecto.
Siempre tranquilo y seguro de sí mismo, lo que hacía que su presencia fuera reconfortante para quienes lo rodeaban.

-Nataly... Sí, parece que lo idolatra... y me detesta. ¿Qué se supone que le hice a esa mujer? -pregunté, y María estalló en carcajadas.

-No fuiste tú, fue el bocón de Alessandro... En un tiempo, él quería algo serio y ella no, estaba insegura... Y ya sabes cómo es cuando se enoja, dice lo que piensa sin filtros. Fue hace tiempo. Él le dijo que no estaba para juegos de niñas, que se había enamorado una sola vez en la vida de una gran mujer... o sea, ¡tú! Y ahora se estaba enamorando de ella-me explicó encogiéndose de hombros.

-¡Eso no es verdad! Yo era una adolescente, ¡y éramos y somos amigos! -me defendí, sin mucho sentido.

María me miró con una mezcla de diversión y paciencia.

-Andy... Ale te cuidaba en el colegio, te defendía de todo. Siempre amó tu manera de ser, lo buena amiga que eras, que eres... Para él, todo de ti era perfecto. No sé, creo que ni él sabe cuándo se enamoró de ti. Pasó años buscando a alguien como tú, y no quería a nadie que no fuera como tú o mejor-

-¡Pero ahora tiene a alguien mejor que yo! Más inteligente, más hermosa... No debería sentirse insegura por mí. Además, ya no es así, ¡eso fue hace años! -dije, tratando de darle sentido a todo en mi mente.

-No es mejor que tú... Es diferente. Nadie es mejor que nadie. Tú serás el amor bonito de mi hermano, por siempre, así como Giorgio lo fue para mí... Eso no significa que él no ame a Nataly o que yo no ame a Tom, ¿se entiende? Es solo distinto-

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora