Boda

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Andrea :

La tarde fue una verdadera sorpresa, llena de risas y momentos inolvidables. Todos pensaban que estábamos en casa de Zoe, pero como siempre, ella tenía un as bajo la manga.

Organizó todo para que nos preparáramos directamente en el castillo de Schloss Spiez, lo que hizo que la experiencia fuera aún más especial. Cuando llegamos, me sorprendió descubrir que había reservado habitaciones para todas nosotras. No solo eso, sino que Zoe se había encargado de cada detalle: había traído estilistas, manicuristas, maquilladoras, e incluso una modista por si mi vestido necesitaba algún ajuste de último minuto.

Nunca me había sentido tan atendida en mi vida. Todo comenzó con una esteticista que nos mimó con mascarillas faciales y otros tratamientos de belleza que jamás había probado. No pude evitar reír cuando Gina, con su tono característico, le decía a Zoe que había organizado un spa exclusivo solo para nosotras. Y en parte, tenía razón.

A lo largo de la tarde, tuve que luchar con todas ellas, especialmente con Zoe y Paola, porque insistían en que me maquillara más de lo que yo deseaba. Yo prefería un look más natural, pero después de un intenso debate, llegamos a un acuerdo intermedio que dejó a todas satisfechas.

Mientras yo me arreglaba, las demás mujeres disfrutaban de una copa de vino y un pequeño brunch que había sido preparado para nosotras. Mi madre y la madre de Finn se unieron a las risas, mientras Gina protestaba amargamente porque no podía beber debido a su embarazo.

Al mismo tiempo, yo me negaba a tomar una copa, aún sintiendo las consecuencias de la noche anterior. Pero todas insistían en que un sorbo de vino me relajaría y haría que la resaca se desvaneciera.

Era un grupo increíble de mujeres, y estar rodeada de ellas en ese momento me hacía sentir agradecida. Entre bromas sobre la despedida de soltera y anécdotas del pasado, el tiempo pasó volando. Las risas resonaban en la habitación, y a pesar de los nervios, me sentí completamente a gusto.

Finalmente, el momento llegó: estaba lista. Al mirarme en el espejo, apenas podía creer lo que veía.

Mi madre y la madre de Finn me observaban con lágrimas en los ojos, tratando de contener la emoción. Paola, con su energía habitual, gritaba que era la novia más bella del planeta. Mi hermana, por su parte, me abrazó en silencio, dejando que las lágrimas hablaran por ella.

Zoe y Alenka, de pie juntas, me miraban con una expresión triunfante. Alenka, con una sonrisa satisfecha, le susurró a Zoe: "Lo logramos, es una princesa".

En ese instante, no pude evitar sonreír y reírme, dándome cuenta de lo irónico y maravilloso que era ver a dos mujeres que en algún momento habían sido parejas de Frederick, ahora unidas como amigas y colaborando para hacer de este día algo inolvidable.

Me sentía rodeada de amor y apoyo, y aunque aún quedaba el nerviosismo por lo que vendría, sabía que con ellas a mi lado, todo saldría bien.

- Es hora, Paola, Gina, deben bajar y asegurarse de que todo esté listo para que Andrea pueda bajar - las apresuró Alenka con una firmeza que solo ella podía tener en ese tipo de situaciones.

- Mónica, Zoe Ann, vayan con Alenka. Ella les dará un lugar especial a cada una, y no se muevan de allí- ordenó Zoe, siempre tan meticulosa y organizada, asegurándose de que hasta el último detalle estuviera bajo control.

Antes de irse, mi madre se acercó a mí, tomando mis manos con una ternura que solo una madre puede tener en un momento así. Sus ojos brillaban de orgullo y amor.

- Estás preciosa, hija. Eres un ser humano increíble, nunca cambies tu esencia pura. Eres un sueño hecho realidad, mi pequeña Andy. Estoy tan orgullosa y feliz por ti... Te amo- me dijo, su voz cargada de emoción.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora