இ o27. Namizake Minato.

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El sol se alzaba sobre Konoha, bañando la aldea en una luz dorada

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El sol se alzaba sobre Konoha, bañando la aldea en una luz dorada. Sin embargo, dentro de la casa de Namikaze Minato y [T/N], la calma del amanecer era interrumpida por un sentimiento de malestar. [T/N], que estaba en las últimas etapas de su embarazo, se encontraba en la sala de estar, con la vista fija en el jardín que Minato había diseñado para ella. Las flores que él había plantado estaban floreciendo, pero el contraste con la melancolía que sentía su esposa no podía ser más evidente.

—¿Dónde está Minato? —preguntó [T/N], más para sí misma que para alguien en particular.

Minato había salido de casa antes del amanecer, sumido en el trabajo del Hokage. Su compromiso con la seguridad de la aldea a menudo le impedía pasar tanto tiempo en casa como deseaba. Aunque entendía la importancia de su papel, [T/N] no podía evitar sentirse sola y frustrada. Su creciente barriga y el peso de la vida diaria la hacían sentir aún más aislada.

Mientras Minato trabajaba en su oficina, rodeado de documentos y reportes, su mente estaba ocupada en las múltiples tareas que tenía que atender. La seguridad de Konoha, las reuniones con los líderes de los clanes, y las estrategias militares consumían cada minuto de su día. Sin embargo, no podía quitarse de la mente la última conversación que tuvo con [T/N] antes de salir.

—No puedo creer que tenga que hacer esto de nuevo —se decía a sí mismo—. Ella merece más de lo que le estoy dando.

A medida que avanzaba el día, Minato recibió una nota urgente de su asistente, que le indicaba que había una importante reunión con los líderes de los clanes. Sabía que sería otra sesión larga y agotadora, pero decidió que al menos intentaría volver a casa antes de que la noche cayera.

Al llegar a casa, encontró a [T/N] en la sala, leyendo un libro de maternidad que Minato le había regalado. Ella levantó la vista, y la mezcla de cansancio y tristeza en su rostro hizo que el corazón de Minato se hundiera.

—¿Cómo va todo? —preguntó él, tratando de sonar animado, pero notando la frialdad en su tono.

—Todo sigue igual —respondió ella con un tono que mezclaba resignación y frustración—. He estado sola todo el día. El bebé está moviéndose más, y cada vez siento más que no puedo manejarlo sola.

Minato se acercó y tomó la mano de [T/N], sintiendo el suave movimiento de la vida dentro de ella.

—Lo siento, [T/N]. No quería que te sintieras así —dijo, con sinceridad—. Me he estado esforzando por hacer todo lo que puedo por la aldea, pero sé que eso no es una excusa para no estar contigo.

—No quiero que renuncies a tu deber, pero tampoco quiero sentirme como si no importara —dijo ella, con lágrimas en los ojos—. Necesito que estés aquí, incluso si solo es para escucharme o para compartir un momento.

Minato asintió, sintiendo la presión de sus responsabilidades y el deseo de estar presente para su familia. Sabía que el equilibrio entre ambos era esencial.

—Voy a hacer lo posible para encontrar un equilibrio. Pero hoy, vamos a tomarnos un tiempo para nosotros —dijo Minato, tratando de mostrar determinación—. ¿Qué te parece si salimos a dar un paseo por el parque? El aire fresco te vendría bien, y quiero pasar tiempo contigo.

[T/N] dudó, pero al ver la sinceridad en los ojos de su esposo, asintió lentamente. Se levantó y tomó el abrigo que Minato le ofrecía. Juntos, salieron de la casa y caminaron por los senderos tranquilos del parque, donde el sol de la tarde comenzaba a disminuir su intensidad.

—Mira esos cerezos —dijo [T/N], señalando los árboles en flor—. Recuerdo cuando los plantaste. Parecían tan pequeños y frágiles, pero ahora son fuertes y hermosos.

—Como nosotros —respondió Minato, mirándola con ternura—. A veces, parece que el tiempo se pasa volando y no veo lo que tengo frente a mí.

Mientras caminaban, Minato empezó a hablar sobre sus pensamientos y preocupaciones. Compartió con [T/N] detalles sobre los desafíos que enfrentaba como Hokage y las decisiones difíciles que tenía que tomar. Ella escuchó con paciencia, aliviada de poder compartir un momento de conexión real con él.

—¿Sabes? —dijo [T/N]—. A veces me pregunto cómo será nuestra vida después del nacimiento del bebé. Quiero que podamos encontrar un equilibrio entre tu deber y nuestra familia.

Minato sonrió, sintiéndose esperanzado.

—Prometo que lo haremos. No quiero que sientas que tienes que hacerlo todo sola. Estaré aquí, y nos enfrentaremos a esto juntos.

Regresaron a casa con el corazón más ligero, sintiéndose más conectados y entendidos. A medida que la noche caía, Minato tomó a [T/N] en sus brazos y la acurrucó en el sofá.

—Siempre estaré aquí para ti —dijo él, mientras ella apoyaba su cabeza en su hombro—. Y voy a asegurarme de que nuestro hijo crezca en un hogar lleno de amor, tanto para ti como para él.

[T/N] sonrió, sintiendo una ola de gratitud y alivio.

—Eso es todo lo que necesitaba escuchar —dijo ella—. Gracias por hacer el esfuerzo.

Y así, mientras la noche envolvía la casa, Minato y [T/N] se encontraron en un momento de calma y comprensión, sabiendo que el camino por delante estaría lleno de desafíos, pero también de amor y apoyo mutuo.

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𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora