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En medio de los frondosos bosques que rodeaban Konoha, Hashirama Senju caminaba nervioso, con su mente agitada por los pensamientos que lo atormentaban.
Desde que conoció a [T/N] Hyūga, la joven del clan Hyūga, su vida había cambiado por completo. Sus encuentros a escondidas, lejos de las miradas vigilantes de su familia y del clan Hyūga, se habían vuelto el único consuelo en su vida llena de responsabilidades como líder del Clan Senju. Sin embargo, algo oscuro se cernía sobre ellos: el matrimonio arreglado que la familia de [T/N] había pactado con otro miembro del clan.
No puedo dejar que esto suceda. Pensaba Hashirama, apretando los puños mientras avanzaba hacia el claro donde solía encontrarse con ella.
El viento suave acariciaba las hojas, y allí estaba ella, [T/N], con su cabello ondulando al compás del viento y los ojos color malva que tanto lo fascinaban llenos de tristeza. Sabía lo que venía, y Hashirama también. Los Hyūga la iban a alejar de él.
—Hashirama... —dijo [T/N] con una voz quebrada mientras se acercaba a él—. Me voy mañana. Han decidido que es lo mejor para el clan, para todos... No hay nada que podamos hacer.
Hashirama tomó sus manos, firmes pero con una ternura que solo mostraba cuando estaban juntos.
—No lo acepto. No puedo perderte —su voz era profunda, casi un susurro—. Pelearemos por esto, por nosotros. Nadie, ni siquiera el clan Hyūga, puede dictar a quién debes amar.
Los ojos de [T/N] brillaron con lágrimas. Sabía que Hashirama, con todo su poder y determinación, no era alguien que se rindiera fácilmente. Sin embargo, la realidad era mucho más complicada.
—Han decidido alejarme de Konoha... junto a mi prometido —admitió, la tristeza marcando cada palabra—. No me darán la oportunidad de decidir por mí misma. No quiero dejarte, pero... es mi deber.
Hashirama apretó los dientes, sus ojos llenos de rabia y frustración. —No te dejaré ir. No puedes ser un peón en sus planes.
Pero [T/N] negó suavemente con la cabeza. —No podemos luchar contra todo, Hashirama. No en este momento. Si lo intentas, solo empeorará las cosas. Los Hyūga nunca te dejarán estar conmigo... Y mi familia es implacable.
—Entonces huye conmigo —propuso Hashirama, su voz cargada de desesperación—. Podemos dejar todo atrás, buscar una nueva vida lejos de estas obligaciones.
Ella vaciló, mirando el suelo. El peso de su lealtad hacia su clan y la tradición era abrumador. Sin embargo, su corazón anhelaba a Hashirama, a ese hombre con el que había compartido momentos que ninguna responsabilidad podía borrar.
—¿Y qué hay de tu clan? —preguntó [T/N], levantando la mirada para enfrentarlo—. ¿Qué hay de tu responsabilidad como líder? No puedes abandonarlos por mí.
Hashirama tomó una respiración profunda. —Lucharé por ambos. Por Konoha, por mi clan, y por ti. No puedo dejar que te vayas sin intentar detener esto.
Antes de que [T/N] pudiera responder, escucharon el ruido de varios pasos acercándose. Los guardias Hyūga venían a buscarla. El corazón de Hashirama se detuvo por un segundo. Sabía que este era el final, al menos por ahora.
—[T/N], ¡espera! —Hashirama se adelantó y la abrazó, sintiendo su calidez por última vez antes de que la separaran de él—. No importa cuánto tiempo pase, te prometo que te encontraré. No importa dónde te lleven, pelearé por ti.
Ella le devolvió el abrazo, con las lágrimas cayendo silenciosas por sus mejillas. —Yo también te amaré siempre, Hashirama.
Los guardias llegaron, separándolos a la fuerza. Hashirama observó con impotencia cómo se llevaban a la mujer que amaba. Su corazón se llenaba de ira, pero también de una determinación que jamás había sentido antes.
—Esto no termina aquí —murmuró para sí mismo mientras los veía desaparecer en el horizonte.
Y así, mientras [T/N] era llevada fuera de Konoha, lejos de él y de su amor, Hashirama comenzaba a planear su siguiente movimiento. No importaba cuán poderosos fueran los Hyūga ni cuán lejos la llevaran, él la encontraría. Pelearía por su amor, aunque eso significara desafiar las normas y la tradición.
