இ o89. Uchiha Itachi.

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Era una noche oscura, con el viento frío de la montaña golpeando las rocas

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Era una noche oscura, con el viento frío de la montaña golpeando las rocas. El aire estaba denso y cargado de la inquietud de un destino irreversible. [T/N] avanzaba con pasos apresurados por el terreno rocoso, su aliento entrecortado, sus manos temblorosas apretando el pergamino que tenía en su poder. Había pasado años persiguiendo a la organización Akatsuki, esperando que su destino algún día se cruzara con el de él. Itachi Uchiha. El hombre por el que había dado todo: su corazón, su alma, su razón de vivir. Pero él nunca la había mirado, nunca le había prestado atención. 

Su amor había sido en vano, y, aún así, [T/N] no podía dejar de buscarlo, de seguirle, con la esperanza de que algún día él vería en ella lo que ella había guardado en su corazón durante tanto tiempo.

Pero el destino es cruel.

En el borde de una aldea desierta, [T/N] encontró lo que buscaba: una pista sobre la ubicación de los miembros de Akatsuki. Sin embargo, lo que no había anticipado era que ella misma caería en las garras de uno de ellos. Deidara, la había capturado con una facilidad abrumadora. A pesar de su habilidad en el sigilo y sus años de experiencia como ninja, el poder de la organización era simplemente demasiado grande.

Con las manos atadas y las piernas débiles por la fatiga, [T/N] fue arrastrada hacia la guarida de Akatsuki. Durante el trayecto, su mente no dejaba de pensar en Itachi. Si podía llegar a él, si podía hablarle... tal vez, sólo tal vez, podría convencerlo de que la sacara de ese infierno. Aun cuando su razón le decía que era inútil, su corazón no dejaba de latir con la esperanza de que su amor algún día llegaría a ser correspondido.

Cuando finalmente llegó a la base, fue arrojada al suelo frente a los miembros de Akatsuki. El ambiente estaba cargado de tensión y desdén. Deidara la empujó hacia el centro, dejando que todos la observaran. Los demás miembros la rodearon, sus miradas llenas de burla y desprecio.

Fue entonces cuando la vio, por un breve momento, de pie entre ellos. Itachi Uchiha. Su rostro frío, distante, como siempre, como si no hubiese nada más allá de su deber. [T/N] lo miró con desesperación, su corazón latiendo desbocado en su pecho.

—Itachi... —murmuró, su voz quebrada por la emoción—. Por favor, por favor... ayúdame. Te lo ruego.

Los ojos de Itachi no se movieron. Su expresión seguía siendo la misma: implacable, indescifrable. [T/N] no comprendía cómo alguien tan cercano a ella podía ser tan lejano. Sus palabras quedaron flotando en el aire, como una súplica silenciosa, una llamada al vacío.

—Te amo, Itachi... —su voz tembló, la emoción la ahogaba—. Siempre te he amado. No puedo... no puedo morir aquí. Por favor... ¡ayúdame!

Los miembros de Akatsuki comenzaron a reírse, algunas carcajadas resonaron en el aire como si su dolor fuera una broma. Hidan y Kakuzu se burlaban cruelmente, mientras Deidara le sonreía con una sonrisa macabra.

—¡Qué patético! —se rió Deidara, mirando a [T/N] con desdén—. ¿Crees que un hombre como él se interesaría por una niñita como tú?

—Vaya, vaya —añadió Karin, con una sonrisa burlona—, ¿acaso te has creído que el gran Uchiha sentiría algo por ti? Pobre tonta.

[T/N] sintió su corazón romperse, pero siguió suplicando, su voz llena de desesperación:

—Por favor, Itachi. Te lo suplico, ayúdame. Te amo con toda mi alma. Tú me salvaste una vez, no puedes dejarme morir aquí. No... ¡No quiero morir! ¡Por favor, Itachi!

Pero Itachi no dijo nada. Su mirada permaneció vacía, sin un destello de compasión, sin un rastro de reconocimiento. [T/N] miró sus ojos, esperando alguna chispa de cariño, pero no había nada. No la veía, no la recordaba. Itachi jamás había compartido el mismo amor, la misma devoción que ella le profesaba.

Finalmente, [T/N] se quebró. Sus lágrimas comenzaron a caer, empapando su rostro mientras su alma se hundía en un abismo de desolación.

—¿Así que es eso? —susurró, su voz quebrada—. No me recuerdas. No te importo...

En ese instante, Itachi habló, su voz fría, como una cuchilla cortando la oscuridad:

—No mereces mi ayuda.

Las palabras fueron un golpe mortal. [T/N] miró a Itachi una vez más, como si esperara que todo fuera un mal sueño, pero no lo era. La realidad era cruda, y su corazón se rompió en pedazos.

Con una calma glaciar, Itachi se giró, dando la espalda a [T/N]. Su indiferencia fue un veneno lento que la destruyó por dentro.

—Haz lo que desees con ella —dijo en voz baja, como si ni siquiera le importara el destino de la mujer que había sido parte de su vida, aunque él nunca lo hubiera sabido.

El dolor en el pecho de [T/N] era insoportable. Estaba sola, más sola que nunca.

Los miembros de Akatsuki se acercaron, y la risa se desvaneció cuando Tobi, el enmascarado, dio un paso al frente. Con un gesto desapasionado, levantó su mano y señaló a [T/N].

—¿Creías que importaba tu amor? —le preguntó en tono frío—. Nadie te salvará ahora.

Y con un gesto rápido, Tobi desató el fin. [T/N] apenas tuvo tiempo de entender lo que estaba ocurriendo antes de que el dolor la consumiera por completo.

Todo lo que había dado, todo lo que había creído, se desvaneció con la última explosión de su cuerpo, destrozada por la cruel mano de Tobi.

Itachi nunca la miró de nuevo.

En ese mismo instante, [T/N] dejó de existir en un mundo que nunca la había querido. El amor que ella había sentido por él nunca fue correspondido, y su sacrificio pasó desapercibido, tan solo una sombra en la vasta oscuridad de Akatsuki. 

Itachi, quien había sido su razón de vivir, se desvaneció también, convertido en una figura inalcanzable, un espectro frío y lejano.

Su vida, su amor, su dolor, ya no importaban.

Y así terminó la historia de [T/N]: atrapada en un amor que nunca fue, perdida en un mundo cruel, donde ni siquiera la esperanza pudo salvarla.

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Potente mi gente, nada que decir. F

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora