இ o55. Akasuna no Sasori.

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En las áridas tierras del Desierto del País del Viento, la aldea oculta de la Arena brillaba bajo el sol abrasador

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En las áridas tierras del Desierto del País del Viento, la aldea oculta de la Arena brillaba bajo el sol abrasador. En sus callejones polvorientos y entre las construcciones de arena y piedra, había una sensación de rutina que mantenía el orden en medio de las dificultades. Sin embargo, para [T/N], un shinobi de la Arena que destacaba tanto por su habilidad como por su gentileza, su vida había tomado un giro inesperado.

Desde que Sasori de la Arena había dejado su huella en la vida de [T/N], ella había sentido que su mundo estaba a punto de cambiar para siempre. Aunque él estaba asociado con Akatsuki, una organización temida y oscura, Sasori tenía un lado oculto que solo ella conocía.

A pesar de su papel en el mundo de las sombras, él había hecho de su misión personal velar por ella, y lo hacía en secreto, visitándola en Suna y protegiéndola desde las sombras.

En una noche sin luna, Sasori se deslizó silenciosamente a través del desierto, utilizando sus habilidades para moverse sin ser detectado. La luz de las estrellas era su único testigo mientras avanzaba hacia su destino. Sabía que cada visita era un riesgo, pero su amor por [T/N] lo impulsaba a seguir adelante.

En el interior de una casa modesta en Suna, [T/N] estaba preparando té cuando una suave brisa de la noche se coló por la ventana, trayendo consigo un aroma familiar. Era una fragancia que la hacía sonreír, una mezcla de especias del desierto y algo más sutil, una fragancia que le recordaba a Sasori.

Miró alrededor, esperando ver a su amado aparecer como lo hacía en sus sueños.

De repente, sintió una presencia detrás de ella. Se dio la vuelta para encontrar a Sasori, quien estaba allí, con una sonrisa que, aunque enigmática, reflejaba una calidez que solo ella podía interpretar. Su rostro, iluminado por la luz de las velas, estaba sereno y confiado, pero sus ojos revelaban una preocupación constante.

—Sasori —murmuró [T/N], su corazón acelerado por la emoción y la sorpresa. Caminó hacia él, envolviéndolo en un abrazo. Sasori la recibió con los brazos abiertos, su cuerpo relajándose mientras ella se acurrucaba en su abrazo.

—No podía esperar más para verte —dijo él, su voz suave y cargada de ternura. La abrazó con fuerza, sus dedos deslizándose por su espalda en un gesto de amor y protección. Con una delicadeza que solamente mostraba con ella, la besó con pasión, feliz de volver a tenerla entre sus brazos—Cada vez que me alejo, siento que un pedazo de mí se queda contigo.

Se sentaron juntos en el suelo, rodeados de cojines y alfombras. El ambiente estaba impregnado de una tranquilidad que solo se lograba en la presencia del otro. Sasori tomó la taza de té que ella había preparado y le dio un sorbo, disfrutando del sabor y la calidez.

—Sabes que tengo que irme pronto —dijo Sasori, su mirada fija en [T/N] con una mezcla de tristeza y determinación—. Las misiones y las responsabilidades en Akatsuki no me permiten estar aquí todo el tiempo que quisiera.

[T/N] asintió, comprendiendo el peso de sus palabras. Aunque se esforzaba por no dejar que la tristeza la abrumara, no podía evitar sentir un vacío cada vez que él se iba.

—Lo sé —dijo ella, su voz apenas un susurro—. Pero me alegra que vengas siempre que puedes. Cada momento contigo es un tesoro.

La conversación fluyó naturalmente, como si el tiempo se detuviera cuando estaban juntos. Hablaron de sus días, de las misiones, y de los sueños que compartían. Sasori la escuchaba con atención, sus ojos fijos en ella mientras ella hablaba con pasión y energía. La forma en que ella relataba sus experiencias, con una mezcla de humor y seriedad, lo hacía admirarla aún más.

La noche avanzó y el cielo estrellado se extendía sobre ellos como un manto de terciopelo. Sasori tomó la mano de [T/N], sus dedos entrelazándose con los suyos. La miró a los ojos, su expresión seria pero llena de una profunda emoción.

—[T/N] —dijo, su voz grave y cargada de un sentimiento que apenas podía expresar—. Cada vez que estoy contigo, me doy cuenta de lo importante que eres para mí. A pesar de todo lo que hago, y de las decisiones que tomo, tú eres mi luz en la oscuridad.

[T/N] sintió un nudo en la garganta, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella le devolvió el abrazo, rodeándolo con sus brazos mientras intentaba encontrar las palabras para expresar lo que sentía.

—Sasori, tú me das fuerza. Aunque estés lejos, siempre siento tu presencia. Tu amor y tu preocupación me han ayudado a superar los momentos difíciles.

Un silencio reconfortante envolvió la habitación mientras ambos se sumergían en sus pensamientos. Finalmente, Sasori se levantó y se acercó a la ventana, mirando el desierto iluminado por la luna.

—Tengo que irme —dijo, su voz cargada de pesar—. Pero quiero que sepas que siempre estaré cerca. Protegeré tu vida y tus sueños desde las sombras, incluso cuando no pueda estar contigo.

[T/N] se levantó y lo siguió, colocándose a su lado. La noche estaba fresca, y la brisa le acariciaba el rostro mientras miraba a Sasori con una mezcla de tristeza y determinación.

—Lo sé —dijo ella—. Y agradezco todo lo que haces por mí. No importa lo lejos que estés, siempre sentiré tu amor.

Con un último vistazo a la luna, Sasori se giró hacia ella, sus ojos llenos de un amor que no podía ser descrito con palabras. Se inclinó y la besó suavemente, un beso lleno de ternura y promesas.

—Hasta que nos volvamos a encontrar —dijo, su voz baja pero firme.

Se despidieron con un último abrazo, y Sasori se deslizó de nuevo en la oscuridad, su figura desvaneciéndose mientras se adentraba en el desierto. [T/N] lo observó partir, su corazón lleno de una mezcla de esperanza y tristeza.

Las semanas pasaron, y la ausencia de Sasori se sintió cada vez más intensa. Sin embargo, [T/N] sabía que él estaba allí, en algún lugar cercano, protegiéndola y velando por ella. Cada vez que una situación peligrosa se presentaba, sentía una presencia silenciosa que la mantenía a salvo. Los enemigos que se acercaban eran repelidos de manera inexplicable, y las amenazas se disipaban sin explicación aparente.

Un día, mientras [T/N] entrenaba en el campo de entrenamiento de Suna, una serie de ataques sorpresivos la sorprendió. Shinobis desconocidos aparecieron de repente, y la situación se volvió peligrosa rápidamente. Sin embargo, antes de que pudiera hacer mucho, una serie de marionetas comenzaron a atacar a los enemigos, desmembrándolos con precisión mortal.

[T/N] se giró, reconociendo las marionetas y sabiendo que Sasori estaba detrás de ellas. Con una mezcla de gratitud y admiración, continuó luchando, sabiendo que no estaba sola. Finalmente, cuando la batalla llegó a su fin, se permitió un momento de calma, sintiendo la presencia protectora de su amado a su alrededor.

Más tarde, en una noche estrellada, Sasori reapareció en su casa, esta vez con una expresión de alivio en su rostro. [T/N] lo recibió con un abrazo cálido, sintiendo el amor y la preocupación en cada movimiento.

—No sabía si llegaría a tiempo —admitió Sasori, su voz temblando ligeramente—. Pero supe que debía estar aquí, al menos por esta noche.

[T/N] lo miró con ternura, sus ojos brillando con emoción. Se sentaron juntos en el suelo, disfrutando de la compañía mutua mientras compartían historias y sueños.

—Siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase —dijo Sasori, su mano acariciando la de [T/N] con una suavidad que reflejaba su amor incondicional—. No importa cuán oscuro sea el camino, siempre encontraré la manera de protegerte y estar a tu lado.

[T/N] sonrió, sus ojos llenos de amor y gratitud. Sabía que, a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentaban, su amor era una luz que nunca se apagaría.

Juntos, enfrentaron el futuro con esperanza, sabiendo que, a pesar de la distancia y los obstáculos, siempre estarían unidos por un amor que trascendía el tiempo y el espacio.

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𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora