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Arreglaba su cabello con cuidado frente al espejo, asegurándose de que su banda reguladora no dejase escapar los cabellos anaranjados. Sus ojos se movieron por su rostro y se quedaron fijos en estos mismos desde el espejo.
Estuvo mirándose durante varios segundos, hasta que pudo reaccionar. Fijándose en la hora y viendo lo tarde que iba, recogió sus cosas para salir deprisa de su casa hasta la entrada de la Academia, donde su amiga Ino la esperaba pacientemente en la entrada del edificio.
— Llegas tarde. Llevo esperándote más de diez minutos— Replicó la rubia a la joven de orbes azules.—. Vamos, entremos antes de que nos cierren la puerta en la cara y comiencen a tirarnos papeles.
— Sí...vamos— Murmuró distraída la pelirroja observando las nubes que comenzaban a aparecer por el cielo—.
Ambas entraron y se dirigieron hasta su sala de clases designada. Por el camino, muchos chicos desviaron su atención a ellas, aunque gran parte de ellos solamente se centraban en la pelirroja. Aquella mañana se veía radiante, con la cinta reguladora en su cabeza, obligando a su pelo a mostrar la piel de su rostro por completo.
Tocaron la puerta cuando llegaron, y esperaron a que el profesor les abriera la puerta para pasar. Dentro ya se encontraban Shikamaru y Chōji, explicando el uso de las armas. El Nara, molesto por haber sido interrumpido en medio de su explicación, les envió una mala mirada a ambas chicas. Desde que les habían asignado como misión ayudar a los sensei's de la academia con las clases, ambas chicas habían llegado tarde a casi todas las sesiones.
[T/N] saludó amistosamente a los alumnos un par de años más pequeños que ellos y se fue a sentar al lado de Chōji, quien le hizo un espacio a su lado.
— Bien... como seguía explicando antes de esta interrupción, los shuriken deben de cogerse de esta forma, para evitar cortes innecesarios a la hora de las batallas. También existe una forma con la que hay que lanzarlos, no es tan simple. Si queremos que llegue directamente a nuestro enemigo, hay que tener en cuenta la distancia, la fuerza, la puntería y muchos otros factores, pero principalmente los tres primeros mencionados son los más importantes...— Shikamaru explicaba seriamente el funcionamiento de las armas, paseándose por la sala para mostrarles a todos los alumnos la forma de tiro, junto al movimiento de muñeca y la pose del cuerpo—.
Ino rodó los ojos divertida al verlo explicar como si fuese un profesional. Miró de reojo a su amiga y compañera, para pillarla viendo casi embobada al pelinegro. Levantó una ceja divertida pero prefirió no decir nada. Desde que eran pequeños que aquello pasaba, por ambos adolescentes, pero ninguno hacía o decía algo para pasar al siguiente nivel.
— Ahora, iremos a la zona de entrenamiento para practicar taijutsu todos juntos. Chōji e Ino les explicaran hoy.
Todos se levantaron y se fueron deprisa a la zona de entrenamiento para esperar pacientemente su próxima clase. Chōji se fue encaminando con el sensei, dejando a Ino atrás. La rubia rápidamente lo siguió, dejando a los dos restantes solos en la sala.
Shikamaru ignoró su presencia y prefirió ordenar y guardar sus armas de combate que mostró a los alumnos.
Todavía seguía muy molesto por el comportamiento que la chica había tomado ayer por la noche cuando volvían de cenar todos juntos y se encontraron con Neji y su equipo. No eran nada, y lo sabía perfectamente, pero le molestaba que ella se relacionara con otros hombres. Más aún cuando el Hyūga en específico iba detrás de ella, esperando un poco más que amistad, aunque aquello [T/N] no lo sabía.
— Shikamaru... ¿estás enfadado conmigo? ¿He hecho algo que te molestara?
El pelinegro ignoró sus preguntas, y optó por mejor salir de ahí antes de que los celos hablaran por él. Pasó por su lado chocando ambos hombros con un poco más de fuerza de la necesaria.
[T/N] confundida se quedó quieta en mitad de la clase, viendo cómo el cuerpo de Shikamaru se alejaba por la puerta para ir con el resto de sus compañeros de equipo. Respiró profundamente y cerró sus ojos para evitar las lágrimas en su rostro. Se reprimió mentalmente por andar detrás de un chico que casi siempre la trataba mal y parecía no caerle bien.
Apretó los puños con fuerza, y con un sermón en su mente dirigido a si misma, caminó a pisotones hacia la salida de aquellas cuatro paredes.
Si Shikamaru no quería hablarle bien por él, entonces ella ignoraría su existencia. Ya no iba a andar detrás de él. No era el único chico en toda la aldea de la hoja. A ver si aquello le dolía como le dolía a ella, pensó la ojiazul con un burbujeo de venganza creciendo dentro de ella al tener pensado algo.
