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El aire de Konoha estaba impregnado de flores de cerezo, y los pétalos danzaban suavemente con la brisa. Shisui Uchiha, un joven shinobi de 18 años, se encontraba en el jardín del clan Nara, donde se llevaban a cabo las negociaciones entre clanes. Se sentía algo fuera de lugar, inmerso en un entorno que, aunque pacífico, lo mantenía alerta. Sin embargo, todo cambió en un instante.
Cuando su mirada se cruzó con la de [T/N] Nara, su corazón dio un vuelco. Ella estaba de pie, con una expresión tranquila en su rostro, observando el vaivén de los clanes. Sus ojos eran como dos luceros que iluminaban el mundo sombrío de un shinobi, y el modo en que el sol brillaba sobre su cabello largo y sedoso dejó a Shisui momentáneamente sin aliento.
—¿Eres Shisui Uchiha? —preguntó ella, con una voz melodiosa que resonó en su corazón.
—Sí, lo soy. ¿Y tú? —respondió él, sintiendo que el tiempo se detenía a su alrededor.
—Soy [T/N] Nara —dijo, sonriendo suavemente—. He oído hablar mucho de ti.
La conexión entre ellos fue instantánea, una chispa que encendió una llama que nunca podría apagarse. A medida que hablaban, Shisui se dio cuenta de que [T/N] no solo era hermosa; tenía una inteligencia brillante y una bondad que resonaba en su interior. Pasaron horas conversando, compartiendo risas y sueños, y al final del día, cuando se despidieron, Shisui sintió que había encontrado a alguien verdaderamente especial.
—Espero volver a verte pronto, [T/N] —le dijo, su voz cargada de emoción.
—Yo también lo espero, Shisui.
Desde ese día, comenzaron a encontrarse regularmente. Cada vez que estaban juntos, el mundo se desvanecía a su alrededor. Su amor era chispeante, lleno de pasión y promesas. Disfrutaban de paseos bajo los árboles en flor, y cada momento compartido era como un destello de luz que iluminaba sus corazones. Shisui, con su personalidad carismática y su intenso amor de Uchiha, estaba completamente embelesado por [T/N]. La forma en que ella sonreía, la calidez de su risa, lo hacía sentir como si todo fuera posible.
El vínculo entre ellos se profundizó aún más cuando [T/N] anunció que estaban esperando un hijo. La alegría de Shisui fue inmensa, y su amor por ella solo se intensificó.
—Te prometo que siempre estaré a tu lado —le dijo, tomando su mano y mirándola a los ojos con la intensidad típica de su clan—. Nada nos separará.
Pero, a medida que su felicidad crecía, también lo hacía la sombra de la traición que se cernía sobre ellos. Un grupo radical dentro del clan Uchiha, temeroso de la conexión de Shisui con [T/N] y de la influencia que podría tener en su lealtad al clan, comenzó a tramar un oscuro plan.
—Esa mujer es una amenaza —murmuraban en los rincones oscuros del clan—. Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde.
Un día, mientras Shisui estaba en una misión fuera de Konoha, los extremistas decidieron que era el momento adecuado para atacar. Con una brutalidad inimaginable, irrumpieron en la casa de los Nara, donde [T/N] se encontraba sola. Su objetivo era claro: eliminarla antes de que su vínculo con Shisui se volviera más fuerte.
Atrapada y asustada, [T/N] intentó luchar, pero fue superada en número. Golpes, insultos y el terror de lo que podría suceder a su futuro hijo llenaron el aire. En medio de la violencia, uno de los atacantes lanzó un golpe directo a su estómago, un acto que resonó en el corazón de Shisui incluso a kilómetros de distancia.
Fue Itachi quien, al enterarse del ataque, se apresuró a buscar a su hermano.
—Shisui, ¡tienes que regresar! ¡Están atacando a [T/N]! —gritó, su voz llena de urgencia.
En ese momento, el corazón de Shisui se detuvo. Las palabras de su hermano fueron como un cuchillo atravesando su pecho. No podía imaginar lo que estaba sucediendo y, con un fuego en su interior, corrió hacia Konoha con una velocidad deslumbrante.
Al llegar, lo que vio fue un panorama desgarrador. Su mundo se desmoronó cuando vio a [T/N] en el suelo, con moretones y heridas, el terror en sus ojos. Los extremistas del clan Uchiha estaban a su alrededor, riendo y disfrutando de su sufrimiento. Un rugido de furia y desesperación brotó de Shisui mientras corría hacia ella.
—¡NO! —gritó, su voz resonando con una intensidad que hacía eco en los corazones de los presentes—. ¡Basta!
La ira de un Uchiha liberada era algo aterrador, y en ese momento, todo su poder se desbordó. La traición y la desesperación lo impulsaron a un estado de furia pura. Sus ojos brillaron con el Mangekyō Sharingan, el poder de su clan fluyendo a través de él mientras se preparaba para la batalla.
—¿Shisui? —susurró [T/N], su voz temblorosa, pero llena de amor y esperanza.
—Estoy aquí, [T/N]. —Acarició su rostro con una ternura desesperada—. ¡Nunca más te dejaré!
La batalla que siguió fue brutal. Cada golpe que lanzaba Shisui era un reflejo de su amor por [T/N] y de su ira hacia aquellos que se atrevían a hacerle daño. Cada movimiento era poderoso y lleno de determinación, una danza mortal entre la venganza y la protección.
—¡Esto es por lo que le hicieron a ella! —gritaba mientras derribaba a los atacantes uno tras otro—. ¡Nunca más tocarán a los que amo!
A medida que la pelea se intensificaba, la brutalidad de los golpes de los extremistas dejó marcas irreparables. Fue en el clímax de la batalla, en un momento de locura y desesperación, cuando Shisui sintió una ola de horror al darse cuenta de la magnitud de la traición.
—¡No! —gritó, al ver que otro golpe impactaba contra el abdomen de [T/N]—. ¡No, no, no!
En ese instante, todo su poder estalló. Su Sharingan brilló intensamente, y la ira que había acumulado se convirtió en una explosión de energía descontrolada.
Cuando la última sombra del clan radical fue derrotada, Shisui se arrodilló junto a [T/N], su cuerpo temblando mientras sostenía su cabeza en su regazo. La escena era devastadora. Las heridas en su cuerpo eran profundas, pero lo que más le dolía a Shisui era la pérdida de su hijo. [T/N] había sufrido demasiado.
—Shisui... —murmuró ella, sus ojos llenos de amor y dolor—. Lo siento... no pude...
—No digas eso, [T/N]. —Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos—. Te prometo que esto no terminará así. Te protegeré a ti y a la memoria de nuestro hijo. Nunca permitiré que esto vuelva a suceder.
Mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno, Shisui sintió que el peso de su amor y su pérdida lo consumían. Pero también sintió que, a través de esa tristeza, había un fuego que lo impulsaría a seguir adelante. Su amor por [T/N] y el recuerdo de lo que habían perdido le darían la fuerza para enfrentar cualquier desafío, para luchar no solo por su amor, sino también por su legado.
—Te prometo, [T/N], —susurró, su voz llena de emoción—. Siempre estaré contigo. Nunca más te dejaré ir.