இ o35. Senju Tobirama.

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Bajo el resplandor del sol, Tobirama Senju caminaba por las calles de Konoha, su mirada fija y seria como siempre

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Bajo el resplandor del sol, Tobirama Senju caminaba por las calles de Konoha, su mirada fija y seria como siempre. El cabello blanco, corto y liso, caía sobre su frente con elegancia, y sus ojos rojos brillaban intensamente, como dos rubíes en un mar de calma. Tobirama no era conocido por ser alguien cálido o amable; su seriedad y frialdad eran legendarias dentro y fuera de su clan. Gobernado por la lógica y el deber, siempre mantenía un semblante imperturbable, sin importar la situación.

Sin embargo, había una persona que lograba, de una manera inexplicable, agitar su calma interior: [T/N] Yamanaka. La vivacidad y la chispa de energía que emanaba de ella chocaban con la tranquilidad metódica de Tobirama, y aunque lo irritaba en muchos sentidos, también despertaba algo dentro de él que ni siquiera podía entender.

—¡Tobirama! —la voz melodiosa de [T/N] lo alcanzó antes de que pudiera verla.

Tobirama detuvo su andar por un segundo, sintiendo esa familiar oleada de irritación. Sabía lo que estaba por venir. Aunque la ignorara, ella siempre encontraba la forma de hacerlo reaccionar. Reanudó su caminata, manteniendo su expresión inmutable, esperando que esta vez ella se aburriera.

—¿No vas a saludarme? —preguntó [T/N], apareciendo a su lado con una sonrisa radiante—. Vaya, qué grosero.

—No tengo tiempo para charlas inútiles —respondió él, con su tono grave y distante, sin dignarse a mirarla.

—Claro, claro. El gran Tobirama Senju, siempre tan ocupado —se burló [T/N], caminando a su lado con un aire despreocupado—. Pero sé que por dentro estás feliz de verme.

Tobirama frunció el ceño. Las palabras de [T/N] solían irritarlo, no porque fueran ofensivas, sino porque, en parte, tenía razón. Había algo en su presencia que lo descolocaba, algo que lo hacía sentir incómodo, pero no en el sentido negativo. Era esa clase de incomodidad que te recuerda que eres humano.

—Deberías aprender a comportarte con más seriedad, [T/N] —respondió él con su típica dureza—. No todo es un juego.

—¿De verdad? —ella se detuvo frente a él, con las manos en las caderas y una sonrisa desafiante—. Porque a mí me parece que te vendría bien relajarte un poco. Siempre tan rígido y... —lo señaló de arriba a abajo—... abrumadoramente serio. ¿No te cansas?

Tobirama la miró fijamente, sus ojos rojos brillando con una mezcla de molestia y algo más, algo que nunca había sentido antes de conocerla. Era frustrante cómo ella podía leerlo tan bien, o al menos, lo suficiente como para saber que sus palabras lo afectaban. El corazón de Tobirama, siempre en calma y controlado, comenzaba a latir un poco más rápido de lo habitual, y eso no le gustaba en lo más mínimo.

—No necesito tus consejos —dijo en voz baja, pasando a su lado, intentando ignorarla.

[T/N] soltó una risa suave y se apresuró a caminar junto a él, sin intención de dejarlo en paz.

—Oh, vamos, Tobirama. No te enojes —dijo, claramente divirtiéndose al ver su ceño fruncido—. Sabes que lo hago porque te ves muy divertido cuando te molestas. Esa pequeña mueca de irritación que haces... ¡es adorable!

Al escuchar esa palabra, "adorable", algo en Tobirama se rompió. Se detuvo bruscamente y la miró con una mezcla de incredulidad y furia contenida. La frialdad que solía acompañar su mirada se transformó en una chispa de enojo.

—¿Adorable? —repitió, su tono firme y serio—. ¿Crees que me molesta porque me diviertes?

—¡Exactamente! —respondió [T/N], con una risa divertida que resonó en el aire—. Tu expresión ahora mismo es prueba de ello.

Tobirama apretó la mandíbula, y por un instante, su mueca de molestia se hizo más pronunciada. Pero al ver cómo [T/N] lo miraba con esa sonrisa burlona, una chispa de confusión y algo que se parecía al desconcierto apareció en su corazón. ¿Cómo podía alguien disfrutar tan descaradamente de su irritación? Y lo más perturbador: ¿por qué una parte de él no podía evitar sentir una cierta calidez por su presencia?

—Me molestas —dijo él finalmente, aunque sus palabras no tenían el peso que esperaba.

[T/N] sonrió aún más ampliamente, acercándose a él sin miedo, incluso cuando su rostro todavía mostraba esa mueca de irritación.

—Y tú me fascinas, Tobirama Senju. Con ese semblante frío y distante, eres como un enigma sin resolver. ¿Qué hay detrás de esos ojos rojos? ¿Será que en el fondo tienes un corazoncito? —le lanzó una mirada traviesa, sabiendo perfectamente que sus palabras lo desconcertarían aún más.

Tobirama sintió cómo su corazón daba un vuelco en su pecho, una reacción inusual que lo descolocaba. [T/N] seguía riéndose suavemente, claramente disfrutando del efecto que causaba en él. Tobirama, normalmente compuesto y controlado, sentía su autocontrol tambalearse cada vez más.

—No soy un enigma que debas resolver, [T/N] —respondió él con una frialdad más forzada que nunca—. No me interesa en absoluto lo que pienses.

—Mmmm... No sé si te creo —dijo ella, cruzándose de brazos y mirándolo con una ceja arqueada—. Porque si realmente no te interesara, no estarías tan enojado.

Tobirama inhaló profundamente, intentando recuperar el control que sentía perder cada vez que ella se acercaba demasiado. El latido acelerado de su corazón lo estaba traicionando, y aunque intentaba reprimirlo, sabía que [T/N] podía percibirlo.

—No estoy enojado —mintió.

[T/N] soltó una carcajada, llevándose una mano a la boca para intentar contenerla, aunque sin mucho éxito.

—¡Oh, claro que sí lo estás! —dijo ella, acercándose aún más a él—. Y lo peor es que te ves aún más atractivo cuando te enojas. Pero... no es justo que me hagas esto, Tobirama. Si te pones así, me obligas a molestarte más.

Tobirama sintió cómo la frustración comenzaba a mezclarse con algo más dentro de él. No podía entender por qué, pero cada vez que ella lo miraba así, cada vez que ella se acercaba, su autocontrol comenzaba a fallar. [T/N] tenía un poder sobre él que ningún enemigo había tenido jamás.

Intentó alejarse, pero sus pies parecían estar clavados en el suelo, como si una parte de él quisiera quedarse allí, cerca de ella, a pesar de todo.

—Eres insensata —dijo finalmente, su voz más suave de lo que pretendía.

—Y tú eres imposible —respondió ella, con una sonrisa que, para su desconcierto, logró que su corazón diera otro vuelco.

El silencio se asentó entre ellos por un momento. Tobirama la miró, sus ojos rojos observando cada detalle de su rostro, desde la forma en que sus ojos brillaban con entusiasmo, hasta la curva de su sonrisa traviesa. Algo en su interior, algo que siempre había mantenido encerrado, comenzaba a agitarse.

—No entiendo por qué sigues aquí —dijo él finalmente, intentando mantener su fachada seria—. No deberías estar molestando a alguien más.

—Porque, Tobirama —dijo [T/N] suavemente, dando un paso más cerca de él, invadiendo por completo su espacio personal—, me gusta molestarte. Y creo que, en el fondo, a ti te gusta que lo haga.

Tobirama la miró en silencio, sin saber qué responder. Su corazón seguía latiendo con fuerza, y por primera vez en mucho tiempo, se sentía vulnerable.

Antes de que pudiera decir algo más, [T/N] le dio una suave palmada en el brazo y se giró para irse, dejando a Tobirama parado allí, con el corazón agitado y su mente en caos.

—Nos vemos mañana, Tobirama —dijo con una sonrisa antes de desaparecer entre las calles de Konoha.

Tobirama, por primera vez en su vida, no supo qué hacer.

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Amé este cap. <3

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora