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Obito estaba sentado en una de las grises y oscuras salas de la guarida de Akatsuki, con la cabeza inclinada hacia un lado y su mano apoyada en su máscara. Suspiró con un deje de cansancio, pero una pequeña sonrisa juguetona se asomó bajo su máscara. Tenía un objetivo claro para el día: molestar a [T/N], su compañera en Akatsuki, con su característico humor sarcástico y comentarios provocadores. Era su pasatiempo favorito, principalmente porque ella tenía poca paciencia y explotaba con facilidad.
—Hmm... ¿Qué será esta vez? —murmuró para sí mismo, imaginando las reacciones de [T/N]. Siempre intentaba mantener la calma, pero él sabía cómo presionar los botones adecuados para verla perder la compostura. Era algo casi demasiado fácil, pero nunca se cansaba.
Obito se puso de pie, estirándose antes de salir en su búsqueda. No tuvo que caminar mucho antes de encontrarla en uno de los pasillos, revisando un mapa de la misión que ambos tenían asignada.
—¡[T/N]! —exclamó alegremente, caminando hacia ella mientras la observaba de arriba abajo con su única pupila visible. Su tono estaba cargado de una picardía evidente—. Estaba pensando... ya que somos compañeros, ¿por qué no compartimos más cosas? Ya sabes, como nuestras "necesidades" personales. Tal vez, ¿una noche en la guarida solo tú y yo?
[T/N] giró lentamente su cabeza hacia él, con una expresión que mezclaba incredulidad y fastidio.
—Obito, deja de decir tonterías. Tenemos una misión, no hay tiempo para tus estupideces —replicó con voz firme, aunque su ojo comenzaba a temblar levemente, señal de que su paciencia se agotaba.
Obito se acercó un poco más, inclinándose hacia ella mientras colocaba una mano sobre su corazón dramáticamente.
—Ay, [T/N], hieres mi pobre corazón. Pero no puedo evitarlo, estar a tu lado siempre me llena de... inspiración. ¿No lo sientes tú también?
[T/N] lo fulminó con la mirada, tomando aire profundo para mantener la calma. Era siempre el mismo juego con Obito, y aunque ella trataba de ignorarlo, no podía evitar que le irritara lo fácil que él hacía que todo se convirtiera en un chiste.
—Si no vas a tomar las cosas en serio, mejor vete —dijo con una clara advertencia en su tono.
Pero Obito, lejos de retroceder, se inclinó aún más, su máscara casi rozando su hombro mientras le susurraba:
—No puedo tomarlo en serio, porque si lo hiciera, creo que no podría mantener mis manos lejos de ti, [T/N]. Aunque, ¿quién podría culparme, verdad?
Eso fue suficiente para que [T/N] finalmente explotara. Se giró bruscamente, con la intención de darle un golpe, pero Obito ya había desaparecido con su característico Kamui, riendo bajo su máscara desde otra dimensión.
—¡Maldito idiota! —gritó ella al aire, frustrada.
Obito reapareció a varios metros de distancia, completamente ileso y con una sonrisa traviesa en su rostro.
