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Después de la Cuarta Gran Guerra Ninja, el mundo había encontrado un poco de paz, aunque para Shikamaru, esa paz a veces era... ¿cómo decirlo? Algo monótona. Como asistente de Naruto en la oficina de Hokage, los días se llenaban de papeleo y estrategias, nada que le apasionara demasiado, y como siempre, le parecía un verdadero fastidio. Hasta que, un día, algo diferente sucedió.
[T/N], quien trabajaba en la administración de la aldea, llegó a la oficina de Hokage con un pequeño y encantador detalle: una bandeja llena de dango. La bandeja era para compartir, pero Naruto, ocupado con otros asuntos, dejó a Shikamaru a cargo de recibirla.
—Vaya, Shikamaru, ¿te vas a comer todo esto tú solo? —le preguntó [T/N] en tono de broma, arqueando una ceja.
Shikamaru apenas se dignó a mirar, cruzándose de brazos y soltando un bostezo amplio.
—Ah, qué molestia... Claro que no, es para compartir —respondió, antes de tomar un dango despreocupadamente y morderlo.
[T/N] se rió por lo bajo y, al ver la expresión de Shikamaru, no pudo evitar un comentario:
—No sabía que serías capaz de mostrar tanto entusiasmo por algo tan simple como dango —dijo con una sonrisa traviesa.
Él se encogió de hombros, y aunque parecía aburrido, su mirada la seguía con interés disimulado. Shikamaru solía evitar las complicaciones, y [T/N]... bueno, a ella le encantaba complicarle un poco la vida. Conocía cada uno de sus trucos para evadir responsabilidades y cómo torcer cualquier situación a su favor, así que decidió probar una idea para ponerle algo de diversión a su rutina.
—Oye, Shikamaru... ¿qué te parece un pequeño reto? —propuso [T/N], tomando un dango y mordiéndolo lentamente.
Él la miró de reojo y suspiró, aunque en el fondo, ya sentía una chispa de curiosidad.
—¿Qué tipo de reto?
—Si logras ganarme en un juego de shōgi, te invito a cenar donde tú elijas. Pero si pierdes, tú me invitas a cenar en el restaurante más caro de la aldea.
Él arqueó una ceja y esbozó una pequeña sonrisa divertida.
—¿Eso crees? Está bien, pero luego no te quejes cuando me veas devorar el menú entero —dijo, con una mezcla de confianza y diversión.
Se acomodaron en el rincón de la oficina donde Shikamaru solía jugar shōgi para relajarse. A pesar de su desgano inicial, no podía negar que se sentía emocionado; era la primera vez que [T/N] se atrevía a retarlo así, y aunque sabía que la derrotaría, el solo hecho de pasar tiempo con ella le resultaba sorprendentemente entretenido.
Con el primer movimiento, [T/N] mostró una estrategia inesperada, lo que lo hizo fruncir el ceño y volver a bostezar, esta vez por sorpresa.
—Pensé que esto sería fácil —murmuró, rascándose la nuca.
—Oh, no te preocupes, Shikamaru. No soy de las que se rinden tan rápido —le respondió con una sonrisa pícara.
La partida fue reñida, y aunque Shikamaru sabía que no debía complicarse, se dejó llevar por el momento. En cada movimiento de ella, había un toque de astucia que le sorprendía, y por primera vez, notó que estaba siendo vencido. Cuando finalmente se dio cuenta, el tablero estaba a su favor.
—Vaya, esto es... interesante —admitió con resignación, pero también con un toque de diversión.
Al caer la noche, ambos se dirigieron al restaurante más exclusivo de Konoha. Shikamaru apenas podía creer lo que acababa de pasar, y mucho menos que estaba cumpliendo con su parte del trato. [T/N] no paraba de sonreír, disfrutando de su victoria y, claro, de la comida.
—No puedo creer que me hayas ganado —murmuró Shikamaru, entre bocado y bocado.
—No es tan difícil, si sabes cómo jugar tus cartas —respondió ella, riendo suavemente y mirándolo con picardía.
Shikamaru, por primera vez, dejó de lado su pose de aburrido y la miró directamente a los ojos. Ella notó que sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.
—Sabes... eres un verdadero fastidio —dijo, sonriendo con una expresión que combinaba cansancio y ternura.
—Lo mismo digo, Shikamaru. —Le guiñó un ojo, levantando su copa para hacer un brindis.
Esa noche, Shikamaru comprendió que algunas "molestias" valían la pena, sobre todo si incluían a [T/N].
