இ o94. Uchiha Obito.

2.8K 216 56
                                        

La Cuarta Guerra Ninja alcanzaba su punto álgido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La Cuarta Guerra Ninja alcanzaba su punto álgido. El campo de batalla era un caos de explosiones, gritos y el resonar de espadas chocando. En medio de la vorágine, Obito Uchiha permanecía en lo alto de una colina, observando el conflicto con ojos imperturbables. Su mente seguía fija en su objetivo: el Tsukuyomi Infinito. El mundo debía ser reconstruido, sin dolor, sin pérdida... sin [T/N].

Pero entonces, algo cambió. Una energía familiar, un destello de vida que creía perdido, lo golpeó como un rayo. Allí estaba ella. Entre el tumulto de ninjas, [T/N] lideraba un grupo de aliados en un esfuerzo desesperado por proteger a los heridos. Su cabello ondeaba con el viento, su rostro marcado por la fatiga, pero su mirada seguía ardiendo con una determinación que él recordaba tan vívidamente.

—Imposible... —murmuró, su voz apenas audible mientras el mundo parecía detenerse.

Por un instante, todo el odio que había acumulado durante años se desmoronó. Una ráfaga de emociones lo atravesó: incredulidad, esperanza, miedo. Había pasado tanto tiempo convencido de que ella había muerto, que ahora verla allí, viva y luchando, lo dejó paralizado. Pero ese momento de tranquilidad se rompió abruptamente cuando una sombra familiar emergió detrás de ella.

Madara Uchiha.

El anciano Uchiha se alzó como una figura imponente, observando a [T/N] con la indiferencia de un depredador evaluando a su presa.

—Tanta lucha inútil... —murmuró Madara, levantando su mano. El Susanoo se materializó a su alrededor, su energía oscura irradiando un aura devastadora. —Un obstáculo más que eliminar.

Obito sintió un nudo en el estómago al ver cómo Madara comenzaba a desatar un ataque directo hacia ella. Sin pensar, activó su Kamui y desapareció en un destello negro, colocándose justo frente a [T/N].

—¡Madara, detente! —gritó, su Sharingan brillando con intensidad. Extendió ambas manos, y en un instante, una barrera translúcida hecha de chakra oscuro se alzó entre ellos. El golpe del Susano'o de Madara chocó contra la barrera con un estruendo ensordecedor, pero Obito no flaqueó. Mantuvo la defensa con una fuerza inquebrantable, su mirada fija en Madara.

—¿Qué estás haciendo, Obito? —preguntó Madara, frunciendo el ceño con desaprobación. —¿Te atreves a interferir conmigo por... ella?

—No sabes lo que estás diciendo, Madara. —La voz de Obito era baja, pero cada palabra estaba cargada de furia contenida. —No permitiré que la lastimes. Si intentas tocarla de nuevo, será tu fin.

Madara alzó una ceja, sorprendido por la amenaza. Su expresión fría no cambió, pero su tono adquirió un matiz burlón.

—Así que aún eres débil, como lo eras antes. Los sentimientos son una carga, Obito. Ya deberías saberlo.

—Los sentimientos son lo único que me mantienen vivo. —Obito bajó la barrera lentamente, asegurándose de que Madara no intentara otro ataque. Luego giró hacia [T/N], que lo miraba con una mezcla de asombro y lágrimas en los ojos.

—¿Eres... realmente tú, Obito? —preguntó ella con voz temblorosa. Su mano se levantó lentamente, como si temiera que tocarlo pudiera hacerlo desaparecer.

—Soy yo, [T/N]. —Su voz, por primera vez en años, era suave. Extendió su mano hacia ella, sus dedos apenas rozando los suyos. —Pensé que te había perdido para siempre.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de [T/N], pero no apartó la mirada. Lo abrazó repentinamente, envolviéndolo con toda la fuerza que le quedaba. Obito se quedó inmóvil por un momento, antes de cerrar los ojos y devolver el abrazo, apoyando su rostro en su cabello.

—He vivido en un infierno desde que creí que habías muerto. Todo lo que hice... fue porque no podía soportar un mundo sin ti.

[T/N] se separó ligeramente, lo suficiente para mirarlo a los ojos.

—Obito... aún hay tiempo para cambiar todo esto. —Tomó su rostro entre sus manos. —No importa lo que hayas hecho. Estoy aquí ahora.

Él asintió, incapaz de hablar, y se inclinó hacia ella. Sus frentes se tocaron primero, y luego, sus labios. Fue un beso cargado de emociones: dolor, amor, esperanza. Todo lo que no había podido decirle en todos esos años estaba en ese momento.

El mundo podría haberse acabado en ese instante, y ninguno de los dos habría notado la diferencia. Pero, como siempre, el destino tenía otros planes.

—¿Es en serio? —La voz de Kakashi rompió la burbuja.

Ambos se separaron rápidamente, girándose para ver al ninja de cabello plateado de pie, con los brazos cruzados y una ceja levantada.

—¿Estamos en medio de una guerra y deciden que este es el mejor momento para un reencuentro romántico?

Obito soltó una carcajada, una risa que no había escapado de su garganta en años.

—Siempre tan oportuno, Kakashi. —Miró a [T/N], todavía sonriendo, y luego volvió a besarla, esta vez con calma y una promesa en sus ojos.

—Te prometo, [T/N], que haré las cosas bien esta vez. Lo haré por nosotros.

Se separaron, y Obito miró a Kakashi con una nueva determinación.

—Vamos a acabar con esto. Y cuando lo hagamos, ella y yo tendremos el futuro que nos fue arrebatado.

Obito, junto a [T/N], miró hacia el campo de batalla con una nueva determinación. El ruido de la guerra seguía a su alrededor, pero él ya no estaba mirando hacia el futuro con el mismo vacío que antes. Ahora, tenía un propósito renovado: proteger a [T/N], proteger su amor, y detener el caos de una vez por todas.

Kakashi observaba la escena con una sonrisa leve, sus ojos entrecerrados, como si ya supiera lo que había ocurrido entre ellos. Se adelantó un paso, cruzando los brazos con su habitual actitud relajada pero con un toque de seriedad.

—Ya era hora, Obito —dijo Kakashi, su tono más suave que nunca. —Sabes, [T/N] me tenía como su paño de lágrimas cada vez que salíamos a beber. Siempre hablaba de ti, de lo que pudo haber sido, de lo que hiciste... y, sinceramente, creo que ya estaba cansada de consolarse con mi pobre y adolorido hombro.

Obito soltó una risa baja, pero cálida, una risa que lo devolvía a tiempos más simples, cuando él y Kakashi eran solo un par de niños traviesos en la aldea, sin la pesada carga de lo que el futuro les tenía reservado.

—¿De verdad? —dijo Obito, entre risas, mirando a Kakashi con una expresión de vieja camaradería. —Pues parece que ahora no tendrás que ser el confidente de [T/N] después de todo, ¿verdad? Ya no tendré que desaparecer de nuevo. Ya no tendrás que aguantarme mientras ella llora sobre tu hombro.

Kakashi, siempre tan reservado, no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa juguetona; él añoraba aquel tipo de conversaciones bromistas con su compañero.

—Eso es algo que definitivamente no me perderé, amigo mío. —Su tono se suavizó, pero no dejó de mirar a Obito con una mezcla de complicidad y afecto. —Lo que importa ahora es que estás aquí. Y eso... es todo lo que [T/N] siempre quiso.

Obito se echó hacia atrás, mirando a Kakashi con una sonrisa amplia, la misma sonrisa de los días en que compartían risas en las misiones y no sabían qué les depararía el destino.

—Entonces, Kakashi, no tienes que preocuparte más. Voy a hacer las cosas bien esta vez. Ya no tienes que ser el intermediario entre nosotros. —Su voz se tornó más firme. —Ahora, déjame hacer lo que tengo que hacer.

Con un último vistazo a [T/N], que lo miraba con una sonrisa tranquila, Obito se preparó para dar el siguiente paso en la guerra, no solo como un enemigo o un hombre atormentado, sino como alguien decidido a construir un futuro con ella.

Y Kakashi, observando la escena, supo que el regreso de Obito significaba mucho más que una simple reconciliación. Había algo más grande en juego ahora. Algo que había estado esperando durante mucho tiempo.

இஇஇஇ

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora