இ o52. Uchiha Madara.

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La Cuarta Guerra Mundial Shinobi estaba en su apogeo

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La Cuarta Guerra Mundial Shinobi estaba en su apogeo. La batalla se desataba en el campo como un infierno descontrolado, con la Alianza Shinobi luchando desesperadamente contra Madara Uchiha, quien, con su poder recién resucitado y el control del Diez Colas, parecía ser una fuerza invencible. Naruto, Sasuke, Kakashi y muchos otros peleaban con todas sus fuerzas, pero las constantes estrategias y ataques apenas lograban ralentizarlo. Su poder parecía inagotable, su sed de dominación, insaciable.

Madara observaba el caos con una calma inquietante, como un dios sobre el campo de batalla. A su alrededor, shinobis caían por decenas. La desesperanza se cernía sobre el campo como una nube oscura, y hasta los ninjas más poderosos comenzaban a preguntarse si era posible derrotar a alguien como él.

— No hay nadie que pueda detenerme — afirmó Madara mientras desataba otra técnica devastadora. — Ni siquiera todos ustedes juntos son suficientes.

En ese momento, apareció Hashirama Senju, su antiguo amigo y rival, reanimado por la técnica Edo Tensei. Su rostro estaba tenso, pero sus ojos aún cargaban la chispa de esperanza, aunque se encontraba cansado por los constantes enfrentamientos con Madara.

— Madara, no tienes que hacer esto — le dijo Hashirama, sus palabras casi una súplica, aunque sabía que Madara era casi impenetrable a la razón.

— Siempre intentas detenerme, Hashirama — respondió Madara con desdén —, pero ni siquiera tú entiendes lo que es necesario para cambiar este mundo.

Hashirama entrecerró los ojos, notando la frialdad absoluta en la mirada de su viejo amigo.

Sabía que los lazos entre ellos se habían roto hacía mucho tiempo, pero también sabía algo que los demás ignoraban, algo que podría ser su única esperanza.

— Hay una persona que podría detenerte — dijo Hashirama, sus palabras un enigma que hizo eco en el campo de batalla.

Naruto, Sasuke y todos los que luchaban a su alrededor detuvieron sus ataques por un momento, confundidos por la declaración.

— ¿Qué dices, Hashirama? — preguntó Naruto, respirando con dificultad mientras recuperaba el aliento.

Hashirama mantuvo la mirada fija en Madara, observando cualquier cambio en su expresión.

— [T/N] — dijo con solemnidad.

El nombre resonó en el campo de batalla como una explosión silenciosa. Incluso Madara, que hasta entonces había mantenido una compostura inquebrantable, pareció congelarse por un segundo.

Sus ojos, siempre fríos y calculadores, se entrecerraron peligrosamente, y su mandíbula se tensó.

— No vuelvas a pronunciar su nombre, Hashirama — advirtió Madara con una voz tan baja que se sintió como un susurro mortal, pero todos pudieron percibir el peligro oculto detrás de esas palabras.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora