இ o83. Akasuna no Sasori.

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En una remota y tranquila aldea, lejos de las sombras de la Akatsuki, Sasori había encontrado un nuevo propósito en su vida

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En una remota y tranquila aldea, lejos de las sombras de la Akatsuki, Sasori había encontrado un nuevo propósito en su vida. Había dejado atrás la organización y se había establecido junto a [T/N], la mujer que había robado su corazón. Su hogar era un lugar acogedor, lleno de risas y alegría, donde los recuerdos de su vida anterior se desvanecían poco a poco, reemplazados por momentos de felicidad junto a su pequeña hija, Aiko.

Aiko era una niña de cinco años con grandes ojos curiosos que reflejaban la chispa de su madre y una travesura inherente a su padre. Su cabello, una mezcla del rojo profundo de Sasori y el oscuro de [T/N], caía en suaves ondas sobre sus hombros. Cada día, su risa llenaba el aire mientras exploraba el jardín, jugando entre las flores y construyendo castillos de arena, todo bajo la atenta mirada de su padre.

Sasori, que antes era conocido como el marionetista del desierto, ahora pasaba sus días cuidando de su familia. Había hecho una pequeña cabaña en el bosque, decorada con marionetas de madera que él mismo había creado, pero esta vez no eran herramientas de guerra; eran juguetes para su hija. La transformación de Sasori era notable; su corazón, que una vez estaba lleno de frialdad y ambición, había encontrado calidez y propósito en su familia.

—¡Papá, mira! —gritó Aiko, levantando un pequeño caracol que había encontrado entre las flores. Sus ojos brillaban con emoción mientras corría hacia él—. ¡Es tan bonito!

Sasori se agachó para mirar más de cerca, una sonrisa genuina iluminando su rostro.

—Es muy bonito, Aiko. Pero recuerda, debes ser gentil con él. Es un ser vivo, como tú —respondió, disfrutando del momento.

La vida parecía perfecta, llena de momentos sencillos y bellos. Sin embargo, el pasado de Sasori aún lo acechaba. A pesar de su decisión de dejar la Akatsuki, los ecos de su antigua vida no estaban tan lejos como él había deseado. Sabía que un día la organización podría intentar recuperarlo o, al menos, hacerle pagar por su deserción.

Un día, mientras [T/N] preparaba la cena y Aiko jugaba en el patio, un sentimiento de inquietud recorrió el cuerpo de Sasori. Su instinto le decía que algo no estaba bien. Justo en ese momento, la tranquilidad de su hogar fue interrumpida por una risa desquiciada que resonó en el aire.

—¡Sasori! ¡No te escondas! ¡Vine a jugar! —era Tobi, su antiguo compañero de la Akatsuki, quien había llegado en busca de venganza. Tobi, con su habitual locura, no había olvidado la traición de Sasori al abandonar la organización.

Sasori sintió un escalofrío recorrer su espalda. La última cosa que quería era poner en peligro a su familia. Sin pensarlo dos veces, se interpuso entre Tobi y su hogar, su rostro serio y decidido.

—Tobi, no quiero pelear contigo. He dejado atrás esa vida —dijo, intentando razonar con él.

—¡Pero tú me traicionaste! —gritó Tobi, su voz llena de furia—. No puedo dejarte ir así como así. ¡Tienes que regresar a la Akatsuki o pagar por tu traición!

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora