இ o66. Namizake Minato.

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Era una mañana tranquila en Konoha cuando [T/N] se despidió de Minato para partir en una misión importante

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Era una mañana tranquila en Konoha cuando [T/N] se despidió de Minato para partir en una misión importante. Los rayos del sol apenas comenzaban a iluminar la aldea cuando ella salió por las puertas, con una sonrisa tranquila y una confianza que siempre había impresionado a Minato. Como Hokage, estaba acostumbrado a ver a su esposa ir y venir de misiones peligrosas, pero esta vez algo en su interior le decía que algo andaba mal. Ignoró esa sensación, confiando en la habilidad de [T/N] como ninja y su capacidad para volver a salvo, como siempre lo había hecho.

—Te esperaré en casa —le dijo, dándole un último beso antes de verla marchar.

Los días pasaron lentamente. Minato mantenía su compostura, cumpliendo con su deber en la aldea, pero cada vez que se sentaba en su despacho, su mente volaba hacia [T/N]. Tenía el presentimiento de que algo estaba fuera de lugar. Su regreso se había retrasado, y no había recibido ningún mensaje de ella o de su equipo. Al principio, intentó tranquilizarse, pensando que tal vez la misión se había extendido o que las comunicaciones estaban caídas. Pero cuando pasaron tres días más sin noticias, su preocupación creció.

—Señor Hokage, aún no hemos tenido noticias del equipo de [T/N] —le informó Shikaku Nara, su consejero—. Podrían haber tenido algún retraso inesperado. Tal vez sea prudente enviar un equipo de búsqueda.

Minato se levantó de golpe de su asiento, el corazón latiendo más rápido de lo que él mismo esperaba.

—No —dijo con voz firme—. Yo mismo iré a buscarla.

Shikaku lo miró sorprendido.

—Minato, no puedes dejar la aldea sin liderazgo. Eres el Hokage. Debemos enviar a un equipo ANBU. Es lo más seguro.

—No hay nada más importante para mí que [T/N] —interrumpió Minato, con una determinación inquebrantable en sus ojos—. Ella es mi esposa, y si algo le ha pasado, lo descubriré yo mismo. No voy a quedarme sentado mientras está en peligro.

—Pero la aldea...

—La aldea puede esperar —respondió Minato, ya decidido.

No había duda en su voz. A pesar de la responsabilidad que conllevaba ser Hokage, Minato no podía permitirse el lujo de quedarse en su despacho mientras la persona que amaba podría estar en peligro. Rápidamente reunió lo necesario, dejando a Shikaku al mando temporalmente.

Antes de partir, Kakashi apareció en su oficina, observando el apuro de su sensei.

—Minato-sensei... ¿Vas a ir solo?

—Sí, Kakashi. Esto es algo que debo hacer por mi cuenta —respondió mientras ajustaba su capa de Hokage.

Kakashi lo miró con una mezcla de preocupación y respeto. Sabía que intentar detener a Minato sería inútil. Cuando se trataba de [T/N], Minato era imparable.

—Ten cuidado. Sabes que si necesitas ayuda, siempre puedes contar conmigo.

—Lo sé —dijo Minato con una leve sonrisa—. Pero ella me necesita ahora.

Con una última mirada hacia Kakashi, Minato desapareció en un destello de luz amarilla, usando su Hiraishin para salir de la aldea y dirigirse a las montañas al norte, donde había sido enviada la misión de [T/N]. El paisaje era frío y hostil, cubierto por una densa niebla que hacía difícil orientarse. A medida que avanzaba, su mente se llenaba de recuerdos: su primer encuentro con [T/N], las misiones que habían compartido, las promesas que se hicieron el día de su boda. Su determinación crecía con cada paso.

Los días pasaron mientras Minato recorría incansablemente cada rincón del camino que sabía que [T/N] había tomado. Encontró rastros de su equipo, señales de una lucha, pero nada concreto sobre el destino de su esposa. La desesperación comenzó a apoderarse de él, pero nunca dejó que la duda lo consumiera por completo. Se negaba a aceptar que no la encontraría.

Finalmente, después de días de búsqueda, llegó a un claro en el bosque donde encontró lo que quedaba del equipo de [T/N]. Las marcas en el suelo sugerían una batalla feroz. Los cuerpos de algunos compañeros yacían en el suelo, pero no había rastro de [T/N].

—[T/N]... —susurró, su voz quebrándose por la frustración y el miedo.

Un fuerte viento atravesó el claro, haciendo que las hojas caídas danzaran alrededor de él. No sabía si se trataba de una señal o simplemente el destino burlándose de su dolor, pero algo en ese lugar le hacía sentir que su esposa había estado ahí, que había luchado.

A pesar de no encontrarla, algo en su interior le decía que ella aún estaba viva. Minato cerró los ojos y se concentró, intentando sentir la energía de [T/N]. Aunque no logró localizarla, no se permitió pensar lo peor. Sabía que ella era fuerte, que nunca se rendiría fácilmente.

Se arrodilló en el suelo, tocando el lugar donde los rastros de la batalla eran más intensos. Una oleada de emociones lo inundó, pero Minato no podía permitirse el lujo de dudar ahora. Tomó aire, se puso de pie y, con una mirada decidida, juró que seguiría buscándola, no importa lo que le costara.

—Te encontraré, [T/N]. No importa cuán lejos estés, no importa lo que tenga que dejar atrás. Iré hasta el fin del mundo si es necesario —susurró al viento.

El cielo comenzó a oscurecerse, y una tormenta se acercaba rápidamente. Minato se cubrió con su capa, pero su mirada nunca dejó de estar fija en el horizonte. A lo lejos, entre la neblina, algo se movía, pero antes de que pudiera distinguir lo que era, desapareció. Una figura esquiva, una sombra entre las sombras.

Minato entrecerró los ojos, y aunque su corazón le decía que no podía rendirse, el misterio de lo que le había ocurrido a [T/N] lo mantenía en vilo. No sabía si estaba viva o si algo peor había ocurrido, pero no descansaría hasta saber la verdad. El peso de ser Hokage ya no importaba, la aldea quedaría en manos de otros, pero [T/N] era su mundo, y no podía perderla.

La lluvia comenzó a caer, oscureciendo el suelo bajo sus pies, pero Minato siguió adelante, con la promesa firme en su corazón de que encontraría a su esposa, sin importar lo que tuviera que sacrificar en el proceso.

El destino de [T/N] seguía siendo un misterio, pero una cosa era segura: Minato Namikaze, el Cuarto Hokage, no descansaría hasta que volviera a tenerla en sus brazos, sin importarle el costo.

Con la lluvia como su única compañía, desapareció en un destello amarillo, dejando atrás la aldea de Konoha y todo lo que alguna vez significó para él, decidido a seguir buscando, sin importar dónde lo llevara el camino.

El destino de ambos quedó en suspenso, envuelto en el misterio de lo desconocido.

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De vez en cuando hay que dejar finales abiertos y llenos de misterio jajdjskdks.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐍𝐀𝐑𝐔𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora