Un Dragón bajo la tormenta

11: Dragón de fuego

Pensar en Draco bajo la ducha... con las gotas de agua cayendo una tras otra en su cabeza, recorriendo su pelo, su rostro, su cuello, su pecho... mostrando su anatomía masculina imperfecta, con esa piel tan blanca y pálida, con sus caderas afiladas y el trasero más o menos generoso, preguntándose el hecho de ¿Que tanto aguantaban sus caderas para hacer el amor?

¡Bueno! Sucedía, ahora ella estaba pensando en idioteces ¡Perfecto! Ya ni se acordaba de como Ron hacía el amor... bueno, de como tenía sexo con ella y punto, si, manera tradicional, del misionero, se satisfacía y punto...

Ok... ¿Quien le decía a ella que el arrogante de Malfoy no fuese igual? ¿Quien le aseguraba que fuera un excelente amante? ¿Quién le decía que no era como todos los otros tipejos que gozaban solos?

¡Joder, joder, joder!

¡Bueno, quizás debería ir y decirle: "Draco, necesito la lista de tus amantes para que me confirmen tus artes amatorias y así pensar en entregarme a ti"! ¡Si claro! ¡Lo menos en lo que pensaría sería en hacer el amor con el! ¡Claro que no! O sea, ella era una mujer de principios firmes y decentes, no traicionaría a su novio y el sexo no le era indispensable

¿O acaso si? MMM… Esto…

¡Por supuesto que no! Una mujer no vive pensando en ello, ella tenía otras prioridades, su familia, su trabajo, su... novio ¡El sexo era lo de menos para ella! Lo que pasa es que con tanto tiempo libre, no podía tener sus pensamientos en otra parte ¡Claro! un libro, si... leer un libro... tenía que... buscar un libro que la librara de malos pensamientos.

De inmediato se dio a la tarea de seleccionar media docena de libros, esos le serviría para distraerse. Revisó antes su correspondencia, nada... ¿Que le pasaba a Ron? Decidió escribirle, exigiéndole que le mandara una carta, que quería saber de él... Mientras intentaba recluirse en la lectura y a lo largo del día las mismas cartas de siempre

Las de Luna, Neville, Harry, Ginny y sus padres, que nunca faltaban... Hasta que la última fue la de Ron... tan increíblemente falsa como siempre, en la cual le decía simplemente que...

"Querida Hermione, en vista de las circunstancias que nos separan, he tenido que ir a muchas actividades sociales sin ti, así que no te extrañe verme en los periódicos. Te extraño si, pero entiende cariño que no me recluiré en mi casa esperándote. Por otro lado sabes que no me gusta escribir ni enviar cartas, así me conociste. Pero prometo escribirte en otra ocasión, cuento los días para estar contigo. Besos. Ron"

Ella arrugó el papel con rabia ¿Pues que clase de insulso novio tenía? ¡Granger abre los ojos maldita  sea! Sabía de los defectos de ese hombre, lo conocía desde los once años y pese a eso, al comenzar a enamorarse lo consideraba flojito y mustio ¿Entonces? ¿Porque una chica inteligente como ella se había enamorado de el?

Sin duda, ella también tenía una neurona estúpida que lo hacía ver como el hombre más sexy del mundo mágico, pero eso se estaba muriendo por su indiferencia ¡Una mujer como ella tan llena de sensualidad y hambre de amor no podía conformarse con esa cartita que fue consumida en un segundo por el fuego! Igual que su amor...

La lectura no fue tan confortante como uno pensaba, al final del día había desechado dos libros porque eran básicamente novelas de amor insubstancial y con escenas que despertaban su imaginación, mascullaba maldiciones entre dientes ¿Como era posible que en un par de días no dejara de pensar en otra cosa que no fuera Draco bañándose en la ducha y en tener un encuentro cercano?

¡Lo que hacía el encierro! Ahora recordaba los reality show en relación a los encierros a los que sometían a un grupo de personas, sin duda, muchos terminaban mostrando sus peores defectos y sus pasiones más bajas... pues bien ¡Felicidades! Ella estaba en esa situación, a solo unos pasos de la habitación de su peor enemigo... de su delicioso y apetecible peor enemigo