85: Tormenta

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Amanecía cuando Annie sintió unas cálidas manos sobre su cabeza, al abrir los ojos, Luna seguía ahí, acariciaba su largo cabello rizado y la miraba de un modo tierno, ella le sonrió tímidamente, estaba feliz porque su madre no se había ido, estaba en casa

-Tienes un cabello hermoso – Le dijo Luna

-Es porque tu me lo cuidas mucho – Respondió la pequeña – Tu nos cuidabas muy bien…

-No lo recuerdo…

-Lo se, papá nos lo dijo

Annie era muy inteligente, sabía que por más triste que estuviera, su padre ya le había explicado lo que sucedía con Luna, así que ella tenía que perdonarla y esperar a que las recordara, Luna se puso de pie y dudó que iba a hacer, los portales estaban cerrados y…

-¡Annie! – De pronto entró Adria acompañada de su padre y se quedó absorta - ¡Mami!

-H-Hola – Saludó Luna de modo tímido y Adria corrió hacia ella y la abrazó por las piernas y luego soltó una risita

-JAJAJA ¡Mami estas en calzones!

Luna se ruborizó y claro, la camiseta solo le tapaba hasta las caderas y todo lo demás estaba visible, porque andaba unas braguitas muy pequeñas, pero de solo recordar lo que había vivido con Blaise una noche antes, hizo que se pusiera más roja todavía

-¿Qué pasó Luna? – Preguntó Blaise

-Es que… bueno… no pude salir por el portal… y me quedé…

-¡Oh! – Gimió Blaise intentando no saltar de alegría – Entonces quizás debas ir a… la que es nuestra habitación para que te bañes y te cambies de ropa… yo tengo que ir a ver al bebé, seguramente ya tiene hambre, por lo menos acepta un poco de leche antes que tu le des de amamantar

-Bueno, estoy aquí – susurró Luna notando que la camiseta volvía a mojarse, signo que le indicaba que sus pechos estaban llenos de nuevo y dispuestos a darle desayuno a su hijo – Me aseo rápido…

La rubia se alejó un poco incómoda de irse en camiseta, descalza hacia su habitación, entrar en ella y buscar el clóset, mirando toda la ropa que ella tenía y buscando algo, extrañaba sus trajes lujosos, pero estando fuera del portal, sus necesidades humanas volvían

En tanto…

Hermione estaba en aquella enorme mansión que no recordaba, mirando cada detalle de la casa, no se podía quejar, era lujosa, era enorme, espaciosa, tenía todo lo que quería e incluso Draco le había enseñado las arcas de oro… Tenía una vida perfecta ahí también

Pero cuatro hijos que la seguían a todos lados, bueno, en este caso solo tres, porque Wynne mantenía su distancia, ella quería que su mente regresara, que fuera la misma pero… ¿Cómo regresaría? ¿Cómo volvería la mente perdida de Hermione?

Sus ojos castaños permanecían tan distantes, ella miraba a los niños, pero no quería ni tocarlos, solo deseaba que la dejaran tranquila, pero era imposible y aguantaba su malestar por cargar a Tory a Vane y a Scorp… Ya no había duda que eran sus hijos pero…

No sentía nada por ellos

Mientras los días pasaban y Víctor intentaba contactar a Lucecita sin lograrlo, Harry y Tatum hacían lo posible por encontrar un vértice en el cual pudieran entrar e ir por sus mujeres… y no es que Blaise y Draco se hubieran desligado, ellos seguían ayudando también

¡Bueno! En tanto, en la mansión de los Malfoy, las madrinas aún no se iban, porque la actitud de Hermione no les gustaba, a veces los niños lloraban y ella estaba frente al espejo, contemplando su rostro, arreglándose, probándose vestidos, las joyas que habían sido de la madre de Draco, sintiéndose que era una muñeca de aparador.

Un Dragón bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora