69: Sin palabras de consuelo

106 10 0
                                    

Luna estaba rodeada de gente hermosa, parecía que la fiesta era interminable, extrañamente ella no se sentía cansada, al contrario, el lujo excesivo, las joyas, de pronto le habían echo cambiarse un vestido para lucir otro de lo más elegante, escotado, aunque extrañamente le dolían los pechos…

-¿Qué te pasa Luna? – Se acercaron las muchachas elegantes, que parecían muñecas parlantes

-Nada… me molesta un poco – Tocándose los senos – me laten…

-¡Lo que pasa es que a lo mejor te ajusta mucho el vestido! Hay que cambiártelo, vamos – la jalaron a una habitación en la que los vestidos estaban exhibidos y eran simplemente deslumbrantes… simplemente el que llevaba estaba bordado en oro y diamantes

Pero le pusieron otro y salieron a la fiesta en donde uno de los hombres le tomó del brazo y la llevo a tomar una copa, Luna se deslumbró con esos intensos ojos verdes y la sonrisa que poseía, era muy atractivo

-Luna… tú y yo tendríamos los hijos más hermosos del mundo – Le dijo aquel hombre y ella le miró absorta, le tomó el brazo y comparó su piel, la cual brillaba con la blancura – Mira nuestras pieles, la de todos aquí ¿No te sorprendes de algo?

-¿De que?

-Todos somos perfectos… tu piel… tu piel Luna, es tan blanca como el algodón, tu cabello es tan rubio… Si tú y yo nos uniéramos… los dos tendríamos los niños más hermosos, del color de la luna llena ¿Qué te parece?

-Hijos… nosotros…

Aquel hombre le sonrió seductoramente y ella volvió a deslumbrarse, era como si brillara como diamantes, ella rompió con su visión y miró a todos a su alrededor, vio a una niña y un niño pasar corriendo en medio de la fiesta y los dos eran como soles…

Luna se imaginó que si ella tuviera hijos con ese hombre, serían tan hermosos como ellos, de pelo tan rubio, de piel tan blanca y de ojos tan claros, sonrió ante esa visión y obvió la punzada en sus senos.

En esos momentos…

En la mansión Zabini, Blaise procuraba mantenerse controlado, mientras intentaba que el bebé tomara un biberón, pero el bebé había llorado toda la noche desde que Luna desapareciera, toda la mañana había rechazado lo que habían intentado darle de beber en la mamila…

Temía que se fuera a enfermar… sostenía a su bebé en sus brazos, sosteniendo con firmeza la fórmula, casi obligándolo a beber, mientras que sus niñas estaban tomadas de las manos, mirando fijamente a su padre, los ojos azules de Annie le dolían tanto, porque eran los de Luna

Adria no entendía lo que sucedía ¿Dónde estaba su mami? ¿Por qué no estaba ahí cuidando como siempre a su hermanito, a ellas? La había buscado por toda la casa, pero solo su padre estaba ahí…

-¿Te peleaste con mi mami? – Preguntó Annie y Blaise negó - ¿Dónde está mi mami, papi?

-No lo se cariño… desapareció…

-¿Mi mami regresó a su reino?

-¿A su reino?

-¡Su reino en las nubes, su casa es la luna! – Chilló Adria - ¡Mami volvió a su reino y nos dejó!

-Mamá no es ninguna princesa Adria – Aclaró Blaise con dificultad

-No papi, ella es la reina de la luna… y ya se fue… nos dejo… ¿Por qué no nos llevo? ¿No nos quiere porque no somos como ella?

-Adria – susurró Blaise - ¿Qué cosas dices? Ella las ama… yo lo se…

-Unas niñas me dijeron que Luna no es mi mamá porque yo no me parezco a ella… Pero ella si es mi mami ¿verdad? Ella si me quiere aunque no me parezca a ella…

Un Dragón bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora