39: Perdón ¿Perdón por qué?

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-¿Mami, papi? – Salió Wynne de su habitación por la mañana, restregando sus ojitos y bostezando, cuando de pronto se volvió a mirar la cama y no vio nada - ¿Papi, mami mione?

Escuchó de pronto unos ruidos extraños y se volvió a todos lados, abrió sus ojos grises lo más que pudo pero no se acercó, solo dudó y aprisionó su osito de peluche a su pecho

-¿Papi?

Y del sillón se asomó una cabeza de pelo castaño desparpajado y se lo compuso cubriéndose por las sábanas su desnudez y sonriéndole con algo de vergüenza por la escena

-B-buenos días mi amor

-¿Por qué no durmieron en la cama, mami?

-Ya vamos cariño – dijo Draco mientras jalaba los pantalones y se los ponía rápidamente de tal modo que ella no viera su desnudez

Cuando Wynne se dio la vuelta, Hermy seguía cubriéndose con la sábana y Draco por fin se había puesto los pantalones, la pequeña comenzó a reír con ternura e inocencia.

-Je,je,je – señaló - ¡Mama Mione no esta vestida! ¡Mira papi, mami no está vestida, seguro se le olvido vestirse!

Draco sonrió y evitó mirarla, es más, no quería ni imaginársela aunque la tuviera al lado porque podía excitarse con solo pensarlo, por lo que se puso de pie y se llevo a su niña para que se cambiara.

Una hora después, mientras la niña desayunaba, Draco arrinconó a Hermione mientras le hablaba bajo, pues aunque la niña era pequeña, no quería que escuchara ciertas cosas que tendría que explicar después.

-¿Ya estoy perdonado?

-Aún no – negó – Pero estás haciendo muchos logros…

-¡Vamos querida! Estoy muy arrepentido, te amo… sonríeme y seré un niño bueno, te prometo que te complaceré en todo y que nunca más, te abandonaré…

-Más te vale Malfoy…

-¡Dale un beso papi! – gritó Wynne desde el desayunador, al mirarlos

Entonces el rubio le tomó el rostro y le besó con intensidad, mientras que ella se ponía de rodillas delante del rubio, sin duda, esos extraordinarios besos era lo que más extrañaba de su dragón, aparte de esa pasión desbordante y de aquello que escondía dentro de los pantalones que le encantaba.

Wynne sonrió y procuró no mirarlos, porque le daba pena, pero por otro lado, se mostraba muy contenta que su papá le diera besos a su mamá mione, además, dentro de su pancita crecía su hermanito.

En tanto, en el barco que iba camino a Francia, Blaise y Luna seguían en el cachondeo en el camarote, la rubia ya le había tomado la medida a lo del sexo, se había acostumbrado, ya no le dolía, al contrario, hasta pedía más, le gustaba tener a su esposo a sus pies.

En la cama, desnudos y envueltos en sábanas, Blaise terminaba de comerse la boca de Luna en una de esas sesiones de besos maratónicos, teniendo a la rubia aprisionada entre sus brazos fuertes y musculosos y claro que ella rodeaba sus caderas con sus piernas largas y delgadas

-Te adoro Luna – susurraba Blaise mientras besaba su rostro – jamás pensé que me fueras a despertar estos sentimientos

-¿En verdad me amas?

-Si, si te amo… has logrado que yo olvidara ese pasado tormentoso…

-¿Y si la vuelves a ver?

-Le mostraré mi anillo de casado, porque ya no soy más de otra que no seas tú…

-Me gusta como me haces tuya – Le dijo la rubia acariciando su rostro

-Estoy para servirte mi amor, para complacerte tus caprichos y para hacerte mi mujer todas las benditas noches…

Un Dragón bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora