Un Dragón bajo la tormenta

88: Amando locamente

El silencio era pesado, Tatum asimilaba esas palabras… Lavender, SU LAVENDER había amanecido en los brazos del que fuera su amante, un dolor agudo atravesó su pecho, sintió una rabia infinita y apretó los puños… De nuevo Ron, de nuevo ese maldito pelirrojo que le había echo tanto daño a Lav

Lo odió tanto, pero intentó mantener su mente fría, debía haber una explicación, no era algo que ella hubiera buscado porque de lo contrario, el suicidio no hubiera sido una salida, además ella decía que no entendía lo que sucedía, el porqué… Tate pensó que entonces no tenía porqué alterarse

Respiró hondo y profundo, pensando en lo que debía hacer, el amaba a Lavender, a su esposa, con la que tenía dos hermosos hijos, el estaba ahí por ella, se había tirado a un volcán sin saber si era cierto o mentira que la encontraría, no debía creer todo lo que había pasado, del porque había desaparecido

La puerta estaba entreabierta y el la cerró, como Lavender no escuchó más voces, solo el ruido de la puerta al cerrarse, pensó que el se había ido y no pudo evitar un sollozo más fuerte, la agonía lenta de la tristeza, ella se incorporó de la cama, cuando se quedó perpleja

Tatum seguía ahí, mirándola fijamente, con esos enormes ojos amielados, el rostro de su esposo, se mostraba afligido, compungido, con una tristeza infinita en sus pupilas y la miraba con nostalgia, ella no supo que decir

-No voy a perderte de nuevo – Dijo Tatum finalmente, rompiendo el silencio que caía pesadamente sobre ellos

-Ya no soy digna de ti – dijo la pobre mujer

-Eso lo decido yo…

-No me acuerdo de nada – Murmuró Lavender – Y no se si Ronald me tocó – Gimoteó procurando no llorar más, aunque eso era imposible, las lágrimas le fluían como ríos sobre su rostro

-Por eso no hay ningún problema – dijo Tate entre dientes

-¿Cómo?

-Solo es cuestión de… purificarte de nuevo…

-¿De que estás hablando?

-Te amo – le dijo entre dientes – y si dices que no tienes idea de cómo amaneciste en los brazos de Ron… te creo… si me dices que no sabes si te hizo algo porque no lo recuerdas… te creo…

-Tatum…

-Pero no te preocupes – le dijo acercándose y quitándole la sábana de encima – Que yo conozco el remedio para lo que tienes…

-¿Qué haces? – Murmuró Lavender

-Voy a averiguar… si el te tocó…

-¿Cómo?

Y de pronto, Tatum la sujetó de sus piernas que tenía retraída y la jaló hacia él, obviamente la chica solo tenía una bata de hospital, de esas que se amarran por la espalda y bajo la cual no te permiten usar ropa interior, así que sin miramientos, el sanador las abrió y se encontró con la desnudez absoluta de la intimidad de Lavender…

Ella enrojeció súbitamente, no es que no estuviera acostumbrada pero…

Tatum bajó lentamente hasta la intimidad, acariciando con ternura la vellosidad del monte de Venus de Lav, ella sintió que temblaba y su mente no reaccionó, simplemente se quedó espástica, hasta que sintió como Tatum la tocaba, abriendo los labios mayores

Su lengua húmeda recorrió aquel sitio tan íntimo que hizo que Lavender gimiera y arqueara su espalda intentando separarse de Tate, pero éste sujetaba bien sus muslos y no había modo que se escapara

-¡No! ¡No Tatum! – Gimió Lavender - ¡Estoy sucia! ¿Qué estás haciéndome?

-Purificándote mi amor – susurró entre sus piernas – Porque siento que no hay nada sucio aquí… relájate…