T2: CAP 56

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La vida de Rin no era la única que estaba entrando en un gran torbellino. Kagome y su padre, Takahiro, habían estado igualmente atrapados en una mañana de problemas legales y emocionales. La ansiedad los mantenía despiertos durante la noche, mientras intentaban encontrar una manera de impedir que Sesshomaru reclamara las acciones que Kagome había prometido bajo coacción.

Takahiro estaba en su despacho junto a Kagome, con el rostro tenso y la mirada fija en el teléfono. Tomó una bocanada profunda de aire y marcó de nuevo el número de la firma de abogados reconocida en estos últimos días por su eficiencia en resolver conflictos dentro del mundo de la mafia.

Después de unos tonos, una voz firme y profesional por fin respondió al otro lado de la línea.

—Firma de abogados Nakamura & Asociados, le pedimos disculpa por la tardanza. ¿En qué puedo ayudarle?

—Habla Takahiro Higurashi. Necesito hablar con el representante principal de su firma. Es una cuestión urgente —respondió Takahiro con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre la seriedad del asunto.

—Un momento, por favor —respondió la voz al otro lado. —Nuestra firma representa a empresas privadas y públicas. ¿A qué rubro se dedica?

—Soy un Yakuza ignorante.

—Un momento, señor —esta vez respondió serio, seguido de una breve espera.

Tras unos instantes, una voz masculina firme y experimentada se escuchó en el auricular.

—Señor Higurashi, soy Kenji Nakamura, el presidente de esta firma. ¿En qué puedo ayudarle?

Takahiro no perdió tiempo y explicó la situación de inmediato.

—Señor Nakamura, estoy en una situación muy delicada. Mi hija, firmó un contrato bajo amenazas de muerte. Este contrato contiene varias cláusulas sobre confidencialidad y sanciones económicas que podrían destruir nuestra familia. No tenemos el documento físico, pero mi hija recuerda su contenido con detalle. Necesitamos su ayuda para evitar que se apoderen de las acciones de nuestra familia.

Nakamura permaneció en silencio por un momento, procesando la información.

—Entiendo la gravedad de la situación, señor Higurashi. Haré los arreglos necesarios para una reunión por videollamada porque por el momento no puedo viajar, mi sucursal se encuentra en China y un caso de este tipo toma mucho tiempo por eso lo ara de esa manera. Le enviaré un enlace para que puedan unirse desde su computadora.

Poco después, Kagome y Takahiro se sentaron frente a la pantalla de su computadora, esperando la llamada. Cuando la videollamada se activó, Kagome se sorprendió al ver lo joven que era el abogado. Vestía un traje impecable y en su saco llevaba una pequeña insignia que mostraba un dragón dorado, símbolo de la firma Nakamura & Asociados.

—Perfecto. Empecemos desde el principio. Cuénteme todo lo que recuerde, cada palabra, cada cláusula —pidió Kenji, el joven abogado, con una voz calmada y profesional.

Kagome se sentó en silencio por un momento, reuniendo sus pensamientos antes de empezar a hablar.

—Recuerdo que Sesshomaru me dijo que tenía un mes para ayudarle a casarse con Rin —empezó, su voz temblorosa—. Dijo que me avisaría cuándo sería mi pedida de mano, para que a los ojos de todos yo sería la que me casara. Pero en realidad, los que se iban a casar eran Sesshomaru y Rin. Pasaron las semanas y no me contactó. Así pasó el mes. Hace unas semanas, finalmente me dijo qué hacer.

El rostro de Takahiro se endureció con una mezcla de sorpresa y enojo al escuchar esto.

—¿Así que toda esta boda no es más que una fachada? —preguntó con una voz cortante—. ¿Sesshomaru y Rin eran los que realmente iban a casarse?

OBSESIÓN #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora