T2: CAP 66

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El tercer hombre, paralizado por el shock, intentó huir, pero fue derribado rápidamente. Lo sujetaron contra el suelo, con una rodilla clavada en su pecho. Una de las mujeres lo miró fijamente mientras la otra se inclinaba sobre él.

—Dile a tus jefes que el amo Sheilong le manda saludos —dijo la mujer con una voz tranquila pero letal, antes de sacar una jeringa con un líquido azul brillante de su bolso y vaciarla en el cuello del hombre.

El líquido se inyectó rápidamente, y el hombre sintió un frío intenso recorrer su cuerpo antes de que la parálisis lo invadiera. No podía moverse, no podía gritar, pero podía escuchar cada palabra.

Las dos mujeres se levantaron con elegancia, dirigiéndose a Kagome con una sonrisa.

—Felicidades por su boda, señora Higurashi. Es un honor servir a la nueva líder de la familia —dijo una de ellas con un guiño antes de comenzar a salir de la habitación.

Pero antes de que pudieran irse, Kagome dio un paso al frente, sus ojos ardiendo con una furia contenida.

—¡Espera! —exclamó, mirando directamente al hombre que yacía en el suelo, incapaz de moverse—. Dile a tu jefe que si cree que por ser mujer soy débil, debería venir él mismo a matarme. Se nota que no tiene los huevos para enfrentarme, por eso envía a sus perros a hacer el trabajo sucio.

El hombre intentó protestar, pero las palabras se ahogaron en su garganta. Kagome se agachó, acercándose a él mientras sus palabras resonaban con fuerza.

—No hay honor en lo que ha hecho. Es ridículo y patético. Dile que no empiece una guerra que no puede ganar, porque si lo hace, seré yo quien lo saque del camino. Y cuando llegue ese momento, no me temblará la mano al partirle la cabeza.

El hombre intentó hablar, pero no pudo emitir más que un gemido ahogado. Kagome se levantó, sus ojos llenos de determinación, antes de dirigirse a las dos mujeres.

—Gracias —les dijo, su voz firme—. Agradezco su ayuda, pero recuerden esto: a partir de hoy, esta es mi familia. Y cualquiera que se atreva a desafiarme, tendrá que enfrentarse a mí, y les aseguro que no les gustará lo que encontrarán.

Las dos mujeres que acababan de salvar a Kagome se dirigieron hacia la puerta, pero una de ellas se detuvo, como si recordara algo importante. Con un gesto de la mano, llamó la atención de Kagome.

—Antes de que nos vayamos, hay algo que debes saber —dijo, sacando una pequeña tarjeta de su bolso. Se la entregó a Kagome con una sonrisa enigmática—. Después de su boda, debes ir a esta dirección. Allí te estará esperando la señorita Sasha. 

Kagome tomó la tarjeta, examinando la dirección escrita en elegante caligrafía. Levantó la mirada, su mente llena de preguntas.

—¿Estará él allí? —preguntó, refiriéndose a Sheilong, el hombre del que había oído hablar pero nunca había podido hablar con el en persona.

Las mujeres intercambiaron una mirada significativa antes de responder.

—Nosotras solo recibimos órdenes de nuestro jefe. No sabemos nada más sobre su amo —respondió una de ellas con una reverencia respetuosa.

Kagome, sintiendo una mezcla de frustración e intriga, observó cómo las mujeres se giraban para marcharse. Pero antes de que se fueran, algo la inquietaba.

—¿Cómo supieron que corría peligro? —preguntó, su voz cargada de curiosidad.

Las dos mujeres se miraron nuevamente, como si compartieran un secreto profundo. Luego, en silencio, levantaron sus collares, revelando una fina cadena dorada con un dije en forma de dragón.

OBSESIÓN #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora