T2: CAP 88

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Desde donde estaba, pude ver cómo Sesshomaru se acercaba a Inuyasha. Había algo en su expresión, una seriedad diferente. Era como si, finalmente, después de todo este tiempo, estuviera listo para dejar de lado su orgullo. Tomó aire y, en voz baja, le dijo:

—Lo siento.

—¿Por qué? —preguntó aún más sorprendido.

—Por todo. En verdad, lo lamento.

Yo sentía cómo mi corazón se detenía por un momento. Este era el hombre que había aprendido a mostrarme su lado vulnerable, pero ahora lo estaba haciendo delante de su hermano. Inuyasha giró la cabeza hacia mí con una mezcla de diversión y desconcierto, completamente descolocado.

—¡Rin! ¿Qué le pasó a este tipo? ¡Este no es el cara de perro! ¿Lo raptaron los alienígenas o qué?

Yo intenté contener la risa, pero la situación era demasiado surrealista. Sesshomaru, con ese gesto típico de fastidio, le lanzó una mirada que podría congelar el aire.

—No me hagas arrepentirme de lo que dije

—Muy tarde. Ya lo tengo grabado como tono de llamada, hermano.

No pude evitar soltar una pequeña risa, aunque traté de disimularla. Sesshomaru, por su parte, decidió ignorar el comentario y se acercó a Kagome. Había algo solemne en el ambiente.

—También te debo una disculpa

Kagome, sorprendida, levantó la mano, claramente incómoda.

—No hace falta, en serio... fue mi culpa. Yo empecé todo con esa mentira, debería ser yo quien se disculpe.

—Al principio pensé lo mismo, pero si no hubiera sido por ti, jamás habría conocido a Rin. No me habría dado cuenta del daño que causé y de cómo mis acciones afectaron a todos.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Ver a Sesshomaru tan abierto y reflexivo me hacía recordar cuánto había cambiado desde que nos conocimos. Kagome, por su parte, le sonrió, genuinamente conmovida.

—Me alegra que Rin te haya dado una segunda oportunidad. Has cambiado mucho te felicito.

—Creo que todos hemos cambiado... —dijo, haciendo una pausa para mirar a Inuyasha—. Bueno, todos menos mi hermano.

Inuyasha comenzó a protestar, como siempre, pero lo ignoramos. Era su forma de demostrar afecto, aunque él nunca lo admitiría. Kagome también sonrió, y la tensión de los últimos días comenzó a desvanecerse lentamente, mientras todos retomábamos la comida.

Yo no podía evitar sonreír, con el corazón lleno. Sesshomaru había hecho algo que jamás pensé ver: disculparse sinceramente, sin orgullo ni reservas. Sabía que ese era el hombre del que me había enamorado, alguien que, poco a poco, estaba aprendiendo a ser más humano. Y eso me hacía amarlo aún más.

Todo ocurrió tan rápido que apenas podía procesar lo que estaba pasando. Estábamos en medio de una cena tranquila, compartiendo recuerdos y poniéndonos al día, cuando el padre de Sesshomaru decidió sacar el tema del matrimonio. No pensé mucho en ello al principio. Sesshomaru, como siempre, soltó uno de sus suspiros característicos, casi exasperado, pero luego algo cambió. Lo vi sonreír, y esa sonrisa me inquietó. Era una mezcla de serenidad y algo más... algo que me hizo sentir que el momento iba a cambiar drásticamente.

De repente, él se levantó de su asiento. Todo en la sala se detuvo, sentí mi corazón acelerarse, y cuando se arrodilló frente a mí, supe lo que iba a pasar. Mi mente se quedó en blanco. . .

No, no podía ser. 

Pero ahí estaba, sacando una pequeña caja de su saco, y cuando la abrió, el anillo me dejó sin aliento. Un diamante hermoso, brillante, como si todo lo que él sentía por mí se reflejara en esa joya.

OBSESIÓN #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora