78: ver más allá

20 1 8
                                    

78: Ver más Allá

Miranda

Me senté en la mecedora del patio de la casa de Yunuen, rodeada de árboles de mango que parecían bailar con la brisa suave. El sol de Chiapas calentaba mi piel mientras yo trataba de disfrutar del momento, pero mi mente estaba en otro lugar. Llevaba un vestido ligero blanco que se movía con el viento, pero no lograba sentirme tranquila.

Sabía que al día siguiente no podría poner más pretextos para no regresar a la Ciudad de México. La idea de dejar a Alai y a este lugar me llenaba de angustia. Pero justo cuando me sumergía en mis pensamientos, escuché el crujir de la silla de madera junto a mí. Era Yaxche.

que se sentó a mi lado con una sonrisa en su rostro.

Me miró con sus ojos ancianos, llenos de sabiduría y conocimiento. Dejé de ver los árboles y me centré en ella.

Yaxche me tomó la mano con la suya, que estaba llena de arrugas y manchas de edad:
—Mi niña linda, cuánto has sufrido—dijo con una voz suave —Tú y ese pobre chico, Alai. Pero el destino es el destino, y nosotros no podemos contra él.

sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Sabía que Yaxche tenía razón, pero no quería aceptarlo. Quería creer que había una forma de cambiar el curso de los acontecimientos, de salvar a Alai y a mí misma del peligro que nos acechaba.

Yaxche me apretó la mano con fuerza, como si pudiera sentir mi resistencia:
— No te resistas, mi niña— me dijo— El destino es más fuerte que nosotros. Pero eso no significa que no podamos hacer nada. Podemos prepararnos, podemos luchar, podemos intentar cambiar las cosas que estén bajo nuestro control. Pero debemos aceptar lo que es y lo que será.

Me miró fijamente a los ojos, y sentí que estaba viendo más allá de mi superficie, que estaba viendo mi alma.

—Tú tienes un papel importante que jugar en esto, Miranda—me dijo—Un papel que solo tú puedes jugar.

Me levanté de la mecedora, cruzando los brazos sobre mi pecho, y caminé hacia un árbol, intentando contener las lágrimas que pugnaban por salir.

—No entiendo— le dije a Yaxche, mi voz temblaba—Si ni siquiera Alai confía en mí, y se fue dejándome aquí sola.

Me sentía vulnerable y sola, y las hormonas que aún corrían por mi cuerpo después del embarazo me hacían sentir aún más sensible.

Yaxche se levantó también, y se acercó a mí con una mirada comprensiva:
—Él y tú son diferentes, mi niña— me dijo—Su papel no es el tuyo. Tú amor por él te ha cegado, tu miedo a perderlo te ha cegado aún más—Me miró fijamente a los ojos—Tú sabes que le  dije que él tenía que ir a Real de los Lagos para poder ver más allá. Ahora te pido que tú te atrevas a ver.

sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar sus palabras. ¿Qué quería decir Yaxche? ¿Qué era lo que tenía que ver? Me sentía confundida y asustada, pero al mismo tiempo, sentía una curiosidad que no podía ignorar. ¿Qué secreto había detrás de las palabras de Yaxche?

Yaxche me miró con una intensidad que me hizo sentir incómoda.

—Tienes que ver más allá, mi niña—me dijo—Para hacerlo, necesitas confiar en mí y hacer lo que te diga.

Asentí, decidida a seguir adelante.
Yaxche sonrió y me tomó las manos:

— Yo, cuando te vi, sentí que ya te había visto antes— me dijo—No como a Alai, que lo vi el mismo día que llegaron gracias a la lectura del cacao. A ti, te sentí familiaridad, mi niña—Me miró fijamente a los ojos—No sabía por qué, pero cuando vi a tu mamá, lo comprendí. Tus ojos me recordaban a los de tu padre.

Alai El hijo de La Magia / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora