85: Un camino de oscuridad y poder

10 1 3
                                    

85:  un camino de oscuridad y Poder

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



85:  un camino de oscuridad y Poder


Alai se aferraba a las riendas del caballo negro, que corría a toda velocidad por las calles empedradas de Azkargi, un pueblo costero de la región de Vizcaya. La madrugada era oscura y silenciosa, solo interrumpida por el sonido de los cascos del caballo sobre el pavimento. El aire estaba cargado de la humedad del mar y el olor a sal y algas.

La noche de finales de primavera era fresca y húmeda, con una temperatura que rondaba los 12 grados. La luna llena brillaba en el cielo, iluminando las casas de piedra y los tejados de tejas rojas. El caballo corría por la calle principal, pasando por delante de la iglesia de San Juan Bautista, cuya torre se alzaba hacia el cielo.

Alai sentía un escalofrío recorrer su espalda. Algo dentro de él gritaba que estaba en peligro, que debía detenerse y regresar a la casa. Pero cuando intentaba frenar al caballo, una fuerza invisible lo impedía. Era como si estuviera bajo una droga de sumisión, obligándolo a seguir adelante.

El caballo se desvió hacia un camino rural, que se adentraba en el bosque de hayas y robles que rodeaba el pueblo. La oscuridad se hizo más densa, y Alai sintió que estaba siendo tragado por la noche. Los árboles parecían brazos que se cerraban sobre él, y el viento susurraba amenazas en su oído.

—¿Dónde me llevas?—gritó Alai, pero el caballo no respondió; Obviamente. Siguió corriendo, cada vez más rápido, hasta que Azkargi desapareció de la vista. Alai se sintió solo y vulnerable, rodeado de la oscuridad y el silencio del bosque.

De repente, el caballo se detuvo en seco. Alai se inclinó hacia adelante, mirando hacia la oscuridad del bosque.

El caballo resopló y su fuerte bufido hizo que Alai notara su propia respiración agitada. Un viento fuerte le despeinó aún más el cabello castaño, y sintió el movimiento de la cola del animal. De repente, un montón de sombras empezaron a emerger de la negrura del bosque.

Al principio, parecían fantasmas, pero pronto se convirtieron en figuras definidas. Personas de entre 14 y 80 años, todas vestidas con túnicas negras, rodeaban al caballo y a Alai. La oscuridad parecía haber cobrado vida.

Y entonces, como por arte de magia, lámparas de aceite se encendieron, iluminando el claro del bosque. La luz dorada bañó los rostros de los presentes, revelando expresiones serias y reverentes.

Alai miró a todos lados, sintiendo una mezcla de miedo y confusión. ¿Quiénes eran estas personas? ¿Qué querían de él? Pero antes de que pudiera hacer alguna pregunta, la gente se arrodilló ante él, con las cabezas inclinadas en una muestra de respeto.

—¿Qué... qué pasa?— tartamudeó Alai, sintiendo que su voz se perdía en el silencio del bosque. El caballo negro permaneció quieto, como si fuera una estatua, mientras Alai se sentía cada vez más incómodo.

Alai El hijo de La Magia / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora