95: Recuerda Alai

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95: Recuerda Alai

Las paredes y el techo de la cueva cimbraron con el grito de Alai. Libia vio como el medallón de la flor de la vida empezó a tomar un tono azul índigo y, después, como si de su interior brotaran hilos de oscuridad, se empezó a tornar en un azul más oscuro.

Lurreko y Libia compartieron una mirada de asombro mientras Alai, dentro de su cuerpo, luchaba por romper los hilos gruesos de oscuridad que tenían atrapados a sus viejos recuerdos.

La cueva empezó a derrumbarse y Lurreko gritó:

—¡Salgan! La cueva ya no es segura.

—¡No!— gritó Miranda, desesperada, queriendo correr hacia Alai, pero Libia la detuvo.

—¡Salgan!— ordenó Libia, con firmeza—. Nosotros nos quedaremos con él.

Nacho, Jackie, Sonia y Facundo miraron a Miranda, preocupados, y luego a Libia, que los instó a salir.

—¡Vayan!— gritó Lurreko—. ¡La oscuridad se está liberando!

La cueva se estremeció aún más, y las rocas comenzaron a caer. Alai gritó de nuevo, su cuerpo temblando con la lucha interna.

—¡Madre!— exclamó—. ¡No puedo...!

Libia se acercó a él, su mirada brillante.

—¡Sí puedes, Alai!— dijo—. ¡Lucha!

Lurreko se puso detrás de Libia, listo para defenderla.

—¡Zendora no lo tendrá!— gritó—. ¡Alai, libérate!

Nacho y Facundo agarraron a Miranda, sacándola prácticamente a la fuerza. Los Galtxagorri también ya habían salido, igual que Jacinto, Yaxche y Xebele.

Miranda gritaba, presintiendo lo peor.

—¡No! ¡Alai!— gritó, forcejeando para liberarse.

Pero Nacho y Facundo la sujetaron con firmeza.

—¡No puedes hacer nada, Miranda!— dijo Nacho—. ¡Libia sabe lo que hace!

La entrada de la cueva quedó sepultada por las rocas, y el polvo y el ruido llenaron el aire.

—¡No!— Miranda gritó de nuevo, desesperada.

De repente, un silencio sepulcral cayó sobre el lugar. La cueva había desaparecido bajo las rocas, y con ella, Alai, Libia y Lurreko.

Miranda se derrumbó, sollozando.

—¿Qué hemos hecho?— preguntó, entre lágrimas— tenemos que sacarlo de ahí...

Nacho y Facundo la abrazaron, intentando consolarla.

—tranquilízate — dijo Facundo—. Harán todo lo posible por salvar a Alai.

Pero Miranda sacudía la cabeza.

—No puedo estar tranquila, no puedo perderlo otra vez...

Yaxche se acercó, su mirada seria.

—Lo sabemos, Miranda— dijo—. Pero debemos tener fe.

Jacinto, en forma de lobo, se acercó a Miranda, y ella lo abrazó, llorando.

—¿Qué pasará ahora?— preguntó Sonia, con voz baja.

Nadie respondió.

La luna en lo alto lo envolvía todo con expectación. El silencio era una daga invisible que cortaba en pedazos el corazón de Miranda, que con sus recuerdos restaurados tenía claras todas las cosas que Alai y ella habían pasado. Y la idea de que esa podría ser su morada final la angustió hasta un punto que, sin que nadie pudiera detenerla, corrió en dirección opuesta, queriendo escapar del dolor.

Alai El hijo de La Magia / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora