97: sacrificio por amor

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97: sacrificio por amor



Las catacumbas se encontraban sumidas en un aura de horror. Zendora caminó con paso lento, su presencia parecía hacer que el aire se espesara con maldad.

— Ezequiel dijo que tú harías lo que fuera por ella — dijo Zendora, su voz tomó un tono aterciopelado, como si estuviera acariciando la maldad misma.

Miranda vio que cerca de su pie había caído la otra daga Trumoi Ekaitza. Intentó arrastrarla con su pie, tratando de acercarla lo suficiente como para que estuviera al alcance de su mano.

Zendora se detuvo frente a Alai, su mirada penetrante.

— ¿Y qué harías por ella, Alai? — preguntó, su voz llena de curiosidad.

Alai no respondió, su  mirada fija en Miranda, que estaba logrando acercar la daga a su mano.

Zendora siguió hablando, su voz envolviendo la habitación en un manto de oscuridad.

— Ezequiel me dijo que tu amor por ella era infinito. Que harías cualquier cosa para protegerla.

Miranda logró agarrar la daga, y su mirada se encontró con la de Alai. Él asintió casi imperceptiblemente.

— ¿Qué harías, Alai? — repitió Zendora, su voz ahora un susurro.

Miranda agarró la daga y con ella se liberó de las cadenas, cortando las cadenas de las esposas. El gesto hizo un sonido fuerte y Zendora se dio cuenta y se volteó furiosa, dejando de Ejercer su energía oscura con la que tenía flotando a Alai; dejándolo caer.

La criatura ominosa ignoró eso preparándose para acabar con Miranda. Ya se cansó de jugar.

Pero antes de que pudiera hacer algo, Alai gritó:

— ¡No! Zendora, déjala. Yo... yo haré lo que me pidas.

Zendora se detuvo, su mirada furiosa se clavó en Alai. Una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro.

— ¿Y qué harás, Alai? — preguntó, su voz llena de interés sádico.

Alai dio un paso adelante, su mirada suplicante.

— Cualquier cosa. Solo déjala ir.

Zendora se rió, la risa resonó en las catacumbas como un eco de muerte.

— No es tan fácil, Alai. Tienes que demostrarlo.

Miranda se acercó a Alai, la daga aún en su mano.

— No, Alai. No te dejaré hacerlo.

Alai la miró, su expresión desesperada.

— Por favor, Miranda. Confía en mí.

Zendora se acercó, su presencia oscureciendo el aire.

— Comencemos el juego, Alai— Zendora sonrió y dijo:

— Alai, acércate y arrodíllate.

Él obedeció, su corazón latiendo con miedo. Se arrodilló frente a ella, su mirada suplicante.

— Déjala ir — dijo Alai —. A quien quieres es a mí, ya me tienes.

Zendora se rió, su risa como un latigazo que azotaba el aire.

— Cállate — gritó, su voz llena de furia —. Tu padre también fue un insolente, al que le tuve mucha paciencia, a pesar de que era escoria.

Alai El hijo de La Magia / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora