92: La Conexion entre los Dos

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92: La conexión entre los dos



El grupo caminó por el Puente de Zarra, un puente de arco de piedra y madera que cruzaba el río Aizkor. Los arcos de medio punto se elevaban unos 10 metros sobre el nivel del río, ofreciendo una vista impresionante del agua y del paisaje circundante.

La piedra utilizada en el puente era un granito local, de un color gris claro que se volvía más oscuro cuando estaba mojado. La madera se utilizaba para los pretiles y las barandillas, talladas con intrincados diseños que reflejaban la riqueza cultural de Azkargi.

La luz del atardecer iluminaba el puente, proyectando sombras largas y elegantes en la piedra y la madera. Los faroles de hierro forjado, colocados en los extremos del puente y en el centro, se encendían por la noche, creando un ambiente mágico.

Alai se sintió relajado por primera vez en horas, rodeado de personas que no lo juzgaban. Miranda caminaba a su lado, su brazo casi rozando el suyo.

—¿Te gusta el río?— preguntó Miranda.

—Sí— respondió Alai—. Es tranquilo.

Facu y Nacho se adelantaron, discutiendo sobre los mejores lugares para pescar en el río según la guía que encontraron donde Miranda halló el mapa. Jackie, Jacinto y Sonia se quedaron atrás, disfrutando del paisaje.

Alai y Miranda se quedaron solos en el centro del puente, el rio  fluyendo suavemente debajo.

—Gracias por hoy— dijo Alai, mirando a Miranda.

—¿Por qué?— preguntó ella.

—Por estar aquí— respondió Alai.

Miranda sonrió:

—Estoy aquí por ti, Alai.

El atardecer se reflejó en sus ojos, y Alai sintió una conexión profunda.

— ¿Por qué? — Alai preguntó confundido.

Miranda se percató de lo que había dicho y lo raro que sonó.

— quise decir... para ti.

— vale pero... ¿por qué?

— me agradas — Miranda dijo sonriendo.
—Por qué...— Alai repitió, mientras hacía lo posible por no parecer venado encandilado por la belleza brillante de la chica que caminaba a su lado.
— tan mal te ha ido en la vida para que te cueste aceptar que puedes agradarle a las personas.

Alai suspiró y intentó desviar la mirada hacia el río, pero no lo hizo al final.
— Lo siento si me veo muy intenso solo quiero asegurarme de que esto que siento es real.

— ¿que sientes? 

—No sé— admitió—. Solo sé que me siento así.

Miranda se acercó un paso, su mirada intensa.

—¿Te sientes cómo?— preguntó, su voz suave.

Alai vaciló, buscando las palabras adecuadas.

—Seguro— dijo finalmente—. Me siento seguro contigo.

La luz del atardecer iluminó el rostro de Miranda, y Alai vio una sonrisa leve en sus labios.

—Eso es hermoso, Alai— dijo—. Me siento igual.

Esa declaración bastó para que los dos  se miraran a los ojos y sin decir nada pero entendiendo lo que ambos deseaban se besaron. 

El beso fue suave y delicado, hasta cierto punto casto, pero transmitió una serie de sensaciones intensas en Miranda y también en Alai. Fue como si sus bocas fueran cóncavo y convexo, diseñadas para encajar perfectamente.

Alai El hijo de La Magia / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora