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Abigail

"A veces, estar en el momento equivocado en el lugar equivocado puede cambiar el curso de nuestra vida para siempre" - Haruki Murakami

Prácticamente corro hacia la salida, chocando con todas las personas a mi alrededor. No soy capaz de ver a ninguna de ellas; solo sé que tengo que largarme de esta puta fiesta, ya.

—Ey, cuidado, pequeña estúpida.

Ignoro el insulto y sigo mi camino cada vez más deprisa, consiguiendo llegar al jardín en la parte de la entrada, hasta que soy volteada por alguien. Mi visión se vuelve roja al chocar con unos ojos color caramelo que tienen el arrepentimiento escrito en ellos.

—Abi, yo...

—No —lo corto, apretando los puños—No te atrevas a decir que no es lo que parece; ahórrate esa frase de mierda.

—Al menos déjame explicarte cómo son las cosas.

—¡No necesito que me expliques un carajo! —grito, perdiendo ya la calma. Agarro su estúpido polo y lo acerco a mi cara—Estás muerto para mí, Ronan. ¿Me escuchaste? No me vuelvas a llamar, ni a escribir, ni siquiera vuelvas a mirar en mi dirección.

Lo empujo y le doy una mirada cargada de desprecio. Me pregunto cómo puede ser tan estúpida, pero eso es lo que nos pasa a todos, ¿no?

De momento llega alguien y nos engañamos creyendo que va a funcionar, que un día construirán una familia. Les creemos cuando dicen que solo es una amiga, que las llamadas a altas horas de la noche son solo "trabajo" o algún familiar; nos tragamos todas sus mentiras como si fueran agua y luego, al final, terminamos preguntándonos: ¿cómo no lo vi antes?

Pero la cosa es que las señales siempre estuvieron ahí; solo que nos volvemos demasiado ciegas como para verlas.

—Por favor, Abi —dice el malnacido tratando de acercarse, pero retrocede al ver mi expresión—Por favor... solo... joder, solo escúchame, ¿sí? No es como piensas.

—¿Entonces cómo es? —me pregunto porque aún no le he dado una patada en la entrepierna y me he ido de una vez—. ¿Es que quieres decirme que las personas que vi a punto de follar en un cuarto no eran mi novio y una de mis únicas amigas? ¿Es eso?

—No, pero...

Dejo de escuchar por un momento, regresando a ese instante en que entré y los encontré a los dos aferrándose el uno al otro como si la vida se les fuera en ello. Podría pasar por cualquier persona, pero sabía que era ella; reconocería esos rizos castaños en cualquier parte. Había sido mi compañera de habitación por dos años, joder.

Ella sabía que la vi. En cuanto entré por la puerta con cara de asesinato, se separó de Ronan como si quemara y simplemente se me quedó mirando con una mezcla de miedo, vergüenza y dolor, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Abi...

Me gustaría decir que dije algo inteligente y que me fui con la frente en alto, pero solo me quedé allí boquiabierta como un pez hasta que simplemente eché a correr.

—¿Por qué ella? —pregunto mientras siento lágrimas para nada bienvenidas brotar de mis ojos—¿Por qué de todas las personas tenía que ser ella?

—Abi...

—Respóndeme.

—No estabas —murmura con la expresión abatida—Yo... no sabía qué hacer para estar contigo, para ayudarte a salir del bache. Me sentía que no era suficiente todo el tiempo. Y yo traté, pero... ya nunca estabas y entonces fue cuando apareció ella...

LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora