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Abigail

"La presa no puede escapar de su destino, siempre habrá un depredador esperando para cazarla". - Rachel Vincent

Bueno, eso es todo

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Bueno, eso es todo.

De alguna forma, morí a mis veinte años.

Espero ver mi vida pasar por mis ojos como una diapositiva; sin embargo, no sucede, lo cual es una lástima. Por alguna razón, todo lo que está en mi cabeza es que al menos me hubiera gustado volver a probar la lasaña especial de mi abuela. No me juzguen, la comida es la razón de mi existencia.

O lo era.

Presiono mis párpados con fuerza, esperando el dolor al desgarrar mi garganta.

Un latido...

Tres...

Pero nunca llega.

—¿Eso es todo? ¿Simplemente te vas a rendir y esperar la muerte? —pregunta la misma voz, sonando desconcertada—. Es un poco decepcionante, debo decir. Esperaba un poco de pelea, al menos.

¿Me está jodiendo?

Lo dice la persona que acaba de cargarse a alguien con la misma tranquilidad de quien va a tomarse unas copas con unos amigos y luego me persiguió como un maníaco homicida para hacer lo mismo conmigo.

Entonces es cuando simplemente pierdo la calma. Tal vez sea la acumulación de todas las cosas de la noche de golpe. O que sé que este sea el último momento en que vuelva a estar entre los vivos, o una mezcla de ambos. Todo lo que sé es que rompo a reír. Del tipo de risa que te dobla en dos y te roba la respiración por completo. Lo que es un poco incómodo, ya que, duh, tengo un jodido cuchillo presionándome la yugular.

—Decepcionante —y vuelvo a romper a carcajadas.

De alguna forma, mi cuello se encuentra libre del arma letal; el psicópata debió de quitarlo cuando estaba en mi crisis nerviosa. Seguramente no queriendo que accidentalmente yo misma termine de rebanarlo y le quite ese placer.

—O tal vez me encontré con una loca; últimamente tengo mucha suerte para esas —dice pensativamente.

Me doy la vuelta para enfrentarlo, perdiendo ya mi paciencia.

—Mira, si me vas a matar, hazlo de una vez, ¿quieres? —un par de ojos como orbes me clavan la vista, y lo juro, son los ojos más negros que he visto en mi vida; solo se podrían comparar con el vacío—. Solo estás perdiendo el tiempo.

Alza una ceja en mi dirección, nada impresionado por mi pequeño arranque.

—Creo que no estás en posición para determinar eso, amor.

—Puede que no —siseo levantando mi barbilla sin apartar la mirada—. P-pero la cosa es que no te tengo miedo.

—Entonces, aparte de loca, eres una mentirosa.

LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora