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Abigail

El miedo impide vivir, lo arruina todo; es siempre la más grande piedra en el camino."
Damián

La dulce paz de los sueños me envolvía en una densa bruma. Al parecer, mi cuerpo solo podía estar al límite para encontrar algo de calma mientras dormía, y solo Dios sabe cuánto lo necesito.

Pero estamos hablando de mí.

Y mi maldita vida claramente no sabe lo que significa la palabra calma.

Por eso soy despertada de golpe al sentir un mastodonte ser arrojado hacia mí de forma súbita.

—Hora de despertarse y brillar, solecito—dice dicho mastodonte, quién resulta ser un chico cubierto de tatuajes y jodidamente enorme, el cuál me sonríe diabólicamente.

Chillo como una banshee sin poder controlarme, revolviéndome en la cama lo suficiente para caerme de ella y golpearme las costillas en el proceso.

—Uy, eso debió doler.

Ignoro las palabras del maníaco en mi cuarto mientras sujeto mis costillas con una mano y agarro la lámpara de noche con la otra para arrojársela a la cabeza. La esquiva sin apenas esfuerzo, luciendo aburrido.

;Eso fue muy poco amable de tu parte; deberías tener más educación con tus invitados.

—¿Invitados?—repito, sin poder creérmelo—¿Quién coño eres tú y qué haces aquí?

—¿No me reconoces?—pregunta con un destello de diversión en sus ojos—Me hieres; estaba convencido de que mi presencia es un poco... difícil de ignorar, por así decirlo.

Y eso es una puta sutileza.

Pasaría más desapercibido Justin Bieber que este hombre con su metro noventa. Es como si el molde de un hombre normal no hubiera sido suficiente y Dios hubiera decidido crear dos en uno. Eso sin contar todos sus tatuajes, incluso en su cara. Demonios, incluso sus cejas se ven malvadas.

—No tengo idea de qué estás hablando.

—¿Segura?—vuelve a preguntar con seguridad, dando un paso adelante, por lo que retrocedo dos—Fíjate más de cerca.

No hago eso, por supuesto. Aún conservo el sentido de supervivencia, muchas gracias.

Pero me tomo más tiempo para observarlo, a pesar de que mi corazón va a mil por hora. Es entonces cuando esboza una sonrisa diabólica, como si realmente le estuviera divirtiendo la situación.

Entonces, como un flashback, viene un recuerdo a mi mente.

Ya había visto esa sonrisa antes, iluminada por luces rojas y azules de la policía, junto con seis personas más.

Mis ojos se abren como platos cuando soy consciente...

—Eres uno de ellos, un Kapital Sin.

—Bingo—da un fuerte aplauso como un presentador en un concurso de talentos—¿Ya ves que no era tan difícil?

Recorro la habitación desesperada buscando cualquier cosa que me permita darme una ventaja, por más mínima que sea, o una salida. La única opción que se me ocurre es tirarme bajo la cama, rezando a Dios que desaparezca. De tener cinco años, hubiese sido un poco más justificable que en estos momentos.

Hola Dios, soy yo de nuevo.

—Mira, puedes tranquilizarte...

—¡¿QUÉ QUIERES DE MÍ?!—grito retrocediendo hasta quedar pegada a la pared.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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