El aire frío de la mañana mordía el rostro de Claire Rousseau mientras cruzaba los portones de la universidad. La imponente arquitectura del edificio se alzaba frente a ella, una mezcla de columnas góticas y ventanales altísimos que reflejaban la débil luz invernal. Durante años, había soñado con un lugar así, con el tipo de atmósfera que parecía susurrar promesas de descubrimiento y reinvención. Con los auriculares colgando de su cuello y una melodía indie aún resonando en su mente, Claire dio los primeros pasos hacia un día que cambiaría más de lo que ella imaginaba.
Se movía con una calma medida, pero dentro de ella vibraba una mezcla de nerviosismo y curiosidad. Aunque estaba acostumbrada a observar el mundo desde las sombras, su llegada a la universidad tenía un peso especial. Había elegido Escritura y Literatura, no solo como una carrera, sino como un camino que la conectara con algo más profundo. Su mochila, más llena de novelas que de apuntes, era un reflejo de ello: Claire vivía para perderse en historias que siempre parecían más reales que su propia vida.
La plaza principal de la universidad bullía de energía. Estudiantes se saludaban, reían, compartían bromas y complicidades. Claire, en cambio, se sintió como una pieza fuera de lugar, un espectador silencioso de un mundo que aún no entendía del todo. Al detenerse bajo la sombra de un árbol frondoso, respiró hondo, intentando calmar los nervios antes de dirigirse al aula donde tendría su primera clase de Literatura Avanzada.
El aula, ubicada al final de un pasillo silencioso, estaba casi llena cuando llegó. Los estudiantes charlaban animadamente, sus voces reverberando en las paredes de madera oscura. Claire eligió un asiento al fondo, agradecida por la oportunidad de observar sin ser vista. Apenas había abierto su cuaderno cuando la puerta se abrió con un golpe seco.
Una mujer entró, y la energía en la sala cambió de inmediato. Rubia, elegante y con una presencia que imponía respeto, la profesora avanzó hasta el escritorio con pasos medidos. Su cabello estaba recogido en un moño perfecto, y sus ojos color celeste, intensos como el acero, inspeccionaron a los presentes con una calma que rozaba lo intimidante.
—Buenos días. Soy la profesora Kathryn Mills, y esta es nuestra primera clase de Literatura Avanzada. —Su voz era clara, firme, como si cada palabra estuviera cuidadosamente seleccionada para exigir atención.
Claire sintió que algo en su interior se tensaba. Kathryn Mills no solo irradiaba confianza; había algo en ella que desafiaba la lógica de Claire, un magnetismo que la dejó intranquila. Por un instante, los ojos de la profesora se posaron en los suyos, y el contacto visual, aunque breve, dejó una marca indeleble.
A lo largo de la clase, Kathryn diseccionó con precisión el arte de la narrativa y su papel en la construcción de personajes. Claire, fascinada, tomó apuntes con fervor, tratando de absorber cada palabra. Sin embargo, aunque Kathryn parecía ignorarla deliberadamente, había momentos en los que sus miradas se encontraban, como destellos que Claire no sabía interpretar.
Cuando la clase terminó, los estudiantes se dispersaron rápidamente. Claire permaneció en su asiento, sumida en sus pensamientos, hasta que la realidad la obligó a levantarse.
Más tarde, se refugió en la biblioteca, un lugar donde siempre encontraba consuelo entre las estanterías repletas de libros. Sacó su cuaderno, uno cubierto de dibujos y pegatinas que contrastaban con la sobriedad del entorno, y comenzó a escribir. Las palabras fluían con facilidad, inspiradas por el frío de la mañana.
No se dio cuenta de que no estaba sola hasta que sintió un cambio en el aire. Kathryn había entrado en la biblioteca y, como si fuera una sombra elegante, caminó entre los estantes con una gracia natural. Claire alzó la vista justo a tiempo para cruzarse nuevamente con esos ojos azules.
—Rousseau, ¿verdad? —preguntó Kathryn, su tono tan neutro que era imposible discernir sus intenciones.
—Sí, Claire Rousseau. —respondió Claire, sintiendo que su nombre sonaba torpe en sus propios labios.
—¿De origen francés? —Kathryn gesticuló con suavidad, como si saboreara el significado de las palabras.
—Sí. Hace referencia a alguien pelirrojo. —Claire desvió la mirada, un hábito que no podía controlar.
—Curioso. —Kathryn dejó escapar una ligera sonrisa, aunque fue tan fugaz que Claire no estaba segura de si realmente había sucedido. —Estudia la estructura de las novelas realistas para la próxima clase. —Su voz recuperó su tono formal antes de girarse y desaparecer entre los estantes.
Claire la observó marcharse, con el corazón latiendo más rápido de lo que le gustaría admitir. Había algo en la profesora que escapaba a su comprensión, una complejidad que despertaba en ella una mezcla de admiración y desconcierto.
Al salir de la biblioteca, Claire se obligó a recordar que la realidad no era como las historias que tanto amaba. Sin embargo, no podía ignorar la sensación de que algo había cambiado, como si una grieta se hubiera abierto en su vida cotidiana. Por más que intentara convencerse de lo contrario, había algo en esa incertidumbre que la fascinaba. Y lo sabía: esta historia apenas comenzaba.

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GUILTY AS SIN?
RomanceClaire Rousseau, una joven de 21 años, inicia su vida universitaria en Georgia, estudiando Escritura y Literatura, mientras lidia con su amor por los libros, la música y la actuación. Atraída por mujeres mayores desde pequeña, se siente cautivada po...