Capitulo 31

349 15 0
                                    

  Con mi mirada cristalina le di la espalda y desate el rodete caído de mis cabellos que luego se encontraron ondulados.

Me pare rápidamente y tome el abrigo que estaba sobre la silla de la computadora. Me lo puse. Después me encamine hasta la puerta sin decirle nada... tenia vergüenza de hablarle o mirarlo a la cara después de lo que anoche y, aunque lo recuerde o no, necesito sostener la poca dignidad que me quedó. Necesito... pensar más que nada.

Mario: ¿Qué pasa ____? –Me había preguntado extrañado desde la cama. Yo salí de la habitación y él seguía llamándome. –

Baje las escaleras con velocidad y sentía como me seguía. Cuando estaba por bajar el ultimo escalón el me tomo del brazo y me hizo dar vuelta para verlo. Mi cabello no sé en qué estado estaba, ni mi rostro... supongo que pálido o seguro parezco un cadáver caminando.

Mario: Necesito... saber porque estas así. –Me dijo frunciendo el seño, totalmente intrigado. Se había puesto una remera, no sé en qué momento, quizá cuando venía detrás de mí. Pestañee e inhale aire. No me había lavado la cara y sentía los ojos caer. No tengo idea de que hora será. –
Tu: Solo necesito pensar. –Le aseguré mirando hacia arriba, su rostro, estirando los labios y encogiéndome de hombros. El sujetaba mi codo y mis piernas dieron una leve temblada. –
Mario: ¿Pensar qué? No comprendo. –Moví mi brazo, dejándolo con la mano en el aire. El miro ese movimiento confundido. Creo que sintió como me aleje. –

No quería que esto pareciera una escena típica de película, que llore en sus brazos reclamándole porque hizo esto y aquello, que él me pida perdón y que nos besemos olvidándolo todo. No. Camine dos pasos hacia la puerta pero él no se quedo de brazos cruzados y me alcanzo. Se puso en frente mío y sujeto ambos de mis brazos. Me abrazo. No podía moverme, estaba inmóvil debajo de su cálido abrazo. ¿Por qué anoche no fue así?

Mario: Por favor, dime que anoche no te hice algo malo. –Me dijo con voz ahogada. Yo estaba dura como una roca. No quería estar allí ni un segundo más. –
Tu: No puedo hacer eso.

Se separo de mí, dejándome en la misma posición que estuve desde el principio: manos en los bolcillos, piernas juntas y mirada baja.

Tu: Necesito... tiempo. Solo eso.

Lo mire y él había comprendido todo. Miraba el suelo pero no pude analizar muy bien su rostro. No sé si estaba desilusionado, avergonzado o... triste. Solo salí de allí y al estar fuera exhale todo el aire que me había guardado dentro. Mientras caminaba rápido hacia la reja sentía mis piernas temblar y la bola de acero en el centro de mi garganta. Intente pasarla pero no se va.
Abrí la reja con la manija y la cerré al estar en la calle.
Apoye la cabeza en ese portón negro, sabiendo que no podría verme y me di cuenta lo mucho que mi cuerpo temblaba. Cerré los ojos y comencé a respirar profundamente para vencer todo. Lo único que podía decirme a mi misma era que me mantuviera fuerte y no débil.

Estar en frente de la puerta de madera de nuevo. Mi casa. Cuando metí salvajemente la mano en el bolsillo de adentro del abrigo me corte la palma con la navaja que tenia.
Estúpida e inservible navaja.
Gruñí al sentir el dolor del cortesito. Abrí, como pude, la puerta con la mano izquierda mientras la mano herida colgaba.

A penas entre deje la navaja debajo del sofá, luego iría por ella. La puerta se cerró sola.
Me dirigí directo al baño sin mirar nada y azote la puerta a mis espaldas. Limpie el corte, me ardió un poco. Después la vende.

Me siento tan... pesada. Como dura. Algo pesa dentro de mí y no lo dejo salir. Pero ¿Qué es? Y ¿Cómo lo dejo salir? Me está matando lentamente.

Escuche un ruido abajo. Me aterrorice ¿Sera Mario? Quizás. Pero ¿Cómo entro? Si escuche la puerta cerrarse. Baje con lentitud y en cuclillas hacia abajo, escuchando murmuros. Cuando estuve en el living, solté el aire que había contenido.

Cambiaste Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora