Capítulo 73

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  Caminamos hasta su auto, no había nadie afuera gracias al cielo, y me subí en el. Mario me alcanzó un pañuelo y se lo tome pero sería en vano, no podía dejar de llorar.

Tu: No entiendo porque me hizo esto. Creí que dejaría de hacerme la vida imposible desde... –Comencé a decir con la voz cortada, pero me callé y no termine la frase –
Mario: ¿Desde qué terminaste conmigo?
Tu: No quise decir eso.
Mario: No importa, igual es lo que piensas.
Tu: No... ella lo hace por otra cosa...
Mario: ¿A sí? –Dijo sarcástico, no contesté y me puse a llorar aun peor cuando recordé las risas de todos. Sus voces estaban grabadas en mi cabeza, y sus caras riendo igual. –Oh, lo siento mucho cariño soy un idiota, ven aquí. –Dijo y me abrazo de nuevo. –Son unos cavernícolas, no les hagas caso. –Me beso la cabeza y me seque las lágrimas con el pañuelo–No tienen cerebro... tu si lo tienes. No estés mal, no me gusta verte así. ¿Quieres ir a tu casa?
Tu: No... quiero quedarme contigo. –Le dije aferrándome más a su pecho. Estaba intentando dejar de llorar pero aun me sentía muy mal, lo único que me mantenía algo fuerte es saber que contaba con él. –Llévame a donde quieras, pero vámonos.

~

Mario estuvo veinte minutos conduciendo, y yo estuve veinte minutos molestándolo así me decía a dónde íbamos. Pero no soltó nada. Ni una palabra.
Cuando llegamos, sentí brillar mis ojos por el lindo lugar a donde me había traído. Lo mire asombrada y me lance hacia él para abrazarlo.

Me había traído a un parque campestre, era hermosísimo, todo era verde y se podía escuchar a los pajaritos. Mario fue por no sé qué cosas al auto mientras yo seguía admirándolo todo. ¿Cómo es que no sabía de la existencia de esto? Me metí mas al fondo, iba a seguir pero mi celular sonó. Era Matilde:

Matilde: ¿Hola? ¿_____, donde diablos estas? ¡Me muero! Jade me conto lo que esa puta te hizo. Te juro que me escapé de casa sin decir nada y zafándome del dentista, vine a buscarla.
Tu: Oh no... no es necesario.
Matilde: Sí lo fue. Ya le rompí la cara, cariño no te preocupes.
Tu: ¡¿Te hizo daño?!
Matilde: No, no pudo conmigo. Tiene una mejilla violeta y la nariz rota. ¡FELICITAME AMORE! –Reí –
Tu: Eso quiere decir que... estas en serios problemas.
Matilde: Sí, estoy en dirección esperando con el zorrino al otro lado. Tienes que verle la nariz, eso le costará una cirugía. ¡Hay _____! Me sentí increíble, no sabes, lo disfrute tanto que me aguanto los días de castigo. ¡Valió la pena! Me sentí una profesional y una estrella.
Tu: Gracias, ¿te dije cuanto te amo? Ojala que no te castiguen muy duro.
Matilde: Castigo duro... je... me gusta.
Tu: ¡Matilde!
Matilde: Bueno, bueno, me callo. ¿Tu donde estas? Esa Megan, luego de felicitarme, me dijo que te fuiste con el Bautista. ¿Es cierto eso?
Tu: Sí, está aquí conmigo. Luego te cuento.
Matilde: Esta bien, esta tarde te llamaré así me cuentas todo ¿sí? ¡Oh cierto, antes que cuelgues! Juanpa intentó separarme de esa pu.ta y adivina que...
Tu: ¡¿Qué?!
Matilde: Esto fue lo mejor de la mañana... todos se habían quedado callados, entonces aproveche y le grite: "Déjame en paz, ya no quiero seguir con un niño inmaduro con intento de macho. Impotente"
Tu: Oh my god. Alabada seas.
Matilde: Sí lo sé. Me sentí grande. –Dijo con orgullo –La cosa es que todos se mataron de risa. Y le susurre a Juanpa que ya lo sabía todo y que... podía irse con ella, que, a mi me perdió.
Tu: Hiciste bien.
Matilde: Lo sé, bueno ya no te robo más tiempo. Debes planear tu mañana de pasión con Bautista, pásala genial baby.
Tu: Adiós, y gracias de nuevo. Eres la mejor.
Matilde: Lo sé, lo sé. –Me dijo y cortó –

No oculté mi sonrisa y me di la vuelta para buscar a Mario. Fui hasta donde había dejado el auto, estaba allí buscando no sé qué cosas.

Tu: ¿Qué buscas? –Dije estando detrás de él –
Mario: Eh... nada.

No quise insistir y me hice a un lado. El saco un pequeño bolso y me tomo la mano.

Cuanto había extrañado eso.

Fuimos hasta adentro del parque, si hubiera ido sola ya me habría perdido seguramente. Como era temprano, solo había algunas personas por ahí... lo más común eran las personas mayores.
Mario me beso la mano, estaba súper tierno.

Fue allí cuando me percaté que se peleo con Mau por mí.
Sentí un escalofrió en la espalda, pero intente distraerme y no pensar en eso. El lugar era precioso.

Mario se detuvo y me detuve con él, dijo que quería quedarse allí y me pareció genial. Era el mejor lugar de todos, hasta donde vi. Daba vista al lago que había, y una pareja de ancianos... abrazados.
Puso un mantel en el piso y se sentó, luego me senté yo a su lado. Le tome el brazo y se lo acaricie.

Tu: Gracias por lo de hoy.
Mario: No hay de qué. –Me dijo pellizcándome una mejilla –No pienses mas en eso. ¿Tienes hambre?

No tenia, pero quería verlo feliz. Y siempre cuando comía él se ponía de buen humor.
Le dije que sí, y saco fresas de su bolso. Me sorprendí, él sabe que me encantan. Le pregunté si había planeado esto, y me contestó que sí... que era una forma de disculparse por todo.
Le sonreí amigablemente antes de llevarme una fresa a la boca. Era un lindo.

Tu: ¿Te puedo preguntar algo sin que te enojes? –Le dije, el reposaba su cabeza en mis piernas. Habíamos hablado de todo menos de nosotros. Y aun no nos habíamos besado. –
Mario: Am, está bien.
Tu: ¿Quién te lo dijo? –Le pregunté mordiéndome el labio –

El me miro a los ojos y puso cara seria.

Mario: Fue Lidia y su amiga, no recuerdo como se llamaba.
Tu: ¿En verdad existe una foto?
Mario: No, era mentira mía. Lo siento.

Permanecí callada unos segundos, luego le toque el cabello y agregue:

Tu: Sabes que no tienes que disculparte. –Le dije media avergonzada, poniendo su cabello hacia atrás y viendo su hermosa frente – ¿Comprendiste mi carta? –Le pregunte mordiéndome el labio de nuevo. Eso era lo que más me importaba –
Mario: Sí, la leí como veinte veces. Perdón si te hice sentir mal, es que... no podía...
Tu: No te preocupes, yo me deje llevar por lo molesta que estaba.
Mario: ¿Enserio?
Tu: Sí.
Mario: Perdón por lo de fácil.
Tu: Yo cuando me molesto te digo miles de insultos mientras tú no me dices nada, no te preocupes. Ya fue.
Mario: O sea que...

Le sonreí, me sentía aliviada. Mario había entendido todo... ¡qué alivio!

Mario: Ágamos un trato. –Me dijo y lo miré a los ojos –Te perdono lo del estúpido Gil si me perdonas por todas las cagadas que me mande desde que te conocí.
Tu: Hace mucho te perdone por todo. –Le dije con sinceridad y se quedo callado durante unos segundos. –
Mario: ¿Viste cuando te pedí que no te enamoraras de mí? –Asentí media conmocionada. Ese tema nunca lo toco –Era por eso, sabía que te lastimaría. Luego todo se fue de control y... y bueno te enteraste de todo. Lo siento de nuevo. –Me dijo sentándose a un lado. Estábamos frente a frente –
Tu: Deja de disculparte. Es algo que ya pasó...
Mario: Pero es algo que aun te afecta. ¿Por qué nunca me lo dijiste?

Baje la mirada y no respondí rápido. Tenía razón, mierda.

Tu: No lo sé.
Mario: Nunca me dices nada, si no me cuentas no podre entenderte. Yo cuando me pasa algo te lo cuento ¿no es así? –Asentí sin mirarlo. El tomo mi mentón e hizo que lo mire. –No me tengas miedo, no te juzgaré por nada. ¿Sí? Aprende a tenerme confianza.
Tu: De acuerdo.

Luego de eso me acaricio la mejilla con dulzura. Y me dijo que era muy tierna.

Tu: Tengo algo que pedirte.
Mario: Lo que quieras.

Lo tome de ambas mejillas y se las aplasté, se miraba tan tierno.

Tu: ¿Quieres ser mi novio? Porque un pajarito me conto que estas soltero. –Le dije con dulzura. Dios, cuanto lo amo. –

El me sonrió y se sonrojo, al darme cuenta yo también lo hice, y me aguanté las ganas de reír nerviosamente.
Se relamió los labios y se acerco lentamente hacia mí, mirándome a los ojos.

Mario aparentaba tan nene que pensé que sería mi primer beso. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para sentir mi respiración, tomo mis cachetes y los presiono un poco. Luego me beso con tanta lentitud que hacía sentirme más relajada que nunca, hacía... que me dieran ganas de gritarle en la cara que lo amaba, que lo adoraba.

Mario: ¿Eso responde tu pregunta?   

Cambiaste Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora