208. Generosos Deseos

418 44 22
                                    


Eilan que se puso en pie con esfuerzo se tambaleó ligeramente dando torpes pasitos agarrado a las pieles de la cama viendo como Ontari recoge algunas de las cosas metiéndolas dentro de un viejo arcón.

Halena que había ido hacía rato a despedirse de ellos, alargó sus manos colocándolas a los lados de Eilan para impedir que este cayese al suelo en su gracioso paseo.

—¿Seguro que podré volver a verlo? —preguntó Halena con un atisbo de preocupación en su mirada.

—Por supuesto que si —contestó Ontari dedicándole una fugaz mirada mientras se alejaba para ir a recoger algunas armas—. Azgeda siempre te recibirá, es tu hogar después de todo.

—Mi hogar está ahora con Heda —le recordó ella devolviéndole la mirada con cierto cariño—. Pero tus palabras me reconfortan. Me gustaría poder volver a ver a Eilan.

Ontari que se la quedo viendo guardó una manta en el arcón cerrándolo después.

—Podrás hacerlo siempre que quieras —aseguró ella antes de escuchar el sonido de la puerta, levantando la mirada rápidamente hacia ella.

Halena que borró la sonrisa lentamente se quedo viendo a Roan Príncipe de Azgeda contemplarles desde la puerta.

—Bonita estampa la que advierto ante mi —murmuró él tras largos segundos en silencio—. Nia debe estar revolcándose allá donde este si la está viendo.

—Nada me causa mayor placer que saberlo —repuso Ontari al escucharle sin ningún rodeo.

Halena que tomó a Eilan en brazos en ese momento le sintió enredar sus dedos en su largo cabello como hacía cuando era más pequeño y le acunaba contra su pecho.

—He de reconocer que tenía buen ojo para las adquisiciones... —murmuró Roan contemplando a Halena al ver su intención de protegerle dirigiendo su vista a Ontari—. Primero tú... luego ella...

—Esta adquisición podría haberte cortado el cuello de no ser por la piedad de Heda —le recordó Halena con suficiencia endureciendo la mirada soberbia. Detestaba a ese hombre desde el día en qué le había visto amenazar a Heda en sus aposentos.

Ontari que desconocía ese hecho dirigió la mirada inmediatamente hacia él de nuevo viendo cambiar su rostro con súbita impotencia.

—Hazaña de la que pocos pueden alardear...

—Y de la que me enorgullezco —le desafío Halena con intransigencia.

Roan que se la quedo viendo largamente con dureza finalmente trató de calmar su ego dirigiéndose hacia Eilan.

—Algún día crecerá y esa historia jamás llegará a oídos suyos —repuso Roan acercándose a ellos viendo al niño sonreírse mientras jugaba con los cabellos de ella—. O será él quien jamás recordará haber tenido una hermana...

—O un padre —le espetó Ontari peligrosamente al verle tan cerca de ellos.

Roan que advirtió la férrea e implícita amenaza en su voz se sonrió escondidamente, Ontari al parecer se había encariñado mucho de la pequeña cosa que le tomaba por sorpresa.

—No es necesaria tanta hostilidad —sugirió Roan con una lánguida sonrisa de implícita burla—. Ahora que somos todos una gran familia, podríamos ser dignos de una conveniente y poco dificultosa lealtad.

—Soy leal —dijo inmediatamente Halena imperterrita—. A Heda.

—Sé que lo eres, y tú has demostrado ser una propiciosa aliada —comentó dirigiéndose a Ontari después—. Yo podría serlo también si me dieseis la oportunidad de reparar el daño que os he causado a todas de una u otra manera...

—¿Por qué íbamos alguna a creerte? —receló Ontari inmediatamente.

—Porque he de reconocer que tanto ella como él son dignos herederos de Azgeda, la Coalición y el Pueblo Arbóreo. ¿Qué mayor orgullo obtendría un padre que ver prosperar a sus vastagos heredando tales tierras?

—No eres mi padre —le espetó Halena con dureza.

—Pero tu madre me pertenece —le interrumpió él inmediatamente disfrutando el rostro de ella al creerle—. Nuestra unión de sangre solo terminará el día de mi muerte o en cualquier caso de la suya. Hasta entonces, su sangre es mi sangre, sus descendientes, mis descendientes y su legado, mi legado, Halena...

Halena que desconocía hasta que punto era eso cierto dirigió su mirada inquietamente hacia Ontari que le miraba a él fijamente sin poder rebatir nada de lo mencionado entonces.

—No tienes porque confíar en mi ni tienes porque no hacerlo. Fuí imprudente y cometí un error al atacar de aquella manera a Lexa, un error que enmende en cuanto tuve ocasión de hacerlo —declaró Roan con un grácil regusto en la boca al recordar eso con una misteriosa sonrisa—. He aceptado tarde mi destino pero finalmente lo he hecho en consecuencia. Te pido que no temas nada que venga de mi pues fui yo quien ajusticio a Titus después de lo que te hizo a ti y a ella...

Halena que desconocía eso se desconcertó pero no dijo nada al respecto. Era demasiado confuso todo en estos momentos.

—Despídete de Eilan —interrumpió sus pensamientos la voz de Ontari acercándose a ella para quitarle al niño y que Roan se despidiese cuanto antes abandonando el confort de la habitación para siempre—. Pronto nos encontraremos en Azgeda.

Había mucho que discutir, mucho que decidir al respecto pero no sería con ella con quien Roan discutiese el tema. Si algo debía concernir a Halena le correspondía a Lexa y a ella sopesar detenidamente ese tema y no sabía porque, pero intuía que no le tomaría mucho tiempo tomar una decisión a Halena.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now