266. Admítelo

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El sol comenzaba a descender esférico y brillante en el cielo, Murphy que estaba tendido en la cama de su habitación con la mirada puesta distraídamente en el techo ya que Emori había acudido a otra importante reunión entre ella y los otros embajadores suspiró aburridamente.

Emori estaba preocupada y algo triste convencida de que la mujer que se había llevado a Halena la lastimaría. Halena se había convertido en muy poco tiempo en importante para ella y aunque él confiaba en las decisiones de Emori le preocupaba que para Halena ella solo fuese un simple capricho de cría que complacer.

Ser amigas era una cosa pero convertirla en reina, otorgarle poder para manejar un clan entero era una cosa muy distinta.

Siendo sincero consigo mismo le había molestado un poco que Emori pretendiese largarse y de pronto regresase a él siendo toda una reina. Eso hacía que se sintiese un tanto traicionado. Es decir, se alegraba por ella cómo no, pero él prefería que los dos estuviesen al mismo nivel tal y como lo estaban antes.

Era complicada la forma en la que Emori había logrado que se sintiese. Él nunca antes tuvo algo tan valioso, algo que solo fuese de él y aunque no estaba acostumbrado a amar ni a ser amado realmente lo estaba intentando con ella.

No era simple cariño, no era afecto o aprecio. Tampoco lo calificaría de amor porque esa palabra daba demasiado miedo para él, pero ella era todo cuanto él podría haber deseado en su vida. Emori era hermosa, no importaba nada lo que los demás dijesen. Ella era preciosa, era sagaz, intrépida e inteligente. Era constante y atrevida, era valiente, temeraria y además le resultaba tremendamente sexy.

Toda ella una absoluta presencia y revelación.

Emori no se había convertido en alguien importante para él, se había convertido en alguien completamente necesaria para él.

El sonido de la puerta fue tan leve que Murphy creyó en un primer momento que lo había imaginado pero cuando miro hacia ella, esta se abrió lentamente y lo que apareció por ella lo dejo completamente sin palabras.

Clarke estaba allí. Estaba despierta, estaba allí y estaba despierta al fin. Su rubio cabello parecía más ondulado y ondulado que nunca. Llevaba puesto un largo abrigo de oscuro cuero terrestre y un par de altas botas a medio muslo que hizo que Murphy sin siquiera quererlo se ruborizase.

Desde luego no parecía haber despertado de un largo y soporífero letargo. O no se lo parecía a él.

—¿Clarke? —preguntó él confundido levantándose de la cama con preocupación nada más verla allí—. Estás... estás despierta...

—Hace ya mucho rato, ¿no te lo dijeron? —murmuró ella con una fingida y curiosa expresión.

Murphy que se la quedo mirando negó quedamente.

—Es que no he salido de aquí en toda la mañana.

Clarke que se le quedo mirando a los ojos largamente se desplazó por la habitación acercándose a la mesa viendo en ella algunos manuscritos, algunas dagas y armas de Emori y él sobre ella.

Murphy que la siguió con la mirada no supo porque pero tuvo la sensación de que algo extraño ocurría con ella.

—Clarke, ¿estás bien? —preguntó con un deje de preocupación en la voz contemplándola.

—¿Y qué es eso que te ha mantenido tan ocupado como para no salir?... —quiso saber ella en un sugerente susurro mientras acariciaba la afilada hoja de acero fijándose en como proyectaba su reflejo .

Murphy que se fijó mejor en ella se acercó apartando la daga de su alcance.

—Nada importante.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now