222. Cambiante Destino

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El sol se mantiene en lo alto del cielo mientras algunas blancas nubes se trasladan lentamente con intención de cubrirlo a esas horas del día. Emori que baja los escalones precipitadamente al doblar una esquina para dirigirse a la salida choca abruptamente contra alguien que cae al suelo.

—Lo siento —se apresuró ella a decir nada más ver caer a Halena al suelo poniéndose más nerviosa al reconocerla como lo que es ahora, la hija de Heda.

Emori que se inclina para ayudarla a levantarse la ve sacudir la cabeza débilmente poniéndose en pie.

—Tranquila, es que venía distraída y no me he dado cuenta de que bajabas... —dijo Halena restándole importancia sacudiéndose un poco el pantalón que llevaba—. ¿Estás bien?

—Si, si es... no me he dado cuenta de nada perdona —se disculpó ella no queriendo tener más problemas disponiendo a pasar por su lado para marcharse.

—Eres Emori, ¿verdad? —preguntó Halena algo insegura—. ¿Emori? ¿Te llamas así?

Emori que se detuvo al escucharla se volvió a verla asintiendo desconcertada porque supiese su nombre.

—Yo soy Halena —se presentó ella con una suave sonrisa al fijarse mejor en ella—. Tú eres quien ayudo a Wanheda y a los suyos a volver a casa, ¿verdad?

Emori que temió contestar a eso finalmente asintió cautelosa.

—Gracias —le sonrió ella suavemente con aprecio—. De veras. Heda aprecia mucho lo que has hecho por ella y yo también.

—No ha sido nada —murmuró quedamente Emori disponiéndose a marcharse esta vez de verdad.

—¿Vas a alguna parte? —preguntó Halena con preocupado gesto al verla tan esquiva.

—Regreso a casa —musitó Emori deteniéndose.

—¿Tienes una a la que regresar? —preguntó Halena al verla detenerse.

Emori que se volvió a verla bajó la mirada un tanto avergonzada, y Halena que se dio cuenta de cómo había sonado eso se retracto rápidamente al instante.

—No... no quería decir que tú... que... —se acercó ella un tanto arrepentida—. Es que he reconocido tus tatuajes y... lo siento, a veces con las palabras no soy muy buena —se disculpó ella abochornada—. Vienes de la Zona Muerta, ¿no?...

Emori que asintió con la cabeza al escucharla cualquier otro día se hubiese puesto el orgullo por montera pero en ese momento tal y como habían acabado las cosas con Murphy no tenía fuerzas.

—Así es...

—Me gustaría hablar contigo de eso.

—¿De la Zona Muerta? —se desconcertó preocupada Emori desconfiada de sus intenciones—. ¿Por qué?...

—Porque creo que juntas podríamos hacer mucho por tu gente...—repuso sincera Halena con un gesto—. He oído historias acerca de ellos, historias de gente que como tú ha sido relegada a la Zona Muerta...

—¿Y qué podríamos hacer nosotras por ellos? —arqueó una ceja Emori con una candente sonrisa cargada de resignación y recelo—. Las cosas son como son, nadie puede cambiar eso...

—Tú si —le aseguró Halena con seguro gesto viéndola a los ojos—. Solo necesitas creer que puedes hacerlo...

—Creo que me sobrevaloras por haberos devuelto a Wanheda pero no hay más valentía en lo qué he hecho —farfulló Emori con una resignada sonrisa dándose la vuelta para irse.

—Emori —la llamó Halena alargando la mano para pararla un momento—. ¿No te gustaría dejar de esconderos?

—No nos escondemos...

—Manteneros aislados en la Zona Muerta lejos de todo contacto como exiliados es lo mismo que esconderos —repuso Halena con consternado gesto—. No sois enfermos, no sois contagiosos, no sois delincuentes, sois personas que habeis nacido con algo singular que os hace diferentes pero eso no os hace menos valiosos a ninguno de vosotros, tú sabes eso, tanto como lo sé yo...—insistió Halena viéndola a los ojos—. Por favor, ayudame a cambiar eso...

—¿Por qué iba alguien como tú ayudar a alguien como yo? ¿A gente como ellos? —receló Emori con desconcierto.

—Porque alguien tiene que hacerlo... —contestó sincera Halena viéndola a los ojos—. Y porque le has devuelto algo muy valioso a mi madre, mereces está clase de trato por hacerlo...

Emori que tragó al escucharla dudaba incluso de que eso pudiesen hacerlo.

—Las cosas son como son, nada puede cambiarse Halena y te engañas al pensar eso.

—Que equivocada estás en eso —repuso Halena con tibio gesto—. Hace menos de dos meses mi suerte iba a ser morir sola y encerrada junto a un niño pequeño. Hoy ese niño va a ser el futuro rey y yo heredaré la Coalición llegado el momento, ¿crees que el destino no se puede cambiar? —arqueo una ceja ella con un gesto—. Bien, sigue creyéndolo mientras te sientas a ver como sola hago esto...

Halena que echo a andar para ir a su habitación escuchó a Emori tras ella.

—Espera...

Halena que se sonrió para si al oírla se volvió para verla con interés.

—¿Me ayudarás a cambiar esto?

—Si, te ayudaré a hacerlo... —dijo Emori no creyéndose ni ella misma que pudiese ofrecerse a hacerlo. Si esa chica estaba en lo cierto, lo que supondría no solo para ella sino para todos los miembros que como ella sufrían la misma suerte podrían ser diferente. Juntas podrían cambiar su fatalidad por un provechoso porvenir y ahora mismo nada le impedía hacerlo.

Si, la ayudaría... y aunque temía ilusionarse para luego fracasar en ello, no cedería a la rendición sino que se esforzaría en el intento.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now