234. Sentimientos

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Algunos pálidos haces de luz recaían sobre el tendido cuerpo de Aranae que tumbada sobre una vieja manta contemplaba el inmenso cielo repleto de estrellas que destellaban en la oscura noche. La luna lucía nívea y resplandeciente junto a ellas y con su mágica luz parecía atraparlo todo a su alcance.

Treior que permanecía observandola desde su cama a lo lejos mientras ojeaba un viejo libro vio entrar a Aden en la habitación que compartían todos los Natblidas. Yakut dormía tras una dura semana de entrenamiento y nada parecía poder alterar su tan merecido sueño. Hashelee, Ivory y Keryon habían ido a buscar algo dulce de comer y a esa hora ya debían estar asaltando las despensas.

Aden que se dirigió a su cama se quitó con cuidado la alforja que llevaba al hombro dejandola sobre el mullido colchón y luego hizo lo mismo con su chaqueta dejandola fijándose durante un momento en el exterior.

—¿Dónde has estado? —preguntó casualmente Treior ya que no le había visto desde aquella mañana en el lago.

—Nada importante —repuso Aden encogiéndose de hombros con un gesto—. ¿Aranae está fuera?

Treior que sintió una sensación extraña viniendo de él asintió desconfiado.

—Si, ¿por qué?

Aden que no contestó cogió la alforja que había traído consigo y se dirigió a la terraza saliendo fuera hasta llegar donde estaba ella.

—Aranae...

Ella que volvió la cabeza al escucharle se incorporó extrañada viendole allí ya que a esas horas solía entrenar a Halena. Supuso que al ser fin de semana también ellos habrían depuesto el entrenamiento para disfrutar de un meditado descanso.

—¿Qué... qué pasa?

—No pasa nada, tranquila —quiso calmarla él al dilucidar la preocupación en sus ojos—. Solo... solo me gustaría hablar contigo.

—¿Conmigo? —se desconcertó ella tragando un poco al oírle quedándosele viendo.

—Si es por Halena... —acertó a decir a la defensiva con un gesto—. Da igual lo que Hashelee diga no me he metido con ella.

—No, no es por Halena —le aseguró Aden arrodillándose junto a la manta colocando la alforja sobre su regazo—. Esto no tiene nada que ver con ella, tranquila.

Aranae que no entendió entonces porque estaban teniendo esa conversación le vio bajar la mirada al suelo.

—Yo... yo quería disculparme contigo...

Aranae que entendió aún menos la disculpa le vio abrir la alforja sacando un tarro de cristal de ella donde aleteaba una pequeña mariposita incandescente y azul, sus favoritas en todo el mundo. Aquellas que anidaban brillantemente a miles en los troncos de los árboles de lo más profundo y recóndito del bosque.

Ella que no pudo evitar llevar las manos al tarro queriendo admirarla se sonrió cándidamente al ver como la mariposa al sentir el calor de sus dedos sobre el cristal se posaba añorandolo sobre este.

Aden que la vio hacer se la quedo viendo largos instantes un tanto arrepentido por no haberse dado cuenta de nada de lo que ella sentía por él antes.

—Es preciosa...—murmuro ella casi para si sin poder creerse el estarla viendo.

—Lamento como te he tratado estos días desde que Halena llegó aquí —se disculpó él sinceramente arrepentido de ello—. No fui justo al desplazarte de mi lado por ella y espero que alguna vez puedas perdonarme...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now