Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)

268. Camino

El sol ardía implacable a aquellas horas sobre el cielo de la Zona Muerta, el viento arrastraba la arena creando enormes dunas mientras al otro lado del camino allá donde delimitaba la Zona Muerta con los bosques de la Comandante todo brillaba verde en su más absoluto esplendor.

Hashelee que se cubría la cara como podía mientras guíaba a su caballo por la arena miró a los demás.

—No os separéis, no confiéis en nadie allí pero sobretodo si tenéis que pelear que no os hagan sangrar —recordó nuevamente ella mientras avanzaban pudiendo ver hacia el este lo que parecían las ruinas de alguna perdida ciudad—. Si descubren lo que sois podéis daros por muertos.

Ivory que iba la última seguía algo reticente por ir.

—Yo no quiero ir allí... sé lo que hacen allí...

Aden que le lanzó una mirada al escucharla hizo un gesto brusco ignorando la arena que por el viento le golpeaba.

—Se dirigen allí y allí es donde iremos, Ivory.

—No lo entiendo, ¿por qué no podemos sangrar? —preguntó Keryon confuso mientras se cubría el rostro por un lado con la mano tratando de ver a Hashelee a la cabeza de la expedición.

—Hacen magia de sangre allí —farfulló Ivory recelosa con una mueca de desagrado y temor en su rostro.

Hashelee que la ignoró se volvió hacia atrás viendo a Treior seguirla y justo poco después a Keryon y a Yakut.

—La peor escoria de los clanes se reune allí para comprar y vender toda clase de preciadas cosas, añadir un Natblida a sus repulsivas colecciones sería bastante codiciado.

Aranae que iba en silencio montada sobre su cabalgadura no podía dejar de pensar en la última vez que Halena la vio. Se sentía tan culpable, tan mal que encontrarla era una cuestión de pura mitigación para ella.

Treior que llevaba ya rato mirandola de tanto en tanto estaba preocupado por ella. Desde que sabía a donde la llevaban Aranae apenas había dicho dos palabras en todo el largo viaje.

—Yo he oído las cosas terribles que le hacen a la gente que capturan allí —señalo Yakut con cierto recelo—. Son unos salvajes...

—A lo mejor nos equivocamos y esa mujer no la quiere vender —dijo nerviosamente Ivory—. Igual deberíamos reconsiderarlo y tomar otro camino.

—Y a lo mejor lo que deberías es de cerrar la boca y dejar de ponerme de los nervios —le espetó irritado Aden dandole una dura mirada de nuevo—. Hablo en serio Ivory, callate.

Ivory que tragó al escucharle bajo la mirada siguiéndole el paso a caballo. Ese lugar estaba plagado de oscuros deseos y malos augurios. Lo que ocurría allí hasta los suyos lo temían y eso que ella venía del este como Hashelee.

No es que tuviese miedo de pelear llegado el momento era simplemente que no quería ir a Errial Zarrath para ver lo que se cocía allí.

—Aden, relájate —le dijo Treior nada más oírle hablarla así—. Ivory no tiene la culpa de que esa mujer se la llevase.

—¿Qué me relaje? —le confrontó Aden con una dura mirada—. Lleva todo el camino quejándose, creo que cerrar la boca es lo mínimo que puede hacer hasta que demos con ellas.

—Aden —intervinó quedamente Aranae al oír hablarle así a Treior y a Ivory.

Aden que la fulminó con la mirada hizo un condenatorio gesto.

—Tú mejor no digas nada, que bastante has hecho ya.

Aranae que se quedo un tanto parada al escucharle apartó la mirada sabiendo que decirle algo ahora mismo solo empeoraría las cosas.

Hashelee no pudo evitar sonreírse escondidamente por como Aden había callado a Aranae hizo un gesto volviéndose a mirarles.

—Calma, chicos... —murmuró ella con un gesto—. No os peleeis.... Total al final del día lo más probable es que estemos todos muertos...—dijo encogiéndose de hombros con un gesto disponiéndose a seguir adelante.

Fuese como fuese, quien entraba en Errial Zarrath y lograba salir de allí nunca volvía a ser él mismo. Era el lugar de la condenación eterna, de los más innombrables pecados, las abominaciones y los perversos vicios. El lugar que todo el mundo sabía que existía y al que nadie quería ir.

Si el destino de Halena era terminar allí le deseaba una muerte rápida y presta. La muerte piadosa y compasiva que nadie solía encontrar allí.

Continuara...