278. Darshan

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Las primeras luces del alba se extendían sobre las frías arenas del desierto de la Zona Muerta, Treior, Aranae, Hashelee, Ivory, Yakut, Keryon y Aden habían vuelto a ponerse en marcha mucho antes de que eso ocurriese. 

El camino estaba siendo mucho más denso y pesado a medida que avanzaban por la pesada arena y aquella sensación de rocas y más rocas a lo lejos.

Había un silencio sepulcral, casi rozando lo incomodo entre ellos pero no porque hubiese ocurrido nada especialmente grave sino porque el cansancio comenzaba a hacer mella en los jóvenes Natblidas.

Yakut el más pequeño de ellos suspiró y estiró un poco el cuello encima de su montura cuando a la izquierda algo a lo lejos llamó su atención.

—¿Qué es eso?

Todos levantaron la vista de la arena ante ellos y volvieron la cabeza para ver qué era lo que había llamado tanto la atención del pequeño Sangre Nocturna.

Hashelee estrechó la mirada y enseguida pudo distinguir a lo lejos a Halena inconsciente entre los brazos de una figura cuyos rasgos no podía distinguir bien al estar ella delante.

—Es Halena —murmuró desconcertada.

Aden que blandió las riendas con fuerza salió disparado hacia el lugar seguido por todos casi inmediatamente.

El joven desconocido se tensó con Halena en brazos cuando les vio aproximarse y al tiempo que la dejaba suavemente en el suelo desenvainó su afilada espada preparándose para la contienda.

—¡Halena! —gritó Keryon a medida que todos se acercaban.

El chico cambió la expresión de su cara al ver que ellos reconocían a la chica.

—¡Aléjate de ella! —le gritó Aden nada más bajar de un salto a la arena desenfundando también su espada para atacar a aquel extraño desconocido que trataba de llevársela.

Treior que se fijó en el rostro del chico y los tatuajes que decoraban parte de su rostro se bajó casi inmediatamente acercándose rápidamente a Aden para pararle.

—¡Detente!

Aranae que también se percató de aquellas marcas que le señalaban como un Nohara cambió la expresión de su cara súbitamente bajando del suyo antes de acercarse a él con las manos en alto para que viese que no tenía intención alguna de atacarle.

—No vamos a hacerte daño, solo queremos a nuestra amiga —le dijo señalando al suelo a Halena que parecía débil y algo herida—. ¿Puedo? —le pidió ella poder acercarse a Halena.

—¡Cómo le hayas hecho daño te voy a arrancar la cabeza! —le espetó Aden arrastrando las palabras mientras Treior le hacía retroceder hacia atrás.

El chico que enseguida se puso en guardia al escucharle, vio como la chica morena que pretendía acercarse le lanzaba una mirada al amenazante chico haciéndole un gesto para que se callase.

—Está bien, pero solo tú —le dijo inquieto a Aranae viendo a los demás rodearle.

Aranae que asintió le dirigió una mirada al resto para que no se acercasen más y se dirigió a Halena agachándose a su lado para verla. Lo primero que hizo fue apartarle un poco el cabello del rostro viendo algo de sangre en él, en su cuello y sus muñecas. Aranae llevó la mano a su cuello sintiendo su pulso lento y débil.

—Necesita algo de agua —le dijo al chico enseñándole la mano antes de llevarla a su cadera para coger de la suya y ofrecérsela despacio para que no pensase que le atacaría ni qué cogería el puñal o la espada que colgaban de ella—. Una mujer se la llevó de Polis a medio día no creó que le haya dado de beber nada durante el camino —le dijo ella abriéndola antes de pasar su brazo por debajo de Halena y llevarla a sus secos labios dándole poco a poco pequeños sorbitos que terminaron derramados por entre la comisura de sus labios. Santa Pramheda, debía llevar horas caminando sin descanso y... la expresión de Aranae cambió al sentir al chico dejar la espada en el suelo agachándose a su lado preocupado por la joven Anorah también.

—La encontré atada a una media hora de aquí —explicó el chico dándole la espalda al resto como si le diese igual lo que intentasen totalmente preocupado por ella—. Este lugar es un camino de paso a Errial Zarrath no podía dejarla allí, alguien podría haberla atacado o peor aún vendido en ese terrible lugar.

—¿A dónde pensabas llevarla? —preguntó Aranae echando despacio algo de agua sobre sus sangrantes y afligidas muñecas que hizo que la arena se humedeciese rojiza bajo ellas volviendo la cabeza para mirarle a él.

—Nakshatra no está lejos de aquí —pronunció el chico fijándose en sus preciosos ojos destelleantes por el brillo del sol del amanecer—. Allí la atenderán.

—¡No va a ir contigo a ningún sitio! —gritó Aden más que molesto al oírle.

—¡Aden, cállate! —le espetó esta vez Aranae volviendo la cabeza para verle. Pronto el sol cubriría toda la arena y las temperaturas subirían bastante más grados de los de ahora y nadie inteligente realmente se aventuraría a estar a pleno sol en medio de un desierto inmenso con una chica herida—. ¿Podemos ir a Nakshatra contigo?

El chico que volvió la cabeza hacia atrás viéndoles a todos por encima de la cabeza de Aranae supo que iba a arrepentirse de eso pero no podía simplemente ignorarles y dejarles allí para que muriesen. El desierto era inclemente con los forasteros y por mucha Sangre Nocturna que intuía que tenían no les convertía en supervivientes.

—Podéis venir pero controla a ese —le dijo él chico señalando a Aden—. Mi hermano Rashesh no tiene tanta paciencia como la que tengo yo.

Aranae que le escuchó le vio tomar nuevamente a Halena en brazos y levantarla de la arena al tiempo que ella se ponía en pie y le daba una mirada a Aden de qué no estropease aquello.

El chico que se apartó de Aranae con Halena para comenzar a andar en dirección a la pequeña aldea de Nakshatra oculta tras las vastas, y pedregosas montañas y dunas de arena se detuvo junto a Hashelee y lo que de ella le llegó hizo que volviese la cabeza hacia Aranae.

—Mucho cuidado con esta, quiere verte muerta.

Hashelee que se quedó parada al ver como todas las miradas se posaban sobre ella vio a Aranae pasar junto al chico tomando las riendas de su caballo para conducirle hacia donde fuese a llevarles él.

—Quien debe tener mucho cuidado es ella pero conmigo —repuso Aranae fríamente mientras se alejaban no tomándola de sorpresa la buena nueva.

Treior, Yakut e Ivory apartaron la mirada de Hashelee y Aden tomó de mala gana las riendas de su caballo para dirigirse allí con ellos pasando por delante de Keryon y Hashelee clavando la mirada en aquel extraño chico que no le daba buenas vibraciones.

—Creía que no quedaban Noharas...

—Y yo creía que la prudencia era un rasgo típico de un Natblida —repuso él otro chico sin dejar de caminar pesadamente con Halena por la arena—. Al parecer nos equivocamos los dos...

Aranae que no pudo evitar dibujar una escondida sonrisa sabiendo lo que debía molestar a Aden eso hizo un gesto.

—Soy Darshan por cierto —se presentó él a Aranae con media sonrisa devolviéndole el gesto sin dejar de andar a su lado.

—Aranae —dijo ella con una sonrisa escuchando los sordos pasos de los caballos seguirles tras ellos.

—¿Aranae? —se sonrió Darshan mientras avanzaban por el desierto—. Me gusta. No vienes mucho por aquí, ¿no?

Ella que le dio una miradita sacudió la cabeza.

—Lo sabía, nunca hubiese olvidado una cara tan bonita como la tuya... —continuó él flirteando encantadoramente mientras la boca de Aden prácticamente caía al suelo montado ahora en su caballo.

¿¿Pero quién se había creído este idiota que era??

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now