291. Palabras

334 43 14
                                    


El suave viento aullaba fuera de las tiendas colándose por entre los recovecos de la pequeña aldea de Nakshatra, lugar de paso hacia la Zona Muerta, Ciudad de Luz y los confines del mundo de Errial Zarrath. 

La luna había comenzado a brillar en el nocturno cielo acariciando con su pálida luz los toldos de las tiendas y las inmensas dunas de la blanca arena, cuando Halena abrió los ojos y trató de incorporarse angustiadamente.

—Eh, eh... —susurró Rashesh suavemente sentado a la orilla de la cama tratando de que volviese a tumbarse—. Estás a salvo, tranquila...

Halena que miró a su alrededor desconcertadamente trató durante unos segundos de orientarse, no reconociendo el lugar ni a quien estaba frente a ella.

—¿Dónde...? —murmuró Halena súbitamente mareada—. ¿Quién... quién eres tú? ¿Por qué he...?

Rashesh que la escuchó llevó la mano a la mesita de noche tomando una pequeña pero afilada daga que hizo que Halena se tensase antes de elevar su mano y apoyar el dedo contra la punta que al instante hizo brotar una gota de sangre.

Halena solo con su visión percibió aquel poder que emanaba de ella y le miró desconcertada y desconfiadamente pero Rashesh insistió ofreciéndole el dedo.

—Sé que sabes lo que soy y no te pido que confíes en mi porque yo en tu lugar tampoco lo haría pero ve por ti misma la clase de persona que soy —insistió en voz baja él insistiendo.

Halena que contempló sus ojos largamente terminó por mirar su mano y acercando su dedo al suyo tomó la gota de sangre y la acercó a sus labios cautelosamente.

Miles de desordenadas imágenes, fragmentos, anécdotas, recuerdos, conversaciones, historias y vivencias llegaron a ella en forma de visión que hizo que una sacudida le revelase quién era aquel chico y todo cuanto había hecho.

—Nohara... —murmuró Halena conmocionada elevando la vista para verle con impresión.

—Anorah... —apreció él medio sonriéndose al hacerle una pequeña reverencia de reconocimiento.

Halena fue a decir algo cuando escuchó un suave murmullo a los pies de la cama y cuando se inclinó para ver, en el suelo durmiendo sobre viejas alfombras, Aranae, Aden y un chico que reconocía vagamente por las visiones dormían profundamente vencidos por el sueño a la espera de que ella despertase.

—¿Han permanecido aquí todo el tiempo? —preguntó suavemente ella preocupada.

—¿Dudabas?

—Creía que... —estaba abrumada y abotargada por el dolor, la angustia y la desorientación que había sufrido en aquellas horas de sueño—. Yo creía que...

—Creías que lo habías soñado, ¿no es así? —preguntó Rashesh tras contemplarla un momento—. Tenía mis dudas acerca de albergaros aquí, dar cobijo a una Anorah no es... es algo poco habitual pero dar cobijo a los Natblidas de Heda resulta demasiado peligroso, entiendes.

Halena asintió con la cabeza viendo a lo lejos a los demás dormir en camastros en la tienda contigua que permanecía con la entrada descubierta.

—Tú me has despertado, ¿cómo... cómo lo has hecho?... —quiso saber Halena sintiendo un escabroso dolor atenazar sus muñecas—. Esa mujer era poderosa, era...

—Tú lo eres más —admitió sincero el chico contemplándola largamente—. Sólo tienes miedo a demostrártelo.

Halena que apartó la mirada al escucharle tembló ligeramente recordando todo el mal que Nirrath Zarriah había causado a su gente.

—No sé como arreglar lo que hizo...

—Si que lo sabes —repuso él devolviéndole la mirada—. Está dentro de ti, forma parte de quién eres...

Halena había pasado demasiado tiempo negando su naturaleza, ocultándola como para reconocer cuando estaba completamente perdida en algo.

—Ayúdame y te concederé todo cuanto quieras...

—Sé que lo harás pero solo quiero una cosa a cambio de mi ayuda —le propuso Rashesh bajando la voz.

Halena que tragó creyendo lo que le pediría apartó la mirada sabiendo que ahora mismo aquello estaba completamente fuera de su alcance y cuando quiso negar él la paró.

—Llévate a mi hermano contigo... —le pidió él echando un fugaz vistazo a la alfombra donde Darshan dormía acurrucado—. Es un buen chico, merece algo mucho mejor que esta vida que yo puedo ofrecerle...—murmuró sincero él bajando la mirada—. No conoce otra cosa y debería tener la opción de hacerlo, tal y como haces tú...

Halena que comprendió a que se refería miró al joven chico que dormía cerca de Aranae y asintió suavemente.

—Tienes mi palabra de que le proporcionaré una vida mejor si me ayudas a recuperar el alma de esa chica y de que jamás volverás a tener que esconderte...—le prometió ella buscando sus ojos antes de buscar entre sus bolsillos dando con el frasco de sangre y arena que Nirrath atesoraba desde Polis con ella—. Ayúdame, por favor... te lo imploro...

Rashesh que se fijó en aquel frasco cambiando súbitamente su expresión al comprender lo que en juego estaba lo tomó en su mano cerrando sus ojos para concentrar en él su poder.

—Te ayudaré a devolverle el alma y te enseñaré cómo utilizar tu poder, si Darshan marcha contigo yo me daré por servido, Jusheda...

Halena asintió débilmente, su prioridad cuanto antes era recomponer y devolver el alma de Clarke a su lugar. Nada anhelaba más en aquellos momentos que hacerlo.

Solo así la suya propia obtendría algo de paz y podría presentarse de nuevo frente a su madre con la cabeza bien alta y sin vergüenza alguna por ser lo que era. Solo así volvería a ser tan feliz como lo había sido a su lado. Solo así restauraría la paz en Polis y en el corazón de la Heda de los Catorce Clanes y en Wanheda, Cazadora de la Montaña.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now