283. La Felicidad

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Cuando Lexa kom Trigeda, Comandante de la Sangre y Heda de los Catorce Clanes abrió los ojos el olor a tierra húmeda y a verdes árboles la embriago. Estaba tendida en mitad del bosque, el cielo tan celeste se había oscurecido por completo y en lugar de brillar el sol, la luna encandilaba con su pálida luz haciendo resplandecer suavemente todo a su alcance.

Lexa se incorporó mirando a su alrededor desconcertada, había cerrado los ojos en su cama la última vez que recordó y ahora sin saber cómo había llegado a aquel hermoso lugar. 

Llevándose la mano al vientre protectoramente casi por instinto al ponerse en pie hizo que el movimiento resultase menos doloroso para ella. Sacudió la tierra de su negro camisón y miró desconcertada a su alrededor. Varias aves nocturnas ululaba a lo lejos mientras que azules mariposas incandescentes agitaban sus pequeñas alas muy cerca en la oscuridad de entre los árboles y el sonido de una cascada batiéndose le resultó algo familiar. 

Lexa caminó y se dio cuenta de que estaba descalza al sentir la húmeda tierra hundirse fresca bajo sus pies. En cuanto avanzó unos metros y sus ojos distinguieron las llamas en los altos candeleros metálicos situados entre los árboles supo enseguida donde se encontraba. 

Una inusitada sonrisa apareció en su rostro y sus ojos se cerraron sintiendo su corazón llenarse de felicidad. Adoraba ese lugar, siempre lo había hecho desde que era muy niña. 

Santa Pramheda, había olvidado incluso que existía con el paso de los años. Su gente, los "natblidas" solían considerar aquel lugar sagrado, parte de una historia por siempre recordada aunque por muchos ignorada. Aquel lugar donde tuvo lugar la Ascensión de la primera Comandante de la Sangre, Becca Pramheda y donde el primer Cónclave se erigió.

Antiguamente, solían llevarse a cabo rituales ceremoniales y sagrados allí. Cuando un niño con Sangre Nocturna era enviado a Polis, era allí donde se le iniciaba. Cuando crecían y debían enfrentar el Cónclave que les llevaría inexorablemente a la muerte o a la Ascensión, este iba allí a rendir honores a Pramheda.

Con el paso del tiempo el bosque creció, las tradiciones cambiaron dando lugar a muchas otras nuevas y el lugar fue relegado al pasado. Simplemente perdido en el olvido.

Lexa avanzó por entre los árboles y lo primero que vio nada más llegar al centro del pequeño claro del bosque fue la antorcha prendida de uno de los árboles, cogiéndola la acercó hasta donde las llamas del candelero y cuando esta prendió, se acercó a encender los otros candeleros y velas situadas por todo el lugar en improvisados altares a Pramheda aquí y allá. Cuando terminó de hacerlo contempló arder la última de ellas y recordó el porque las velas siempre habían representado tanto para ella.

Eran su luz en la oscuridad...

La Heda de los Catorce Clanes clavó la antorcha en el suelo y acercándose a uno de los troncos se sentó sobre él rodeada por aquella cándida luz que hacía del ambiente algo mágico para ella. En los árboles habían botas de piel, algunas lanzas, dibujos, algunas marchitas flores, dagas antiguas, pequeños juguetes de madera o muñecas curtidas de tela. Algunos símbolos o trozos de papel con garabatos y plegarias clavados en los troncos...

Halena que ladeó la cabeza contemplando aquel hermoso y privado lugar se sentó junto a Lexa sintiendo la calidez de las velas titilar en la oscuridad.

—¿Qué es este lugar, madre?...

Lexa que la escuchó llevó la mano a su espalda acariciándola suavemente para reconfortarla.

—Anya solía traerme aquí cuando solo era una niña. La primera Comandante reposa bajo ese árbol protegiéndonos con su espíritu y su sabiduría—. Cuando un Natblida era descubierto y separado de sus progenitores venía aquí y se le explicaba el honor con el que había sido bendecido. No para que fuese agradecido, pero si para que entendiese el sagrado deber que algún día podría aguardarle...

Halena que sintió su calidez la miró escuchando todo aquello que tenía que decirle.

—Fuiste muy feliz aquí —pudo percibir la niña a través de su suave tacto.

—Si que lo fui —murmuró Lexa casi para si contemplando las llamas arder muy cerca del gran árbol sagrado.

—Volverás a serlo —le aseguró Halena posando la mano sobre la suya en su regazo—. Regresaré contigo y prometo que enmendaré todo el daño que esa mujer te ha hecho.

Halena la sintió temblar ligeramente pero apretó suavemente su mano para infundirle valor y entereza.

—Estoy bien. Ahora descanso pero estoy bien, madre —se serenó Halena mirándola tiernamente—. No tienes que preocuparte por mi. Tus Natblidas están conmigo, no muy lejos de la Zona Muerta y cuando me recupere me llevarán junto a ti.

—Tengo miedo, Halena —reconoció Lexa sintiendo sus ojos humedecerse al calor de las velas—. Tengo mucho miedo por ti, por él...

Halena que se fijó en como llevaba la mano a su vientre vio una lágrima caer de sus hermosos ojos y manchar su pecho.

—No debes tenerlo —atestiguó Halena muy dulcemente sonriéndose con cierta lástima al saberla separada de ella—. Te mostraré cómo debió ser todo desde un principio...

Lexa que la miró nada más escucharla sintió como Halena llevaba delicadamente los dedos a su rostro y cuando esta cerro sus ojos, las imágenes se sucedieron en la mente de Lexa sin control.

—Juntas las dos estamos sentadas sobre una manta en el bosque, Akshan no suelta tus manos mientras intenta ponerse por si solo en pie pero sus pies aún son demasiado pequeñitos para mantenerle por si solo...

Lexa que puede ver al niño tratar de dar un paso agarrado de sus dedos le ve caer sobre su regazo y romper a reír tras mirar a Halena con súbita sorpresa por el ligero golpecito de su trasero contra las piernas cruzadas de Lexa. Halena le sonríe y alargando la mano le limpia una manchita que tiene en la mejilla de la tierra con la que ha estado jugando y no puede evitar reírse al verle hacer un tierno puchero que la derrite.

Lexa trata de mirarle y también ríe sentándole mejor en su regazo mientras el sol de la mañana acaricia sus pieles llenándolas de luz y calor. Las flores parecen vibrar con la primavera y Clarke a lo lejos recoge algunas de ellas vestida con un largo vestido blanco mientras su rubia melena enmarca un rostro cargado de paz y de felicidad sintiendo la fresca hierba bajo sus desnudos pies.

—Me preguntas cómo me ha ido la mañana con Aden en la laguna y mi cara no esconde la sorpresa porque creo que aún desconoces lo que ambos tenemos.

Lexa que mantiene sus ojos cerrados se sonríe al escucharla mientras lágrimas de pura felicidad y emoción se deslizan lentamente por su cara.

—Yo intentó cambiar de tema y llevarme a Akshan a jugar a otra parte muy cerca del riachuelo. Y Clarke llega con un ramillete de flores que te ofrece al arrodillarse en la manta junto a ti... —sigue murmurando Halena sin apartar su mano del rostro de Lexa—. Es aún más hermosa cuando sonríe así y cuando te hace una broma sobre mi y sobre Aden que tú no tomas demasiado bien, pero ella enseguida te besa y se te pasa. Vuelves a sonreír viendo como me alejo con el bebé y sostengo sus manitas ayudandole a dar sus primeros pasos frente a ambas... y por primera vez en mucho, mucho tiempo... te das cuenta de que eres feliz...

Lexa que siente temblar su barbilla sin poder contener las lágrimas de la emoción que la embarga sonríe para si al escucharla.

—Porque tus hijos te quieren y Wanheda, te adora por ser la maravillosa mujer que desde hace ya demasiado tiempo encierras en ti...

Halena cierra sus ojos sintiendo un ligero dolor por el esfuerzo que está empleando pero la abraza para ocultar ese hecho transmitiéndole todo su amor y toda su tranquilidad.

—Ahora descansa, madre... yo regresaré a ti... regresaré... regresaré... regresaré...

Fue lo último que Lexa oyó decir a su hija mientras la temperatura de su cuerpo aumentaba y la sanadora aplicaba toallas frías por su cuello y su frente para calmar la fiebre y la angustia.

—Halena... —susurró Lexa casi inaudiblemente.

La sanadora que la escuchó ignoró eso sabiendo que solo era la fiebre por el malestar del embarazo y la tensión acumulada.

—La encontrarán Heda, seguro que la encontrarán —susurró la mujer para calmarla apartándole el largo cabello de la cara temiendo que ocurriría si no era así y no la encontraban.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now