263. Abominable Verdad

403 41 31
                                    


Los rayos del sol se filtraban entre las húmeda y fría piedras que conformaban la cueva en la que Nirrath Zarriah había decidido ocultarse con Halena hacía poco menos de una hora. El amanecer las había sorprendido yendo en dirección este, allá donde la Zona Muerta delimitaban con las extensas y vastas tierras de Polis.

Nirrath que estaba arrodillada junto al fuego tenía una expresión de plena satisfacción en el surcado rostro mientras sus ojos completamente en blanco parecían contemplar más allá de cualquier cosa que se pudiese ver a simple vista. Contra su pecho, en su mano mantenía encerrado un frasco de cristal lleno de arena y sangre, aquella que había recogido cuando reveló a Clarke kom Skykru su destino.

Ante sus ojos podía verla pasearse por la habitación desinhibidamente descalza mientras la risa escapaba de sus labios y la crueldad implícita en sus palabras le cosquilleaba en la boca.

Nirrath se sonrió aún más al ver como ese inmundo chico trataba inutilmente de calmarla soportando toda aquella hiriente burla y aquel insolente desparpajo.

Halena que se sentía abrumada mientras trataba de borrar la marca que Nirrath le había hecho sobre la muñeca, una especie de símbolo arcano que la mantenía atada a ella la contempló con recelo sentada sobre unas rocas junto a un rincón.

—¿Qué demonios estás haciendo ahora? —siseó Halena con desconfianza sabiendo que no la permitiría tocarla para saberlo.

Nirrath Zarriah, única hija de Zirroth Ax Zarriath, descendiente de Orroth Az Zarroath, de las Tribus Atriajerjes del Gran Mar Errial Zarrath al otro lado del Arenal Astrageresh vocalizó palabras ininteligibles en una lengua ya por todos olvidada cuando el color regreso a sus ojos y volvió la cabeza para mirarla.

—Comprrobaba que tu querrida Wanheda hubiese desperrtado de su amarrgo letarrgo tal y como prrometí —murmuró ella con un satisfecho gesto.

Halena que endureció su rostro al escucharla sintió asco en el momento en que la vio disfrutar de aquella sensación.

—Como le hagas daño a ella o a mi madre, te mato —prometió Halena con inflexible dureza.

Nirrath que se sonrió aún más se puso en pie guardándose el frasco en el bolsillo de su largo abrigo y la observó con fijeza largamente.

—¿Quierres qué hablemos de tu madrre, Wadesha?...

Halena que odiaba esa asquerosa y ofensiva palabra apartó la mirada al escucharla.

—Tu madrre, querrida —susurró Nirrath inclemente—. Te desprreció cuando descubrrió la clase de abominación que erras, ¿qué hizo tu padrre cuando se enterró, mi dulce niñita?...

Un escalofrío le recorrió la espalda a Halena al recordar todo aquello y tembló ligeramente no atreviéndose a mirarla.

—¿Qué fue lo que hizo? ¿qué perrmitió que te hicierran? —se sonrió aún más escondidamente Nirrath ladeanco la cabeza ligeramente expectante como si ella no lo supiese—. ¿Le has contado a Lexa porrque Nia les ejecutó?...

Halena que tragó con fuerza abrazándose un poco las rodillas evitó mirarla mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de rememorado dolor.

—¿No? —inquirió la vieja mujer con una arrogante sonrisa manchando sus labios—. ¿No le has contado que fue culpa tuya que murriesen?...

—Callate...—le pidió Halena herida no queriendo entrar en ese tema.

—Trrataron de venderrte a la rreina, ¿no es así?...

Halena que cerro sus ojos se apartó las lágrimas de la mejilla con su suave mano sintiendo aquella repugnante sensación cubrir aún toda su piel.

—Trrataron de venderrte a un prrecio bastante más superrior al que nadie pagarría jamás porr ti y te rrevelaste. Te rrevelaste porrque la sumisión no es parra la gente como nosotrras Halena, si perrmitimos que otrros nos dominen tendemos a volverrnos peligrrosas, ¿verdad que si?...

Halena que no dijo nada tembló aún más al escucharla decir esa.

—Te negaste a sangrrar parra ella como habías sangrrado ya parra otrros y porr culpa de esa acción ella les condenó, ¿lo rrecuerrdas?...

—He dicho... que te calles...

Nirrath que estaba disfrutando de verla llorar así doblegada ante ella se paseó con indiferencia.

—Y logrró que sangrrases, logrró que lo hicieses muchas, muchas veces, ¿verrdad que si dulzurra?...

Halena que tragó con fuerza tuvo que cerrar sus ojos con fuerza para que todas aquellas imagenes y recuerdos no llegasen a ella.

—Te utilizó... igual que te utiliza Lexa, igual que te utiliza ese ingrrato Natblida de Polis... igual que te utilizan todos...—murmuró férreamente ella con desprecio—. Porrque la gente como tú y yo, no merrece existirr...

—Callate...

—Somos extrrañas y curriosas crriaturras, frrutos de una naturraleza tan crruel y despiadada como la que ha asolado la Tierra durrante tantos años, prrovocando esperrpentos y mutaciones tan detestables que ni siquierra los nuestrros aceptan. En Errial Zarrath te sentirrás como en casa, prronto olvidarrás todo cuanto conoces y podrrás explotarr aquellos dones que ahorra te niegas con tu nuevo dueño.

Halena que volvió la cabeza al escucharla supo entonces para que la llevaba allí. Había estado allí solo unas semanas cuando era una niña, pocos días después de que sus padres se enterasen de lo que realmente era y había querido morirse. Todos y cada uno de los minutos que pasó en aquel esperpentico lugar, esa fue la única cosa que deseo durante todo el tiempo, pero sus padres eran tan malos comerciantes que en cuanto se enteraron que en Azgeda la reina Nia llevaba tiempo codiciando a alguien como ella no lo pensaron y la llevaron allí.

Ese fue su final...

Y también su principio.

Se quitaría la vida antes de ser vendida de nuevo, lo haría y se llevaría a Nirrath Zarriah con ella pero no sin antes asegurarse de que Clarke estuviese bien. No antes de poder tocarla y ver todo cuanto ella ha dejado atrás en Polis.

No antes de asegurarse de que Lexa, la única y verdadera madre que había conocido estuviese a salvo de su abominable poder.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 2... (#TheWrites)Where stories live. Discover now