Capítulo 2: El borde de la existencia.

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Una insoportable punzada atacó a mi rodilla y, con miedo, toqué la zona afectada. Lo que provocó un ardor abrasador que hizo sacudir mi cuerpo entero. Rápidamente retiré el contacto y observé como la sangre fresca reposaba tranquilamente en la punta de mi dedo.

"Necesito limpiarme" pensé con urgencia antes de percatarme que estaba siendo observada por varios pares de ojos desconfiados y listos para desvanecerme.

No tenía que alzar la vista para saber que sus pensamientos susurraban críticas destructivas y rechazo. No era para menos, la peste que emanaba de mi cuerpo era razón suficiente. Me atrevía a decir que mi vida estaba en la misma y deprimente categoría.

Los sentía inspeccionarme, sentía como analizaban mi complexión y también sabía que sólo era cuestión de segundos para que pidieran una justificación ante mi estrepitosa interrupción.

Tal vez, decir que buscaba el baño sería creíble. Era relativamente una buena escapatoria. Pero entonces, casi como si el aire se hubiera vuelto más pesado, mi pecho se encogió en dolor y mi parte astuta cobró consciencia.

"Soy parte del staff"

El solo pensarlo hizo que mis pulmones se inflaran en frenesí. De alguna forma me sentí más fuerte, más grande. Esa sensación me permitió encararlos y darme cuenta que una mujer pelinegra de ojos azules se acercaba a mí con expresión fría.

Mojé mis labios, preparé mi garganta y traté de enderezarme para, tan siquiera, llegar al nivel de su mirada.

— ¿Qué haces aquí? —habló primero y una ola arrasó con mis palabras, dejándome vacía.

Tragué en seco. El dolor en mi pecho se hizo más fuerte, el ardor de mi rodilla se intensificó.

Intenté aparentar un poco más de fuerza, pero mis esfuerzos eran vanos al estar frente a personas con una vida intimidantemente estable. Me volvían más débil, pues sabía que para la gran mayoría el tomar decisiones no representaba ningún problema, no debían preocuparse por la posibilidad de no abrir los ojos al día siguiente. No debían preocuparse de quedarse sin nada y no poder beber siquiera una gota de agua. No pensaban dos veces desechar su ropa porque ya no encajaba con sus gustos; simplemente no imaginaban que esa ropa podría ser un golpe de suerte para otros. Nunca pasaría por su mente que encontrar una chaqueta de mezclilla podría significar no pasar el crudo invierno completamente vulnerable.

"Y por eso, me sentía tan destruida e inferior"

Dos personas más se acercaron en cuanto el silenció gobernó, quedando al lado de la pelinegra, agregando más presión. Cerré los ojos con fuerza cuando sentí otra punzada en la rodilla, pero, a diferencia de la primera, esta se expandió tal metal derretido. Provocando que mis músculos se contrajeran.

— ¿Qué haces aquí? —repitió una voz diferente.

No pude responder. El dolor se hizo insoportable, abriéndose paso por todos mis huesos, perforándolos. Arrugué la nariz, sentí como mis dientes cortaban mi lengua.

— Seguramente es otra fan —escuché que decía un hombre a lo lejos.

— ¿Cómo es que una fan puede pasar desapercibida habiendo guardias en cada esquina? —Habla el hombre frente a mí— Alguien debió verla.

— Se pudo esconder detrás de la utilería. Es fácil escabullirse si eres de esa altura.

— Es estúpido. Blumer estaba ahí.

— Blumer está ocupado en la entrada debido a que comenzaron a saltar las barras de seguridad y entrar antes. Incluso llamaron a Hoffman para que ayudara a que... —se detuvo y dejó la oración al aire para fijar su atención en mí. Pronto, los demás repitieron sus acciones y me sentí a punto de desfallecer— Nadie pudiera entrar.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora