Capítulo 15: Retrouvailles.

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Tanner y April eran las únicas personas en esta pequeña habitación del hotel. Bea y Corinne tenían dudas, me han acompañado indiscutiblemente durante estos días. Sin embargo, con algo de decepción y culpabilidad, no me sentía lista para añadirlas a todo esto. Y Harry —que fue la principal razón de que ahora me encuentre aquí— no fue estimado debido a las apretadas e ineludibles responsabilidades que debía cumplir estando a punto de culminar la séptima etapa de su gira.

Ambos estaban sentados en un mismo sillón y mientras Tanner sostenía aquello que podría interpretarse como la información que le proporcioné hace tres días, April tenía una pequeña maleta que estaba forrada de tela sucia y rota, algo empolvada y descolorida a un lado del sofá, y justo encima se encontraba un sencillo cuaderno negro, todo era desconcertante y no sabía en qué iba servir exactamente.

Había necesitado repasar muchas veces cada recuerdo asociado a Ronald McCulkin sin derramar una lágrima frente al espejo. Aunque por el momento sólo me concentraría en él me era imposible ignorar lo estrecho que era el tema. Necesitaba más que palmadas en la espalda como señal de apoyo, necesitaba más tiempo y fuerza para escudriñar cada parte de mí. Era esencial que mi mente y alma estuvieran ligeramente sanadas y fueran impermeables ante el pasado, era importante mantenerme de pie y darles sentido a las palabras que, ahora mis amigos, se han encargado de decirme.

— ¿Quieres comenzar ya? —Habla Tanner con un poco de impaciencia, sin embargo, sé qué lo que más albergaba su cuerpo era curiosidad.

— No la presiones, Tanner, si ella no quiere...

— Está bien —corté a April suavemente y mis ojos bailaron en inquietud.

Tanner asiente y abre la ya conocida carpeta.

— Verás, la información que pudimos obtener sin llevarlo a una exhaustiva investigación es muy básica, no somos exactamente el personal que se encarga de esto y para no incluir a la policía nos conformamos con los resultados. El sistema fue actualizado hace cinco horas y pusimos aquello que creímos suficiente para sacar los ojos de los demás por un tiempo... Nos sorprendiste a todos cuándo accediste a revelar un nombre, creímos que nos llevaría varias sesiones y en la mesa estaba la opción de despedirte.

— ¿Pero?

— Has desempeñando bien tu papel y eso es más que suficiente para mantener mi boca cerrada. Sé bien que desde aquel día algunos ha cuestionado mi autoridad —mira a April quien se encoge de hombros, Tanner suspira irritado y rueda los ojos— Sabía que necesitabas ayuda y no soy alguien que le agrade doblegarse ante unos ojos de cachorro, sí te iba a ayudar sería para que aprendieras a valerte por ti misma ¿Y cómo lo iba a lograr? Dándote el puesto.

— Lo cual sigo agradeciendo, Tanner —mis ojos brillaron en intensidad.

— Si, de nada. Además, sabía que luego April se enteraría y me atormentaría el resto de la gira.

— En sueños y pesadillas —sonreímos y él se aclara la garganta.

— Espero que pronto puedas hablarme más a fondo sobre McCulkin, en teoría no sé nada.

— Era un amigo.

— ¿Era?

Era —afirmé y él entendió rápidamente.

Se pone de pie, su mirada algo incómoda, casi como la mía.

April lo observa y él da un asentimiento: — Las dejo para que... Hagan lo que sea que tengan que hacer.

— Si, sería el colmo que en día de descanso nos pongas a trabajar.

— Silencio, Marshall —mi amiga sonríe, él camina hasta la puerta, la abre y antes de salir me mira— Sobre lo de Abbadie, lo pasaré por alto únicamente está vez, sumando el hecho de que hay asuntos más urgentes que atender. Añadir esto será un gran dolor de cabeza, pero les dejo una advertencia: Si se vuelve a repetir su carta de recomendación sufre las consecuencias.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora