Capítulo 73: Separación.

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Observo fijamente los árboles frente a mi ventana, el cómo se mueven tranquilamente y como sus hojas de otoño vuelan por todos lados. Abrazo mis rodillas y dejo reposar mi barbilla en una de ellas antes de suspirar en silencio.

Ya era octubre, había pasado una semana desde lo sucedido y sinceramente no me sentía bien para nada. El funeral reunió a todos los conocidos del staff, la familia Grant completa, los chicos e incluso a mis padres. Todos dejaron de lado sus responsabilidades para estar presentes, todos estaban perplejos antes la realidad y lo demostraron con sutiles lágrimas ante sus propios recuerdos junto a April. Todos la extrañaban colosalmente. Todos se encontraban estupefactos.

Tanto Lydia como Paige estaban devastadas, no podían soportar el día sin ella, sin su madre, no podían parar de llorar porque cada pequeña cosa evocaba su presencia, y por lo tanto decidieron ir a terapia con un psicólogo para poder lidiar con la pérdida. Comentaron la idea con Reggie y conmigo, pero ambos declinamos la oferta ya que no nos sentíamos seguros de hablar sobre ello ni con nosotros mismos, necesitábamos tiempo para poder asumir correctamente el hecho, necesitábamos tranquilidad para que las emociones dejaran de estar tan sensibles e incontrolables... Pero lo necesitábamos hacer a nuestra manera; él regresó a Derby, a su hogar, y aunque sus hijas lo acompañaron unos días él prefería salir a recibir el alba y regresar cuando el atardecer tocaba el cielo porque esa era su manera de sentirla. Claramente le dolía, pero desde el funeral su expresión se mantuvo serena, cuándo le pregunté cómo podía lograr eso simplemente me respondió: "Sólo sé que nos encontraremos de nuevo, algún día, cuándo sea el momento indicado".

Ellos habían encontrado una manera, mientras que yo, aunque derramaba un par de lágrimas en la noche, no sentía que estuviese progresando. Había dejado de comer con normalidad, tan solo podía ingerir un poco de café o una manzana, ocasionalmente un sándwich pero no tenía apetito alguno. Harry había pausado toda actividad de su itinerario con tal de estar conmigo, cosa que le agradecía demasiado pero no me hacía sentir más que un enorme vacío. Cuidaba de mí con mucha ternura, me abrazaba toda la noche y se dedicaba a tararear suavemente para que pudiese conciliar el sueño después de una pesadilla pero... No me sentía bien. Sabía que no lo reflejaba con totalidad pero estaba hundiéndome en un enorme y oscuro pozo. La energía en mi cuerpo era casi nula, me encontraba pálida, débil... Triste.

Y temía no encontrar una salida.

— Edine —dijo poniéndose frente a mí, provocando que saliera de mis cavilaciones— Te preguntaba si querías comer algo de fruta.

Parpadee un poco y miré qué en sus manos traía algunas compras. No lo había notado salir ni entrar. En realidad, ni siquiera sabía cómo es que yo había llegado hasta la ventana.

— Si —respondí con voz temblorosa así que procedí a aclarar mi garganta— Está bien.

Me miró unos largos segundos con esos ojos que me conocían perfectamente. El verde oliva denotaba preocupación, me atravesaba con facilidad y podía prever que quería hablar conmigo. Sin embargo, sólo suspiró cortamente y asintió antes de ir a la cocina.

Él sabía que ocurría.

Abracé más fuerte mis rodillas y apreté las mangas del suéter cuando sentí que las lágrimas estaban cerca.

No quería alejarme de él, no quería crear una pared entre nosotros, lo amaba inmensamente y quería decirle todo pero... Quizá era necesario un tiempo.

Sentí entonces las pequeñas patitas de Boggie a mí lado, pidiendo que lo abrazara ya que aún no podía brincar tan alto para subirse por sí solo. Sonreí débilmente, le había puesto un adorable suéter de estambre para que no pasara frío y lo tomé, lo dejé en mi regazo y acaricié sus suaves orejas para después regresar mi atención a los árboles.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora