Capítulo 74: Él.

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El olor a tierra húmeda impregna mi habitación debido a la ventana abierta. Las nubes se encontraban grises y a lo lejos las montañas eran tragadas por una predecible tormenta. Me aproximo a cerrarla bien y correr las cortinas, quedando en una oscuridad anaranjada.

Me permito soltar un suspiro. A pesar de haber llegado a Tobermory hace dos semanas sentía que la congoja aún se arrastraba con mis pies y la melancolía dibujaba en mi rostro con colores pálidos. Sinceramente me encontraba más tranquila, estar rodeada de mi pequeña familia creaba calidez dentro de mi pecho y todo el alrededor era simplemente armonioso.

Cada mañana, después de hacer el desayuno, salía a caminar entre la naturaleza, admirando los árboles, su madera antigua y cubierta de musgo, dejándome llevar por la brisa y el olor silvestre. Así pasaban las horas y cuando el sol se proponía descansar de adornar el cielo yo regresaba en mis pasos.

Platicaba con mi familia, los lazos se hacían más fuertes, nos uníamos más cada día y los recuerdos se almacenaban en mi mente. No consideraba que hacer esto era una distracción a mi pena, que ocultara mi herida, porque realmente me sentía bien estando con ellos. Me encantaba ver a Gwendolyn crecer y reír por mis gestos o acciones intencionadas, o jugar dulcemente con mi cachorro en el césped tierno, claramente no dejaría a Boggie en Londres, él vino conmigo y rápidamente se adueñó de todo, se acostumbró rápidamente a Tobermory. Eran ellos quienes estaban reparando su ausencia. Y no me refería a que estuviese buscando un reemplazo porque jamás lo habría, April será única por siempre.

Pero aun así, sentía que debía hacer algo más para afrontarlo de forma absoluta. Dolía, por supuesto que lo hacía, pero recordar las cosas, momentos y hasta promesas me susurraba que ella probablemente no querría verme así. Porque siempre me enseñó a ver la fortaleza dentro de mí y ahora solo rompía con todos sus esfuerzos y esperanzas estando de esta manera.

Me siento en el borde de mí cama y veo hacia el vacío.

Promesas.

Había una que tenía prioridad, tenía un significado extremadamente importante desde el inicio tanto para ella como para mí.

El libro oscuro que me obsequió para relatar los sucesos que asaltaran mi fracturada memoria.

El que estaba repleto de mi historia e incluso fue la razón de un distanciamiento con Harry.

Un libro en el que sus páginas estaban completas y su destino no era permanecer a mi lado. Porque algún día, el fuego sería mi aliado y el viento elevaría las cenizas, alejándolas de mí.

La fase final; dónde todo quedaría superado o afrontado.

Un suspiro entrecortado sale de mis labios y aprieto las sábanas en mis puños cuándo un fuerte y gélido escalofrío recorre mi espalda.

Eso era.

Lentamente me pongo de pie y, aún con la impresión cegando mi conciencia, comienzo a buscar en los cajones, debajo de las almohadas, en los muebles e incluso en mi maleta pero nunca me topé con la portada negra de éste.

Tomo aire y aparto algunas hebras de cabello que se escapan de la coleta antes de descender las escaleras; encontrando a mis padres en la sala de estar, mamá jugando con Gwendolyn en la alfombra y papá leyendo por cuarta vez el libro de Guiseppe Tomasi Di Lampedusa mientras toma un poco de café oscuro.

Con cautela entro al tranquilo y relajado ambiente, me siento en el amplio sillón y me gano la atención de mamá unos segundos después.

— Oh, corazón, creí que tomarías una siesta antes de comer.

— No, sólo fui a cerrar mi ventana. El cielo está por caerse —expliqué con simpleza y tome un cojín para ponerlo sobre mis piernas.

— La temporada de tormentas se alargó, por lo que escuché. Serán lluvias intensas.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora